Montjuïc: por qué el factor campo ya no juega a favor del Barcelona
Laporta anima a contrarrestar la desmovilización social a la espera de la inauguración continuamente aplazada del nuevo Camp Nou, que registró una media 83.000 espectadores en la 2022-2023 frente a los 44.000 de este curso
“Necesitamos más que nunca a la afición para un partido que para nosotros es de Champions”. Joan Laporta, presidente del Barça, no para de insistir en la necesidad de que los seguidores azulgrana llenen mañana el estadio de Montjuïc con motivo de la visita del Atlético en un encuentro decisivo para la cabeza de la Liga (21.00).
La llamada de Laporta tiene su razón de ser porque la trascendencia deportiva de los encuentros no siempre se ha correspondido con la asistencia al estadio Olímpico. El pasado domingo, día en que el Barça aspiraba a consolidar el liderato contra el Leganés, se registró la peor entrada de la temporada: 39.523 espectadores, unos 4.000 menos (43.921) que contra Las Palmas; la media es de 44.992. La clasificación no ha sido gancho suficiente para atraer a más abonados ni turistas, recelosos de un equipo que se ha dejado 13 de los últimos 18 puntos desde su derrota en San Sebastián. También se entiende que el presidente apele a la Champions porque fue en el partido de octubre contra el Bayern cuando se batió el récord de espectadores: 50.312. Una cifra que estaba en consonancia con la mejor registrada en la Liga contra el Espanyol (48.443). Y se explica todavía más que desde el palco de Montjuïc se inste a la movilización si se recuerda que el número de aficionados registrado en el Barça-Atlético de diciembre del año pasado fue el más bajo habido hasta entonces: 34.568. Nada que ver con los 50.112 que acudieron al clásico o los 50.309 contabilizados frente al PSG de Luis Enrique.
Los partidos que despertaron una mayor expectación causaron también las peores frustraciones azulgrana porque el Barça perdió contra el Madrid (1-2), el PSG (1-4), el Girona (2-4) y el Villarreal (3-5). Los barcelonistas cedieron 11 puntos en la Liga pasada mientras que en la actual han descontado seis ante el Leganés y Las Palmas.
Las dos últimas derrotas han coincidido además con la ausencia de los 591 seguidores que ocupaban la Grada d’Animació (EDA), inhabilitada por los rectores del club desde el partido con el Brest. La junta exige el cumplimiento de los acuerdos firmados por ambas partes y el pago de los 21.000 euros acumulados ante las multas impuestas por la UEFA por los cánticos ofensivos, el uso de bengalas y disturbios que ya provocaron la expulsión de cuatro seguidores en el partido ante el Sevilla.
Los incidentes también se registraron en Mónaco cuando unos barcelonistas exhibieron una pancarta con simbología nazi: “Flick Heil”. La UEFA prohibió acto seguido la presencia de seguidores azulgrana en el encuentro contra el Estrella Roja. Los cero asistentes en Belgrado contrastaron con los 1.351 socios y 1.702 peñistas que les acompañaron en Dortmund.
El Barça, que en el mandato inicial de Laporta expulsó a los Boixos Nois del Camp Nou, se niega a negociar con los cuatro grupos que forman la EDA desde su fundación en 2016 (Almogàvers, Front 532, Nostra Ensenya y Supporters Barça) y su espacio ha pasado a ser ocupado por miembros de las peñas y en el último partido por la Xaranga Pujats de to. La actitud de la directiva ha provocado la réplica de los implicados, que se sienten “chantajeados”, después de explicar que todos sus miembros son socios y abonados de Barça y, antes de iniciarse la temporada, pasan un doble control: del club —la comisión de disciplina y la de seguridad— y de los Mossos d’Esquadra. “El club tiene derecho a veto y, por tanto, si considera que hay alguien peligroso es porque se escapó a su control y no al nuestro precisamente”, insisten en la EDA.
El conflicto ha generado un ambiente de frialdad en el estadio hasta el punto de que el factor campo ha dejado de jugar en favor del Barça. El público no vibra ni transmite calor al equipo en un recinto abierto, frío, húmedo y distante por la pista de atletismo, de acceso complicado, además, por la montaña de Montjuïc. Incluso sin la Grada d’Animació, el domingo se escucharon cánticos despectivos hacia el Leganés —”A Segunda”— y de “Barça sí, Laporta no”. La gestión del estadio ha sido deficitaria y los turistas no han respondido en masa a la oferta de Montjuïc desde agosto de 2023. Tampoco los socios: los abonos se limitaron a 17.064 la pasada temporada para pasar a 23.100 en 2024-2025. Unos 60.000 siguen en excedencia a la espera del nuevo Camp Nou, cuya inauguración se mantiene en el limbo —no fue en noviembre, tampoco será en enero y en febrero habrá que decidir en qué campo se juega la Champions–.
La media de espectadores en la última temporada del Camp Nou (2022-2023) fue de 83.497 y los ingresos ascendieron a 229 millones para pasar a 126 en un primer año saldado sin títulos en Montjuïc. El reto ahora es superar los 50.000 asistentes ante el Atlético, como pasó con el Bayern, y convertir un partido de Liga en uno de Champions. La montaña mágica de 1992 es hoy el Everest para el Barça.
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