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Las bajas de paternidad y maternidad: ¿Por qué los deportistas no se acogen a ellas?

Muy pocos son los deportistas de alto rendimiento que se acogen a los permisos por nacimiento y cuidado del menor por sus carreras cortas, imaginario social y cultura y desigual reparto de roles entre hombres y mujeres

Bajas de paternidad deportistas
El futbolista David de Gea, junto a su pareja, la cantante Edurne, y la hija de ambos en marzo de 2021.Europa Press Entertainment (Europa Press via Getty Images)
Irene Guevara

Futbolistas que celebran sus goles a sus hijos recién nacidos. Leo Messi homenajeó al pequeño Thiago un día después de su nacimiento con su nombre en sus botas. Andrés Iniesta dedicó un tanto a su hija Valeria tres días después de llegar al mundo. Gerard Piqué no faltó a los entrenamientos tras la llegada de sus hijos. “No tengo previsto que [la paternidad] suponga un cambio en mi vida profesional”, llegó a decir Rafa Nadal. Pocos son los casos de aquellos deportistas que han parado tras una paternidad o maternidad —no gestante—, menos los que se han acogido al permiso por nacimiento y cuidado del menor. Un caso, David de Gea, que se ausentó durante seis partidos —un mes—en 2021, y que el Manchester United vivió con normalidad; o el golfista Jon Rahm, que dio un descanso a su carrera profesional en 2020 por el embarazo de su mujer. A veces, considerados “héroes” que, dependiendo de la mirada, lo son por acogerse a su “responsabilidad” como deportistas y otras como padres. Los profesionales apuntan que se trata de una “decisión personal” derivada de sus cortas carreras; pero los sociólogos añaden que también es una consecuencia del imaginario colectivo sobre la maternidad y paternidad arraigado en la sociedad. “El deporte es un reflejo de lo que ocurre, hasta cierto punto, en la sociedad. Pero es distinto: no está tan democratizado, no es tan equitativo y algunas cosas son un anacronismo del pasado”, comparte David Moscoso, catedrático de Sociología del Deporte de la Universidad de Córdoba, y añade que existe un “desigual reparto cultural de los roles entre hombre y mujeres desde los primeros años de la infancia”.

“En el ámbito del deporte, la norma que regula la relación de los y las deportistas profesionales es el Real Decreto 1006/85. Tienen una relación especial porque son trabajadores de duración determinada y porque se pueden ceder a los trabajadores. Pero en el 1006 no hay nada que regule la prestación por nacimiento y cuidado del menor”, segura María José López, abogada y codirectora jurídica de la Asociación de Futbolistas en España (AFE). Y añade: “Tal y como dice el artículo 21 del 1006, la legislación imperante supletoriamente es el Estatuto de los Trabajadores. Y eso significa 16 semanas, seis ininterrumpidas obligatorias y no intercambiables”. Sin embargo, no se acogen a ella. Según López, se trata de “un tema personal del trabajador y empresa” y que lo importante es regularlo en el 1006 de manera que se comprenda la “especificidad” del deporte.

Alexander Sorloth fue criticado el pasado mes de abril por viajar a un partido y jugar a pesar de que su mujer había salido de cuentas. Su entrenador, Marcelino García, le alabó en rueda de prensa: “Su profesionalidad la recibió con un gol. Tenía la posibilidad de quedarse con su mujer, ya que fue papá hoy a la mañana, pero él antepuso su profesionalidad. Me alegro mucho por él, porque demuestra unos valores”. Parecido a lo que sucedió en 2018 con Sergio Ramos y el nacimiento de su tercer hijo; no pasaron ni 24 horas desde que su mujer dio a luz, y él ya se estaba incorporando a La Roja. Julen Lopetegui, entonces seleccionador, habló sobre ello: “Ha hecho un esfuerzo extraordinario por venir a entrenar, cosa que lógicamente él podía haberse saltado. Pero no lo ha hecho, demostrando claramente la mentalidad que tiene y que, además, nos encanta”.

“Son vistos como héroes que cumplen con sus obligaciones. ¿El resto no son obligaciones y responsabilidades?”, reflexiona Moscoso. Pero, ¿dónde nace esta concepción? “Acaban prevaleciendo los valores culturales de roles desiguales que están asignados al hecho de ser hombre o ser mujer: el hombre lleva el dinero a casa y la mujer cuida de los hijos”, concreta Moscoso. Y añade: “Hay una normalización social por la cual los hombres no asumen los cuidados reproductivos y esto se traslada, incluso más, al mundo del deporte. […] El problema, además, es que es una estructura masculinizada y androgénica”.

Beatriz Mañas Ramírez, profesora de la Facultad de Sociología de la UNED, a través de un informe del Proyecto MADER, ahonda más, y asegura que todo proviene de un “arraigado imaginario social sobre la incompatibilidad de la maternidad con el alto rendimiento”. Ello también influye directamente en la concepción social y familiar en la paternidad. “La maternidad se observa como un ‘no lugar’ dentro de las profesiones de alto rendimiento. Además, sigue preexistiendo la idealización de la maternidad tradicional”. En los resultados del informe del proyecto MADER, las deportistas de alto nivel contemplan la maternidad como el fin de sus carreras, presentan miedo a la “deformidad” corporal y problemas con la exigencia profesional.

