El Barcelona tropieza con un vengativo Chelsea
El equipo dirigido por Jonatan Giráldez pierde en Montjuïc por un gol de Erin Cuthbert, en un partido errático e impreciso de las jugadoras azulgrana
Emma Hayes tenía un plan impecable para el Chelsea: neutralizar el peligroso ataque del Barcelona, desesperarlo hasta la saciedad y lograr una victoria con sabor a venganza. Jamás el equipo blue había vencido al azulgrana. Esta vez, quizás contra todo pronóstico, quizás de manera inesperada, el Chelsea venció al Barça en casa, en Montjuïc, delante de 36.428 espectadores que, atormentados, presionaron a la árbitra y al equipo rival con su ruido (0-1). Por primera vez, se intercambiaron los papeles de víctima y verdugo. El Barcelona estuvo errático en sus pases, ansioso, sin poder de decisión ni de construcción de juego. Hubo instantes de lucidez, pero el sol que alumbró Montjuïc al inicio del partido terminó escondiéndose detrás de las nubes.
El escenario de ambos equipos destacó por su contraste, con similitudes —ambos técnicos, tanto Jonatan Giráldez como Emma Hayes, marcharán de sus clubes este verano—, pero grandes diferencias. Mientras el Barcelona llegaba en ebullición en busca del póker de títulos —con la Supercopa en el bolsillo, la Liga a punto de caramelo y ya en la final de la Copa de la Reina contra la Real Sociedad el próximo 18 de mayo— el Chelsea aterrizaba en la montaña mágica de Montjuïc en pleno bache. A las blues la suerte no les sonreía, y el destino se alejaba de sus objetivos: perdieron la final de la Copa de la Liga contra el Arsenal hace tres semanas, pero hace dos también cayeron en semifinales de la FA Cup contra el Manchester United. Y, además, con la gran baja de la estrella del equipo, Sam Kerr, afectada por la pandemia de lesiones de ligamento cruzado. Pero nada pudo pararlas contra el Barcelona. El camino de ambos equipos, distinto. Pero la motivación, la misma: unas deshacerse de los fantasmas, otras rozar la gloria, con ambos entrenadores con la esperanza de dejar el mejor legado posible.
Se abrió por segunda vez el escenario olímpico de Montjuïc para el equipo de Giráldez. Las bengalas, los cánticos y el olor a humo recibieron al bus de las azulgrana. Con un once de gala y con Alexia Putellas de suplente, seria en el banquillo. En el campo les esperaba un rival valiente, con sed de venganza: jamás habían logrado —en sus tres encuentros anteriores— derrotar al Barcelona. El equipo de Emma Hayes tapó el medio campo con eficacia y solvencia, y en las ocasiones en las que las azulgrana pisaban el área rival, se topaban con las blues plantadas y condensadas delante de la joven portera Hannah Hampton. Ni la rapidez de Salma Paralluelo —más imprecisa de lo habitual— ni la omnipresencia de Aitana Bonmatí lograron atravesar el frontal del área, el más desprotegido, pero tampoco pudieron romper la barrera que construyó Hayes con un gran cometido: incomodar al Barcelona, en su propia casa, en un gran escenario.
Las azulgrana no lograron construir su juego. Irene Paredes animó al equipo alzando el brazo, e Ingrid Engen, rocosa en su nuevo papel esta temporada como central, fue la única capaz de frenar la potencia de Mayra Ramírez y Lauren James, que se entendieron
a la perfección liderando y coordinando el ataque del Chelsea. Pero no pudo parar a la capitana Erin Cuthbert que, tras un pase de Sjoeke Nüsken, atravesó la blanda defensa azulgrana para meter el primer gol del partido en la portería de Cata Coll. Giráldez corrió al vestuario con el pitido del final de la primera parte. Nervioso, apuntó en su libreta mientras salía del recuadro de entrenadores para dar indicaciones constantemente. El Barcelona necesitaba un cambio.
Que no llegó durante la segunda parte. Con la banda derecha desaparecida —Ona Batlle errática y Caroline Graham Hansen ausente— el Barcelona no encontraba su espacio. Y un penalti anulado por fuera de juego posicional no ayudó a que las azulgrana levantasen cabeza. El tiempo corría entre la revisión del VAR y Jessica Carter tirada en el suelo por un disparo de Paralluelo que impactó en su cabeza. El Barcelona se abandonó a una revulsiva Alexia, a una joven Vicky López y a una Patri Guijarro recolocada de central, que no pudo aguantar el juego de cuerpo de Mayra. Y también se abandonó a remontar en Stamford Bridge en una semana para seguir vivas en la Champions, para revalidar el título y para mantener el trono en Europa. Emma Hayes sonrió: su plan funcionó a la perfección.
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