Tchouameni, el último seducido de Ancelotti: horas extra con Davide y realidad virtual
Tras un primer curso de altibajos, el francés, que vuelve a ser central contra el Girona, se ha convertido en pieza fundamental para el italiano
Carlo Ancelotti confió por primera vez la arenga prepartido a Aurélien Tchouameni el 10 de enero en Riad. Minutos antes de la semifinal de la Supercopa de España contra el Atlético de Madrid, el francés agarró un botellín de plástico con un líquido naranja y se dirigió a sus compañeros en español en el vestuario del estadio del Al Nassr: “Sabemos que es un partido muy importante para nosotros, para la afición. Tenemos que dar todo y luchar hasta el final para ganar este título, con compromiso. Y al final vamos a ganar porque está el Real Madrid aquí. Buen partido a todos, y no sé qué más puedo decir… ¡Vamos!”, se ve que dice en un documental elaborado por el club.
Antes del regreso de Ancelotti, el que arengaba casi siempre era Sergio Ramos. El italiano introdujo un sistema rotatorio: escoge un orador para cada partido. Sin embargo, Tchouameni ya había jugado 67 con la camiseta del Madrid antes de estrenarse en Arabia Saudí. Los dos últimos antes de aquella semifinal lo había hecho como central, una misión que preferiría evitar. Antes del parón navideño entró cuando expulsaron a Nacho en Mendizorroza y el 3 de enero, contra el Mallorca en el Bernabéu, ocupó desde el principio el lugar del capitán, sancionado por la roja. En esa posición aparecerá también esta tarde cuando el Madrid reciba al segundo clasificado de la Liga, el Girona, solo dos puntos por detrás (18.30, Dazn).
La emergencia manda: Militão y Alaba siguen fuera por sendas roturas de ligamento y Nacho sufre una sobrecarga. Pese a que las dos lesiones de rodilla colocaban al límite a la plantilla, que se quedaba solo con dos centrales, Ancelotti supo enseguida que el mercado de invierno no le traería otro. Después del partido contra el Alavés, envió a Tchouameni algo de cariño en público: “Se enfadará, pero es un central espectacular. Juega muy bien, saca el balón desde atrás como pocos y tácticamente es muy bueno”.
No era solo que lo necesitara incluso más de antes, sino que ve que el francés va encajando mejor en su ecosistema de trabajo. El ajuste durante el curso pasado, el primero del francés en el Madrid, no fue el más suave pese a su buen comienzo de temporada. El italiano detectaba margen de mejora en el centrocampista, que no se mostraba como el más dúctil, según fuentes conocedoras del análisis del cuerpo técnico. Le incomodaba, por ejemplo, que le pusieran de ejemplo a Casemiro para explicarle qué esperaban de él en algunas situaciones. Veían también que necesitaba afinar cómo giraba cuando recibía el balón de espaldas. Eso se unió a su bajón de rendimiento después del Mundial y a aquella excursión a un partido de la NBA en París por la que acabó pidiendo perdón: “Pido disculpas a mi club, al cuerpo técnico, a mis compañeros y a la afición madridista por mi presencia en un evento a la hora que nos jugábamos mucho en la Copa”, escribió en sus redes.
Ahí comenzó un viraje que ha concluido este curso. “Entendió dónde estaba y cuáles eran sus responsabilidades”, dicen fuentes cercanas al cuerpo técnico. No es raro ver a Tchouameni trabajando con Davide Ancelotti después de algunos entrenamientos, en particular en los cambios de orientación al recibir la pelota, algo sobre lo que también se le ha visto conversar con el entrenador al final de alguna sesión, mientras el resto de los compañeros se retiraba a la ducha.
El francés no se quedó ahí. Hace meses comenzó a trabajar con unas gafas de realidad virtual que simulan situaciones de juego: “Veo mejoras en el campo y en los entrenamientos. Puedes cambiar la intensidad y jugar a más intensidad que en el partido, más rápido, y luego en el campo es más fácil. Me ayuda con la visión y la toma de decisiones bajo la presión del rival”, contó en una entrevista en EL PAÍS.
El artilugio le sirvió también cuando Ancelotti le anunció que le usaría por primera vez como central en octubre, contra Osasuna. Además del entrenamiento, usó la realidad virtual para habituarse a la posición.
Ocasión para descansar
Las gafas le ayudaron incluso cuando se lesionó tres meses después, en un momento en el que estaba jugando a muy buen nivel. Aunque estuvo fuera seis semanas, no se desesperó, según fuentes de su entorno. Pensó que el tipo de dolencia, una fractura por estrés en el pie, indicaba que necesitaba descansar, y se propuso aprovechar la ocasión en una temporada larga, con Eurocopa al final. La realidad virtual le ayudó a mantener la viveza mental. En el segundo partido tras la recuperación, Ancelotti ya lo usó como central en Vitoria, donde elogió sus cualidades camino a la Supercopa, en cuya final jugó “su mejor partido”, según el italiano.
Esta tarde volverá a colocarlo en el centro de la defensa, bajo la tutela de Rüdiger, que parece recuperado de su fuerte golpe en Getafe: “En la pareja, el jugador más experto maneja un poco las situaciones. Cuando juegan Rüdiger y Tchouameni, Rüdiger da muchos consejos a Tchouameni”, explicó ayer el técnico italiano.
Enfrente tendrá al Girona, el equipo al que marcó de cabeza su primer gol con el Madrid, en la única derrota de los catalanes en esta Liga. “¡Por fin!”, se le escapó en octubre en la entrevista con EL PAÍS cuando se mencionó el tanto. “Lo estaba esperando. Incluso los compañeros llevaban mucho tiempo esperando este gol, así que cuando marqué era como ‘por fin”. Hace dos semanas marcó el segundo: cabeceó otro córner y dio la victoria al Madrid en Las Palmas en el minuto 84.
Su peso en el equipo ha aumentado de manera notable este curso. Las horas extra con Davide y el empeño en el ejercicio con la realidad virtual no responden solo a la responsabilidad que puede derivarse de los 80 millones que pagó el Madrid por él: “Nadie puede tener más expectativas que yo. Yo marco el tono, pongo el listón. Para mí es importante ser grande, haga lo que haga”.
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