Ignacio Aguillo, CEO de la agencia de representación con más jugadores de la Liga: “El fútbol es adictivo”
El consejero delegado de As1, responsable del destino de 300 futbolistas, reflexiona sobre los retos de la industria
Desde que el fútbol se convirtió en un negocio global que quintuplica ingresos en lo que va de siglo y los futbolistas se transformaron en multinacionales que explotan su propia marca, representar jugadores equivale a gestionar un universo cada día más indescifrable. La figura romántica del agente como aventurero paternal y canalla que improvisa acuerdos a medianoche ha dado paso a compañías de servicios jurídicos y de márketing. Pocos casos reflejan mejor la nueva realidad que As1, sociedad recientemente fundada bajo el paraguas de la empresa neoyorkina de capital riesgo TJC, la que más representados tiene en la Liga española. Su CEO, Ignacio Aguillo (Madrid, 1973), es responsable del destino de 300 futbolistas repartidos por todo el mundo, una cartera con un valor de mercado que ronda los 700 millones de euros.
Pregunta. El capital estadounidense compra clubes, torneos, empresas de representación... ¿Estamos ante una revolución financiera en el futbol europeo?
Respuesta. Es un reflejo de la riqueza de Estados Unidos y de su cultura financiera. Vienen porque han visto que el fútbol en Europa tiene unas posibilidades de crecimiento mucho mayores que el baloncesto o el fútbol americano.
P. Desde un punto de vista contable, ¿los futbolistas se equiparan a bienes muebles?
R. El futbolista no es un activo. Es una persona humana muy vulnerable porque está en el foco de atención de millones de espectadores y se le está exigiendo un rendimiento espectacular en todo momento de manera muy visible. Cuando los demás nos equivocamos, lo hacemos en cierta privacidad. Todos estos chicos, cuando cometen un error, lo hacen ante un público global. Tienen una vida profesional activa muy corta con elementos de riesgo muy alto. La mayoría, si nos echan del trabajo, tenemos toda una carrera para recuperarnos. Si un jugador elige el club equivocado le cambia completamente la carrera. No hay tiempo.
P. ¿Qué cualidad destacaría como constitutiva de los futbolistas de alto nivel?
R. Son muy sensibles, como máquinas de precisión. Por eso los equipos son equilibrios muy inestables. Cualquier pequeña cosa es susceptible de cambiar las dinámicas del grupo y se generan fricciones o recelos. Este es un juego de matices. No es tan sencillo como decir: “hoy vamos a ganar”. Por eso, cuanto mejores son los jugadores, más importante es la gestión humana del entrenador. Solo con táctica no pueden alcanzar su nivel más alto de rendimiento.
P. ¿Cómo define la clase de competición que se establece en las grandes ligas?
R. Un profesional medio puede funcionar con bastante éxito a un 70%-80% de su nivel. Si un jugador no da el 100%, en el 99,9% de los casos va a fracasar. El público en general no comprende el agotamiento mental y físico que demanda la competitividad en este juego. Cualquier problema doméstico puede afectarlos decisivamente.
P. Neymar, Mbappé, Coutinho y Dembelé, los cuatro fichajes más caros de la historia, se hicieron en el verano de 2017. ¿La burbuja se pinchó?
R. No creo que haya una burbuja. El crecimiento de los últimos años es el resultado de una modernización acelerada del sector que, a su vez, ha facilitado la entrada de inversores profesionales. Aunque el valor promedio de los futbolistas siga subiendo, creo que el récord de Neymar [222 millones de euros pagó el PSG al Barça] sólo se superará cuando haya un elemento externo que rompa el status quo. En el pasado eso era Qatar, Abu Dhabi, y más recientemente Arabia Saudí. En el futuro, habrá más.
P. Usted comenzó en la banca de inversión, en BNP. ¿El mercado financiero no tiene una parte irracional, igual que el fútbol?
R. La diferencia mayor es el nivel de exposición y la inmediatez de los resultados. Lo que me sorprendió más del fútbol fue ver cómo personas perfectamente racionales y muy exitosas se convertían en niños. Un negocio que genera tanta pasión es una oportunidad magnífica. Es un chute de adrenalina maravilloso. Es adictivo.
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