Centrados y entretenidos
El vacío emocional en las Navidades lo han llenado, en parte, la NBA y una Premier League que han entendido a la perfección la importancia de tejer todo tipo de lazos con sus consumidores potenciales
Hubo un tiempo donde el deporte televisado servía para mantenernos centrados y entretenidos, estados que nos pueden parecer la misma cosa, pero no lo son. Es un poco como aquello de decirlo y hacerlo, no sé si me entienden. El caso es que entretener nos entretenía aquel Torneo de Navidad que cada año nos ofrecía en directo la televisión pública aprovechando que el calendario y los buenos propósitos soplaban siempre a favor del mismo, que para eso ejercía como local en su propio torneo, en su país y no digamos ya en aquella su RTVE de entonces. ¿Y cómo es eso de que además de entretenidos nos mantenía centrados? Pues bastaría con apuntar que todo fue un invento de Don Raimundo Saporta, eterno ejemplo de persona ordenada para quienes insisten en la teoría de que España es un país forjado al abrigo de un club de fútbol y baloncesto: el Real Madrid.
Hay que reconocerle a Saporta la visión de conjunto y una osadía inigualables en la época, además de otras muchas virtudes. Cuando nadie en América soñaba con el potencial evangelizador del Christmas Day o similares, él ya se había puesto manos a la obra para que el baloncesto rivalizase con el culto al Gordo de la Lotería, el nacimiento del hijo de Dios o la llegada a Cibeles de los tres Magos de Oriente. A mediados del siglo pasado, ni más ni menos. Y con todo el régimen franquista en contra, siempre siguiendo la versión de esta nueva historia de España que últimamente parece empeñada en equiparar al Madrid con el Partido Comunista o los revoltosos maquis. “Si escribiese mis memorias tendría que mentir”, solía bromear cuando le preguntaban por semejante posibilidad.
Aquella invención de Saporta vivió en los años 80 su etapa de máximo esplendor, incluido el hito de traer a la URSS de Sabonis y Chernenko para enfrentarla con el Madrid de Corbalán, Felipe González, el rey Juan Carlos I y aquella España que pronto votaría de manera mayoritaria por permanecer en la OTAN. Era lo que los cerebros de la World Wrestling Federation (ahora World Wrestling Entertainment) comenzaban a explotar como parte de aquellas tramas patrióticas que tanto dieron que hablar en algunas ediciones de Wrestlemania: buenos contra malos, nosotros contra ellos. Cómo de redonda saldría aquella edición que en una jugada del partido, Arvydas Sabonis machacó con tanta fuerza que el tablero estalló en mil pedazos. “¡Que lo pague, que lo pague!”, abucheaba el viejo Palacio de los Deportes. “Yo rompo tablero, pero tablero paga Real Madrid”, respondería el pívot lituano al ser preguntado. Eran buenas navidades, buenas broncas, buenos tiempos.
Aquel vacío emocional lo han llenado, en parte, la NBA y una Premier League que han entendido a la perfección la importancia de tejer todo tipo de lazos con sus consumidores potenciales. Y qué mejor manera que entablar una relación familiar perpetuada año tras año en los hogares de millones de espectadores, una tradición al estilo del Día de Acción de Gracias y la NFL o el propio Torneo de Navidad que terminó cayendo en el olvido más por falta de ganas que de interés. Es una pelea en la que de momento no se espera a LaLiga y que la RFEF trata de aprovechar con las nuevas fechas de la Copa del Rey. Digamos que es un comienzo, aún con tantos meses por delante para que se pueda atisbar una final.
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