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Así es la realidad virtual que ayudó a recuperar al mejor Courtois

Tras lesionarse en agosto y luego en marzo, el belga mantiene su agilidad mental con la ayuda de unas gafas de simulación y llega a tiempo para ser titular en la final de Wembley contra el Dortmund

Courtois
Una parada de Courtois contra el Granada en el Nuevo Los Cármenes el 12 de mayo.NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)
David Álvarez

Carlo Ancelotti ha bromeado estos días con el entretenimiento que le procuran las disquisiciones sobre el portero que elegiría para la final contra el Dortmund. Pretendía alargarlo hasta este sábado. Pero no duró tanto. Lunin no aterrizó este jueves por la tarde en Londres en la expedición del Real Madrid. Una gripe B le ha tenido cuatro días sin entrenar con el grupo, apartado para no extender el virus. En realidad, lo de Ancelotti con la portería era eso, un entretenimiento.

Lo que el cuerpo técnico había visto de Courtois en Valdebebas y en los cuatro partidos en los que se ha probado no les dejaba dudas. Está más rápido y más fuerte que antes de romperse el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda el 10 de agosto del año pasado. En los últimos entrenamientos, según una fuente con acceso a la ciudad deportiva, ha dejado incluso algunas paradas del nivel de su increíble noche de la final de 2022 contra el Liverpool en París. “Tenía 12 manos”, recordó hace pocos días Klopp en una de sus últimas charlas con periodistas antes de dejar el banquillo. “Fue por el cabrón de Courtois”, dijo de aquella derrota.

Parte de ese punto de mayor velocidad procede del trabajo que hizo sentado, con unas gafas de realidad virtual. El ligamento no fue la única complicación, como recordó en una entrevista en As: “Tuve la mala suerte de que me cosieron el menisco, que son seis semanas que no puedes caminar. Tardas un poco más en poder empezar la recuperación completa. No puedes flexionar más de 90 grados por los meniscos, en tres o cuatro meses”.

Pero encontraron un atajo en un viejo rival del belga que había pasado por algo parecido. El exportero Urko Pardo, formado en La Masia desde cadetes al filial y nacionalizado chipriota, se enfrentó en 2019 a Courtois en un Chipre-Bélgica (0-2). Antes se había roto dos veces los cruzados. “Sé que cuesta mucho volver”, cuenta Pardo; “las distancias, los tiros, las sensaciones…”. Al retirarse empezó a trabajar en un proyecto de entrenamiento cognitivo de porteros con realidad virtual, la empresa MentisVR. El año pasado completó un caso de éxito con el portero húngaro Balazs Megyeri, del Debreceni, que había pasado por lo mismo: “Al volver estaba mentalmente más rápido que antes de la lesión. En los tiros cercanos, en los pases de la muerte… A veces me manda vídeos de paradas suyas y me dice: ‘Mira, esta es de realidad virtual”.

Las gafas sitúan al portero en el campo, rodeado de jugadores, y le exponen a situaciones de juego cada vez más complejas. “Permite entrenar acciones a velocidades que no existen, y acostumbra al cerebro”, explica Pardo. La teoría dice que, de vuelta a la realidad del césped, a velocidades normales, todo resulta más sencillo.

El día que Courtois volvió a jugar, contra el Cádiz en el Bernabéu, dejó un lance en el que se le vio especialmente activado. Chris Ramos se va solo hacia la portería, Courtois sale, para el tiro con el cuerpo y enseguida se lanza a perseguir la pelota a la banda. Su pase es el primero de un contraataque que termina en el 1-0.

Aunque cuando supo que estaba de vuelta fue 10 días más tarde, contra el Alavés: “Me hacía falta un partido como hoy, con muchos disparos. Contra el Cádiz hubo un uno contra uno y un tiro lejano. Contra el Granada, más juego de pies y poco de parar. Y hoy, muchas paradas. No digo que es donde dudaba, pero sí necesitaba esos tiros cercanos, rápidos, reflejos...”. Pardo entiende ese punto diferencial: “La mente es la que domina todo. La velocidad, la fuerza, la tienen todos. Pero en los momentos decisivos es la mente la que decanta la balanza”.

No solo ha vuelto más rápido. “He ganado masa muscular en el tren superior y en las piernas, para proteger las rodillas”, dijo en As. Hay mucho trabajo lejos del césped, muchas horas en la camilla de fisioterapia de Davide Violatti, y muchas con el readaptador Giuseppe Bellistri para ir acercándose al campo, donde le esperaba Luis Llopis, el preparador de porteros.

Todo ese trabajo de fondo ayudó a rebajar el contratiempo que sufrió en marzo cuando estaba a punto de volver, la rotura del menisco de la rodilla derecha. “En el momento lo pasé muy mal, pero esa noche le dije al doctor que mejor que me hubiese sucedido en ese momento que tres o seis meses más tarde”.

Esa fuerza interior ha resultado determinante, según fuentes que han seguido el proceso de cerca: “Ha creído mucho en él. Ha sido él”. Y aquí está de vuelta para su tercera final de la Champions, después de la de Lisboa en 2014, donde no alcanzó el cabezazo de Ramos en el 93; después sobre todo de la de las nueve paradas en París. Justo a tiempo: el primer caído de este Madrid de la resistencia, tan golpeado por las lesiones, y pese a todo a un paso de otra Copa de Europa.

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David Álvarez
Sigue la información del Real Madrid y la selección española en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de la sección de Deportes. Ha cubierto los Juegos Olímpicos, el Mundial de fútbol y la Eurocopa. Antes trabajó en ABC, El Español, ADN, Telemadrid, y La Gaceta de los Negocios. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.
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