El Barça vence al Nápoles en una lección de fútbol y amor propio
Los azulgrana alcanzan los cuartos de final de la Champions en un partido muy bien iniciado y acabado después de los cambios introducidos por Xavi
El barcelonismo se regaló por fin una noche feliz en Montjuïc después de los desencuentros vividos con el Madrid y el Girona. La Champions fue muy diferente a la Liga. Jugaron los azulgrana como si les fuera la vida en ello y alcanzaron los cuartos de final con la determinación de un aspirante más que con el temor de un condenado ante un superado Nápoles. El equipo se aplicó con responsabilidad y amor propio, como demandaba una jornada en la que la diferencia entre ganar o perder era abismal, muy decididos los jugadores y el entrenador a seguir contando en Europa. Los futbolistas fueron tan decisivos como el entrenador porque Xavi supo empezar y acabar el encuentro después de que en el entretiempo compareciera una buena versión del Nápoles.
Xavi apeló a la valentía colectiva para afrontar una cita de mucho riesgo y por tanto no tuvo miedo en el momento de cantar la alineación cuando apostó por individualidades como Yamal, Fermín y el debutante Cubarsí. El técnico se decidió por los juveniles y por la capacidad de trabajo de Raphinha antes que por el virtuosismo del discontinuo João Félix o del liderazgo de Iñigo Martínez. Había que garantizar una salida limpia de la pelota para compensar la ausencia de medios creativos —Pedri y De Jong— y salvar la presión del Nápoles, un equipo que se desorienta cada vez que se parte y tiene que replegar rápido hacia Meret. El plan salió muy bien de inicio porque el Barça se puso con una ventaja de 2-0.
Fermín tocó a rebato en cuanto el Nápoles sacó de centro y Lamine no paraba de sortear a Mário Rui. El partido se localizó en cancha de un equipo italiano cuya orientación dependía de un agobiado Lobotka. Los azulgrana apretaban al medio centro y tiraban del fuera del juego para aislar a Osimhen y Kvaratskhelia. El mejor escenario para un futbolista dinámico como Fermín. No acertó el volante cuando fue habilitado por Cubarsí y en cambio remató de forma inapelable un centro de Raphinha. El brasileño también fue decisivo en el 2-0 después de recortar y chutar al palo una acción desencadenada por Yamal. Cancelo recogió el rechazo para culminar un cuarto de hora pletórico del Barça.
Jugaban los azulgrana con energía y concentración, muy verticales en las transiciones, firmes en defensa y agresivos en ataque, veloces en las bandas con Raphinha y Yamal, ambos favorecidos por los desmarques de Lewandowski. El Barça se desplegaba con la determinación del equipo que tiene que remontar un partido y no administrar dos goles de ventaja alcanzados de manera abrumadora en un encendido Montjuïc. Muy directos y fieros de cara a Meret, los azulgrana no supieron descansar con el balón, vulnerables en cuanto se concedieron un breve descanso, tiempo suficiente para que Politano ganara la espalda de Cancelo y filtrara la pelota para el central Rrhamarni, que embocó el 2-1.
Ter Stegen evitó poco después el empate ante un cabezazo de Di Lorenzo. El partido era tan precioso para el espectador como delicado para un Barcelona atrapado por la prisa y falto de pausa, atacado por el resucitado e invicto Nápoles de Calzona, indultado por los barcelonistas en la ida disputada en el estadio Maradona. Alcanzado el descanso, el encuentro se hizo muy largo para el Barcelona, alejado de Meret desde la jugada del 2-0. A falta de medios que controlaran el juego, el Barça se quedó sin pelota ni corriente, a remolque del Nápoles. Xavi refrescó de inmediato al plantel y llenó la divisoria con dos centrocampistas de casa: Sergi Roberto y Oriol Romeu..
Los cambios ayudaron al Barça, más activado y siempre entregado a Yamal, y acabaron por derrotar al Nápoles. El esférico regresó al área del Nápoles con el intervencionismo de Sergi Roberto. El volante conjugó muy bien con Gündogan y el 3-1 estaba cantado cuando Lewandowski empujó el cuero a la red. Los medios se asociaron para suerte del ariete y el equipo se liberó definitivamente ante la alegría de Montjuïc. Aturdido, el Nápoles, vestido de blanco, solo aspiró a reducir el marcador en un par de remates ante Stegen.
La trama y el desenlace permitieron presumir a Xavi del logro después de cuatro años de extravío y una fase previa en la que se concedieron derrotas reprobables ante el Shakthar y el Amberes. La respuesta fue categórica cuando fue exigido por Oporto y Nápoles. No fue el triunfo de un superviviente que pone a salvo también la caja del club sino la de un digno cuartofinalista de la Copa de Europa.
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