El pescadero que hace soñar a la Arandina contra el Real Madrid
El equipo burgalés recibe al de Ancelotti en los dieciseisavos de la Copa tras eliminar al Cádiz con un gol de Jorge González, que compagina el fútbol con el negocio familiar de pescaderías
Hace unas semanas, cuando Jorge González Moral (Burgos; 31 años) terminó la ronda de reparto a domicilio de pedidos de pescado por Aranda de Duero, tierra de lechazo, recibió un pequeño reproche de sus padres, también sus jefes en la empresa familiar de pescaderías: “¿Cómo has tardado tanto?”, se extrañaron. “¿Que cómo he tardado tanto...?”, recuerda a través de una videollamada que se le escapó.
Pesca, como le conocen en la Arandina, el rival del Real Madrid este sábado en los dieciseisavos de final de la Copa del Rey (21.30, La1) había marcado unos días antes el gol con el que su equipo, de 2ª RFEF, la cuarta categoría del fútbol español, había eliminado al Cádiz, de Primera (2-1). Desde aquella noche de locura colectiva, los repartos le resultan mucho más trabajosos al defensa. “Cada sitio donde iba era: ‘Te he visto por la tele. ¡Qué maravilla! Y yo diciéndole a mis amigos, ese es mi pescadero...’. En vez de dos o tres minutos, lo que es llegar, entregar y marchar, eran diez minutos...”.
La Copa, y en particular el cabezazo de Pesca al Cádiz, han transformado el ánimo de un club que, tras dejar atrás el escándalo de dos jugadores condenados por agresión sexual a una menor en 2017, acababa de ascender de Tercera, pero no levantaba cabeza ni en lo deportivo y ni en lo institucional. En la Liga comenzaron con mal pie y marchan últimos de su grupo. Además, enseguida se encontraron con impagos, que denunciaron antes del primer partido del torneo copero, contra el Murcia.
Aquella victoria y la del Cádiz los han llevado hasta el Madrid, partido que terminará de arreglar todas las dificultades, y para el que se ha ampliado la capacidad del estadio municipal Juan Carlos Higuero de 3.000 a 10.000 localidades. Aunque antes hubo que superar un agrio enfrentamiento entre el Ayuntamiento y el club, con cruce de comunicados, amenaza de denuncias y ruptura de relaciones.
El gol de Pesca puede con todo. “El mismo día lo vi 200 o 300 veces”, cuenta. “Nunca esperas marcar a un equipo de Primera División. Ese día hasta las seis y media de la mañana no conseguía dormirme. Me vi el partido entero, y nada, no podía. La adrenalina, la tensión...”. Y los ecos de Despechá, de Rosalía, lo que cantan en el vestuario cuando ganan y que no ha sonado tantas veces este año.
Por suerte, al día siguiente, 8 de diciembre, era festivo. Si no, habría tenido que empalmar con el trabajo. Los martes y los viernes se levanta a las cuatro y media de la mañana, y los miércoles y los jueves a las seis y cuarto. Acude al almacén familiar donde recogen la mercancía los pescaderos de los pueblos de la zona y a las diez hace una pausa para entrenar. Al terminar, regresa para repartir pedidos “para gente mayor, o gente que está trabajando”.
No se saltó el madrugón ni el día que le esperaban en Las Rozas para participar en el sorteo de los dieciseisavos. Se despertó a las 4.30, trabajó unas horas y su madre le llevó en coche a Madrid, donde sacó la bola que más deseaban Aranda, el club y él: “Ya he dicho que ya tengo regalo de Reyes”.
Pesca, madridista confeso, es un buscavidas del fútbol que rozó la élite cuando entró en ocho convocatorias del Valladolid en Primera hace casi diez años, y que, como uno de los líderes del vestuario, se empeña en que los jóvenes aprecien lo que están viviendo. Les dice: “Yo he estado en el Valladolid, en Austria, he jugado en Segunda B, y ahora estoy aquí con vosotros. Vosotros no habéis hecho nada de eso. Aprovechadlo, porque esto es un trampolín: podéis seguir aquí en Tercera y ser unos tercerolas, o progresar y el año que viene estar en un equipo mejor”.
Él exprime la felicidad de haber ascendido en el lugar donde se crió, después de dar vueltas por los campos de España. “Nunca sabes qué va a suceder en un futuro. Imagínate que ahora hay otra pandemia y se corta la Liga, que Dios quiera que no, pero bueno, nunca sabemos. Hay que aprovechar las cosas”.
Con ese pensamiento ha pasado las navidades, aguardando el partido del día de Reyes contra el Madrid, con jornadas agotadoras de reparto. El 23 de diciembre fueron 20 horas. “Para que todo el mundo tuviera su pescado y su marisco preparado para celebrar la Nochebuena”. Acaba la época más ajetreada del negocio familiar con el partido que más ilusión le hace.
Esta vez no contarán con la ventaja meteorológica que les ayudó contra el Cádiz: “Cuando vimos el campo y la climatología, le dije a mis compañeros: ‘Si no se suspende, tenemos una oportunidad de oro de ganar, porque no están acostumbrados a jugar en este tipo de campos. Ellos están acostumbrados a jugar en praderas”. Aquello era casi un estanque, y del agua sacó Pesca un cabezazo memorable.
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