Lejeune: “Sé que a los rivales no les gusta venir a Vallecas, y eso me gusta”
El central del Rayo habla en esta entrevista de la oferta que no se creyó del City, la que rechazó de Arabia, sus dos cruzados rotos y la tensión con Rüdiger: “Es muy pesado”
A Florian Lejeune (París; 33 años) ya le sucedió ya hace tiempo casi todo lo que parece tendencia en el fútbol de hoy. Se rompió los dos cruzados en 2019, le compró el City como una de sus primeras inversiones cuando estaba a punto de adquirir el Girona en 2015 y le tentó Arabia Saudí en 2022. Pero en lugar del desierto, escogió Vallecas, donde es el jugador de campo que más ha jugado la temporada pasada y esta. Llegó al barrio sin haberlo pisado nunca como rival y le fascinó: “Es espectacular. El ambiente, la cercanía que tienes con la gente... Te ayudan mucho, nunca te van a pitar. Nunca. Te dan una confianza terrible. Además, sé que a los rivales no les gusta venir a Vallecas, y eso me gusta. Entonces dices, vamos intentar joder un poco y a hundirles”, cuenta en la ciudad deportiva del club dos días antes de que el Real Madrid tenga que hacer este sábado el viaje al sur de la capital (21.00, Movistar).
La visita le trae al tipo que más le ha enfurecido. Sus compañeros se alarmaron el año pasado cuando Rüdiger chocó con él y luego le dijo algo al oído: “No quiero entrar en polémica. Voy hablar solo del aspecto defensivo con él; no de lo que me dijo”, aclara. “Es muy pesado... Te pellizca los pezones. Llegué a casa y mi mujer me decía, ¿qué te ha pasado? Y yo le digo, es que este en los córners es muy pesado, muy pesado...”.
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Ya no eran los tipos dolientes que coincidieron en mayo de 2019 en la clínica Villa Stuart de Roma, recién operados de sus rodillas izquierdas. Rüdiger, del menisco y Lejeune, del cruzado, poco después de haberse recuperado de una rotura en el de la otra rodilla. Entonces jugaba en el Newcastle. “Al volver, mi primer partido de liga en Inglaterra fue contra el Chelsea, donde jugaba él. Le pedí la camiseta y nos las cambiamos”. Aún la conserva.
Es uno de sus recuerdos de lo que quizá pudo ser. “Mucha gente me dice que podría haber tenido una carrera mucho mejor. Yo creo que también. Pero la mala suerte de los dos cruzados me paró un poco la progresión. Pero también tengo la suerte de poder seguir jugando y disfrutar del fútbol”.
Con esa segunda rotura en la que conoció a Rüdiger, encalló un despegar que había entrevisto cuatro años antes el Manchester City. “Esa historia es muy buena”, recuerda con una sonrisa. “Estaba en el Girona, en Segunda, después del primer año. Estaba en verano, de vacaciones, y me llama Quique Cárcel [director deportivo del Girona]. No sé cuántas llamadas perdidas... No sé qué pasa, normalmente ni me llama... Y me dice: ‘Flo, ¿por qué no me coges el móvil? Te estoy llamando, es muy importante’. Y le digo: ‘¿Qué pasa? ¿Hay algún problema?’. Y me dice: ‘Es que el City va a comprar una parte del Girona, y te quieren firmar’. Y le digo: ‘Quique, que estoy de vacaciones, déjame en paz, que esto huele mal”.
Pero era real. Le querían para dejarlo cedido donde estaba, y él calcula que así al menos se asegura cobrar y un sueldo algo más alto. “Me dicen que el año siguiente iba a ir Guardiola y yo iba a estar ahí, que le gusta mi perfil de jugador. Hablo con el hermano, Pere, y con los segundos”. Se queda en el Girona, acaba como mejor defensa de Segunda y el City lo cita para la pretemporada en Asia. Pero ve que no tendría sitio para jugar y que no quiere seguir en Segunda. “Llamo a Txiki [Begiristain] y le digo: ‘Perdona, pero quiero ir al Eibar, quiero jugar en Primera’. Y me dice: ‘¿Estás seguro? Igual te estás equivocando. Tienes que ir poco a poco’. Y yo le dije: ‘Si soy bueno, pues me vais a comprar otra vez”. Acabó décimo con Mendilibar. “Y me ficha el Newcastle”.
Allí se encontró con Rafa Benítez, tal vez el entrenador que más le ha marcado: “Era un enfermo de lo táctico. Hacíamos mucho trabajo táctico, cómo colocarse, cómo defender, los momentos de transición, cuando te vienen cinco o cuatro contra tres... Luego en el campo decía: ‘Esto es lo que hicimos’. Y te sale. Mejoré mucho”.
También tuvo allí uno de sus momentos increíbles poco después de su segunda rotura de cruzado: salió del banquillo perdiendo 2-0 contra el Everton en Goodison y marcó dos goles en 102 segundos, uno de ellos de chilena. En el otro banquillo se sentaba su rival de este sábado: “Ancelotti se tiene que acordar de mí, creo que sí”, dice divertido.
A crazy final few minutes at Goodison Park. ⚫️⚪️#NUFC pic.twitter.com/rQeyYm85cm
— Newcastle United (@NUFC) January 22, 2020
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