A través de las entrevistas a diferentes profesionales mujeres, han observado cómo ellas renuncian más que ellos. “Ellas renuncian, parece que no les queda otro remedio, pero ellos no tienen esas necesidades de renunciar a ir a entrenar o a un campeonato. Observan que no pasan por el tránsito de la transformación corporal, por ejemplo, y ven que sus renuncias son menores. La carrera profesional de alto rendimiento es muy corta, tiene una gran exigencia de movilidad, y también a nivel operativo de vida y a nivel corporal. Y no hablemos de los deportes que generan grandes ingresos, como el fútbol. Mientras sea así, ¿quién va a renunciar?”. A pesar de esto, los miedos, en cierta medida, son también compartidos. “Ellos también tienen ese imaginario sobre la incompatibilidad: si estoy de baja me pierdo entrenamiento, no voy a volver al mismo rendimiento… Pero en la medida en que se normalice y se integre la condición de maternidad en el deporte de alto nivel será mucho más fácil que, tanto hombres como mujeres, contemplen la formación familiar como una etapa normal de la vida”.

Sorloth celebra el gol que marcó al Almeria el 21 abril de 2024 apenas unas horas después de ser padre.

La psicóloga deportiva de Saber Competir, Raquel Moreno, concreta también los motivos que pasan por la mente de los deportistas para no acogerse a sus bajas. “Hay muchas dudas en el deporte de élite porque la paternidad y maternidad implica unas renuncias más sustanciales que en otros ámbitos laborales. Llevan un ritmo de vida que no nos planteamos, y una baja implica muchos cambios en su día a día y rutinas que pueden afectar a la recuperación”, expresa la psicóloga. El problema, también, son las “expectativas”: “Se genera una presión externa e interna de que no volverán al mismo nivel”. Subraya, sin embargo, que se trata de una “decisión propia” y de “pareja”. También recalca Moreno la corta duración de sus carreras, al igual que María José López. “Hay deportistas que tienen contratos de meses. Son carreras muy cortas, y eso les condiciona todo. Esa especificidad hay que tenerla en cuenta y valorarla, por lo que estos aspectos deberíamos regularlos en el 1006, teniendo en cuenta la realidad de esta actividad”, comparte la abogada.

Casos contados son los que se acogen a ella, como De Gea. También el por entonces portero del Córdoba Patrimonio de la Humanidad, Cristian Ramos, que en 2023 paró seis semanas por paternidad. También Javi Sánchez se ausentó en un encuentro entre el Espanyol y el Valladolid por el nacimiento de su hijo. José Rojo Martín Pacheta tuvo que enfrentarse a las preguntas y críticas en rueda de prensa. “Si te dejan ver el nacimiento de un hijo, eso no hay nada más en la vida. Aquí ganamos, perdemos, pero el nacimiento de la vida, eso no tiene discusión alguna. No la tiene. El chico tiene que irse”. Similar a la respuesta que dio el técnico Sarunas Jasikevicius sobre la ausencia por paternidad del pívot brasileño del Zalgiris, Augusto Lima, en la semifinal de la liga lituana en 2017: “¿Tienes hijos? Cuando los tengas, lo entenderás. Es la mejor experiencia que puede tener un ser humano. ¿Piensas que el baloncesto es lo más importante que hay en la vida? […] Ser padre es lo mejor del mundo, ni títulos ni nada”.

También alcanza el ámbito de entrenadores y entrenadoras. Como es el caso de María Pry. La actual directora deportiva del Betis femenino fue madre —no gestante— junto a su pareja en 2023 cuando era la primera entrenadora del Madrid CFF. Tuvo trillizos prematuros extremos, por sus semanas y peso. “Le dijimos al club que queríamos ser madres. Fue una situación de darle normalidad, de respeto mutuo y sinceridad. Jamás me recriminaron nada: respeto máximo de las jugadoras y ayuda incondicional del club”, confiesa. “Sí que tuve compañeros que me dijeron que por qué me cogía la baja, que qué iba a pasar con el equipo —que siguió funcionando de maravilla—, pero otros me dieron su ayuda incondicional. Me sentí valorada y respetada”, añade. Pry recalca que la clave fue darle “máxima naturalidad y normalidad”, y que las circunstancias son “muy personales”. “No soy mejor persona ni entrenadora porque me haya cogido el permiso. Entendía que tenía que hacerlo”, enfatiza.

Mañas explica que “falta mucha conciencia social sobre la paridad en la sociedad”, pero sí que es cierto que empieza a notarse una diferencia en las nuevas generaciones. Para ella es fundamental “desmitificar la idealización tradicional de la madre”. Sin embargo, aún queda por hacer. “Los cambios culturales son muy lentos”, se lamenta Moscoso. Pero, sobre todo, los deportistas no quieren ser héroes ni heroínas. Las voces preguntadas coinciden en que es su derecho decidir sobre su paternidad y maternidad. “Lo que está cambiando en el mundo del deporte es que cada vez se nos trata más como personas”, sentencia Pry.

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