Míchel pone en pie a Vallecas y el Girona no perdona al Rayo en un partido de alta escuela
El líder vuelve a ofrecer otra muestra de su callo competitivo al remontar el gol inicial del equipo de Francisco, que nunca le perdió la cara al duelo y pudo empatar
La bocana de los vestuarios situada en el fondo que da a la calle Fofó convirtió el camino de Míchel al banquillo en un paseíllo con la que fue su hinchada puesta en pie. En ese mismo graderío, varias pancartas le compusieron un tributo de tanto costumbrismo barrial como conciencia de clase. “Míchel, el nieto de la María, bienvenido al barrio”, se pudo leer. Vallecas homenajeó al chico forjado en la esforzada realidad de sus calles que primero deleitó como centrocampista y después, como entrenador, logró un ascenso a Primera y buenas mañanas de buen fútbol. La de este sábado fue magnífica por entretenida. Por ver a dos equipos que se empeñaron en que hay fútbol más allá del duopolio Madrid-Barcelona. Venció el Girona (1-2) porque jugó muy bien y porque supo ganar cuando impuso su superioridad, que no fue siempre.
También ganó el Girona porque está teniendo callo competitivo. Ya remontó hace una semana en una plaza áspera como El Sadar y este sábado lo volvió a hacer ante un Rayo respondón y amenazante. Son ya 34 puntos, once victorias y un empate, y los futbolistas de Míchel parecen espoleados por los augurios de que en algún momento se caerán. Por ahora, su dinámico y atrevido fútbol no da síntoma alguno para ello.
El Rayo perdió, pero generó juego y ocasiones para empatar e incluso para ganar. De un tiroteo prolijo, 33 disparos a puerta entre ambos equipos, y de un partido plagado de detalles tácticos y técnicos embelesadores, salió vencedor el líder por culminar sus ocasiones cuando emergió su juego de alta escuela. Por juego, las tablas hubieran contentado a ambos por igual.
Si hay un estadio con tradición vespertina es el del Rayo, que se llenó atraído por la figura de uno de sus mitos y el atractivo juego que despliega su Girona, que se presentó líder a la cita y salió de ella reforzado una jornada más. Se agarró el Girona a su pedestal, pese a las embestidas de su rival en los primeros compases de cada tiempo. Los inicios del Rayo deleitaron por vertiginosos y ambiciosos. Sus primeros 20 minutos fueron mandones y sin complejo alguno. Su presión inicial fue tan agobiante que el Girona tardó casi 10 minutos en asomar por el área de Dimitrievski.
Fue esa presión la que propició el tanto del Rayo. El omnipresente Isi peleó una pelota en la frontal del área de Gazzaniga y el rebote le cayó a Álvaro García. El extremo orientó la pelota con el pecho y soltó un derechazo ajustado que se coló tras dar en el palo. Se inflamó Vallecas, que todavía contempló otros 10 minutos primorosos de su equipo. Camello pudo meter tierra de por medio tras una pérdida de Eric García, pero a su disparo cruzado respondió Gazzaniga con una buena mano.
Si alguien sabe que, por sus dimensiones, jugar en Vallecas a más de tres toques es favorecer la defensa del contrario ese es Míchel. Tardaron sus futbolistas más de 20 minutos en entenderlo. Se lo habían mostrado los propios jugadores de Francisco, que maneja al equipo del campeonato más veloz en las transiciones. Le está faltando contundencia al Rayo, pero en ese sentido su técnico ha sabido mantener la verticalidad del juego que le imprimió Iraola.
Cuando se acomodaron a la necesidad de soltar la pelota rápido, emergió ese Girona tan bonito de ver. Fútbol que llena el ojo. Quizá sea Míchel uno de los entrenadores que mejor se ha impregnado del legado de Guardiola. Sus laterales también se convierten interiores o incluso en mediapuntas, como es el caso de Miguel Gutiérrez. También hay cortes permanentes de sus jugadores por los picos del área, otra secuencia muy guardiolesca. El exmadridista fue el primero que metió en convulsión a su equipo. Apareció en los pasillos interiores y a su agitación se sumaron Aleix García, primer internacional de la historia de su club tras la llamada de De la Fuente, Tsygankov, Savinho y Dovbyk. Entre ellos engrasaron la máquina de combinar con precisión y velocidad en los últimos 30 metros que ha diseñado Míchel para desmontar defensas cerradas.
Una rosca de Iván Martín tras una de esas paredes en la frontal del área la embelleció Dimitrievski con un vuelo estético y eficaz para meter la manopla. El meta macedonio también vio desde el suelo cómo Lejeune despejaba la pelota contra el poste sobre la raya de gol tras un remate de espuela de Dovbyk. Ya se gustaba el Girona, con Arnau y Blind, ejerciendo de centrales y también de líberos para atacar espacios o ayudar en las construcciones. Dovbyk igualó el partido en otra jugada ligada a toda mecha tras una pérdida de Isi. El ucranio cazó el pase atrás de Tsygankov.
Con la igualada, el Rayo acometió otra vez su intento de imponerse con una salida intimidante del descanso. Camello cabeceó al palo, Pacha Espino exigió a Gazzaniga y un disparo de Trejo se endiabló tras tocar en Eric García y se estrelló en el larguero. No sacó rédito el Rayo de su dominio, pero no lo cedió tanto como tras su avasallador primer arranque. Sucedió que el Girona también es un equipo quirúrgico y en otra pérdida montó otra sinfonía veloz de toques que acabó remachando Savinho.
Ya en ventaja, el Girona pudo cerrar el partido a la contra. Yangel remató al poste y Stuani no embocó otra ocasión clara. Todo en medio de un Rayo que no le perdió la cara al partido. No tuvo el premio del empate Vallecas, pero sí el consuelo de despedir a Michel como lo recibió. En pie y celebrando el éxito de uno de los suyos.
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