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FÚTBOL
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Míchel I, de Girona

El Girona es el equipo de moda, pero no el de la sorpresa. Ya no es novedad lo bien que juega. La temporada pasada ya coqueteó con los puestos europeos y en esta se le ha ocurrido codearse con los candidatos a ganar la liga

Michel durante el partido entre el Girona y el Valencia.
Michel durante el partido entre el Girona y el Valencia.David Ramos (Getty Images)

Como seres humanos tendemos a normalizar lo cotidiano. Solemos acostumbrarnos pronto a lo extraordinario. Si lo vemos como algo habitual, ya no nos sorprende. Como que tengas cesta de Navidad en tu empresa, que te salga a devolver en la declaración de la renta, que un festivo caiga en lunes o disfrutar de lo bien que juega el Girona de Míchel. Cosas que hay que poner en valor por mucho que se repitan.

Si a la tercera va la vencida, a Miguel Ángel Sánchez Muñoz, la vencida le llegó en Girona. Después de conseguir el ascenso con su Rayo Vallecano y con la SD Huesca, solo pudo disfrutar unos pocos meses estando en Primera División en cada banquillo. Ha sido en Girona donde ha encontrado la estabilidad y un ecosistema que casa perfectamente con el club, el equipo y la afición. En la ciudad donde una postal de casas de colores se asoma al río Onyar, el nieto de la María se siente como en casa estando fuera del barrio. Míchel I de Vallecas ahora ha pasado a ser nombrado también Míchel I de Girona. Por su implicación con el equipo y con la ciudad, se siente un gerundense más e incluso tiene tiempo de aprender catalán. Y muy bien, por cierto.

Cuando ascendió con el conjunto rojiblanco bromeó pidiendo un poco de cancha al presidente Delfí Geli y al responsable de su llegada, Quique Cárcel. Dejó caer una demanda: que le dejasen quedarse algo más de cuatro meses, que es lo que pudo trabajar tanto en Vallecas como en Huesca en la máxima categoría. El club catalán le había renovado meses antes de saber si se consumaría o no el objetivo de volver a Primera. Eso es confianza y lo demás, tonterías.

Temporada tras temporada, el equipo no ha parado de crecer y el nombre de Míchel ha acaparado titulares más allá de nuestras fronteras, deslumbrando a propios y extraños.

El Girona es el equipo de moda, pero no el de la sorpresa. Ya no es novedad lo bien que juega. La temporada pasada ya coqueteó con la posibilidad de entrar en puestos europeos y en esta se le ha ocurrido codearse con los habituales, Barça y Madrid en los puestos donde se juega el título de liga. “Estamos haciendo historia. No puede ser algo normal”. No, Míchel, no lo es. No por esperado es menos significativo. Ser el equipo revelación de Europa queda muy bien como titular, pero aún mejor suena si miramos la clasificación. Por si fuera poco, este curso también se ha colgado el cartel de “rey de las remontadas”. Ahora los equipos saben que los partidos contra la escuadra de Míchel son molto longo.

El estilo del Girona y el sello que le ha imprimido el técnico vallecano al vestuario ha hecho que los rivales cambien su forma de jugar cuando se enfrentan a ellos. La valentía es innegociable, independientemente del equipo que haya enfrente, da igual si es en casa o fuera, el conjunto catalán es un reflejo de su entrenador.

Algunos lo comparan con el milagro del Leicester de Claudio Ranieri que ganó la Premier League en la campaña 2015-2016. Otros piensan que ya caerá, que el equipo se vendrá abajo en algún momento del año. Incluso el propio míster lo reconoce: “Debemos tener claro que no aguantaremos este ritmo”. De momento, no se desenganchan de merengues y azulgranas, y hay que sudar de lo lindo para arrebatarle algún punto.

Se acabaron las bromas con este equipo. El Girona va muy en serio en LaLiga y que dure lo que tenga que durar.

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