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INVASIÓN DE CAMPO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿A quién ayuda el VAR?

Se hace difícil defender un aparato que ni siquiera los que deben utilizarlo parecen saber muy bien cómo hacerlo

VAR Real Madrid Almeria
Vinicius marca el segundo gol del Real Madrid ante el Almería, tanto revisado por el VAR.ISABEL INFANTES (REUTERS)

El VAR, los árbitros, polémicas, manos, penaltis, robo, vergüenza, Madrid, Barça… Me siento como Bill Murray en Atrapado en el Tiempo (1993), parece que vivimos en el día de la marmota. Desde el domingo por la tarde, el partido del Real Madrid-Almería y las polémicas que se derivaron de él y que acabaron con la victoria blanca por 3-2, se han convertido en una cuestión de Estado.

Escribí hace un par de semanas un artículo en el este mismo periódico sobre la llegada de los audios, titulado ‘El VAR: una cuestión de transparencia’. Me gustaría rescatar un pequeño párrafo para poder comerme mis propias palabras: “Mejorar de la mano de la transparencia, es el objetivo del CTA. Porque está claro que el VAR tiene que mejorar en muchos aspectos y parece que este órgano ha entendido que no tiene nada de malo escuchar los argumentos de los colegiados a la hora de decidir. Esperemos que esto le haga ganar credibilidad y que aquellos que ven conspiraciones en todo asuman que su opinión simplemente es distinta de la de los demás y que nada tiene que ver con favorecer de forma consciente a un equipo o a otro”. Optimismo desmedido.

Ilusa de mí, pensé que esta novedad iba a servir para algo, para algo mejor, quiero decir, pero visto lo visto en las últimas dos semanas, ha sido peor el remedio que la enfermedad. De momento, los audios no han hecho más que exponer a un colectivo que ya estaba siendo cuestionado y juzgado. Lejos de hacerles ganar credibilidad, les ha puesto en la palestra y han demostrado que Medina Cantalejo, presidente del CTA, tiene un serio problema. Equipos, como el Almería, hablan abiertamente de robo. Otros, como el Atlético de Madrid, están preocupados por la designación arbitral en la Copa del Rey. Aparece también el Barça en escena, de la mano de Joan Laporta y Xavi Hernández diciendo que el partido del Bernabéu fue una vergüenza.

De los creadores de El Seleccionador que Todos Llevamos Dentro, el partido que se está cuestionando en los últimos días entre madridistas y almerienses está sacando a relucir el árbitro que todos llevamos. Dos bandos bien diferenciados son los encargados de dirimir si los colegiados están conmigo o contra mí. Los colores impiden ver con claridad y el forofismo desproporcionado se ha apoderado de la cordura. Como no me gusta hablar de equipos grandes y pequeños, hablaré de que equipos que económicamente y deportivamente están por encima del resto, hablen de vergüenza, robo y demás, me da risa. Y no hablemos de la indignación que hay porque se han filtrado unos audios que no deberían haber salido a la luz, como si eso fuese lo más importante. ¿Los audios no estaban para aclarar las cosas? Parece que no.

Las conversaciones entre el árbitro de campo y el de la sala VOR dejan claro que sigue habiendo un problema con el criterio y con el uso de la herramienta. Saber cuándo tiene que intervenir y cuándo no, es una quimera. Parece que el colegiado del VAR es quien arbitra, cuando realmente solo está para ayudar en jugadas en las que haya un error clamoroso. El enemigo está en casa. Flaco favor le están haciendo a una herramienta que vino para hacer el fútbol más justo. Me niego a pensar que exista una maquinación conspiranoica para que uno u otro equipo salga beneficiado en función de sus colores. Pero se hace difícil defender un aparato que ni siquiera los que deben utilizarlo parecen saber muy bien cómo hacerlo. El VAR vino para ayudar, ¿a quién?

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