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“En Vallecas la gente tiene memoria”

Pese a estar en descenso, Míchel, el entrenador del Rayo, es aclamado como un líder por toda una vida en el club y en el barrio

Lorenzo Calonge
El entrenador del Rayo Vallecano, Míchel, en la Ciudad Deportiva del club.
El entrenador del Rayo Vallecano, Míchel, en la Ciudad Deportiva del club.Julián Rojas

Derrotado por el Getafe, sin haber ganado todavía en casa y en puestos de descenso, una parte de la afición dejó claro tras el partido del pasado domingo que el entrenador del Rayo, Míchel, era uno de los suyos. “Este es su barrio, donde ha crecido. Esta es su gente y no le vamos a abandonar nunca”, le gritaron a él y a toda la plantilla desde la grada. Horas después, el vídeo de esa comunión traspasó las fronteras del sur de Madrid y aclaró al mundo del fútbol que Vallecas tiene un líder, pase lo que pase. “He nacido en sus calles, fui capitán y jugué aquí casi toda mi carrera. No quiero ser el foco, pero la gente tiene memoria, no me sorprende lo que pasó. Siempre han estado a muerte”, explica el técnico un día después de un episodio que le provocó más de una lágrima. “Es que soy Escorpio, apasionado”, reconoce.

Su infancia le unió irremediablemente al club de la franja rojiblanca. Miguel Ángel Sánchez Muñoz, Míchel, de 42 años, hijo de “padres fruteros” y anclado a “un barrio obrero donde siempre ha habido pelotas para reivindicar”, dio las primeras patadas a un balón donde ahora el equipo celebra sus éxitos, en la fuente de la Asamblea. “Vivía justo al lado, en las chabolas de Madrid, como las llamaban. Ahí mis abuelos tenían una casa baja de dos plantas. Mi familia estaba abajo, con mi abuela, y mis tíos arriba. Luego el PSOE, creo, las tiró para construir pisos de protección oficial”, recuerda. Con siete y ocho años, se apuntaba a las entradas que daba el Rayo a los colegios para ir al fútbol los domingos a las 12, su misa particular; y, si no, se colaba con los amigos en los edificios que están pegados al fondo sin gradas del estadio. “Veíamos los partidos desde las ventanas de las escaleras. Bueno, en realidad, solo medio campo, los goles en una de las porterías nos los perdíamos”, admite con una sonrisa, ya vestido de calle tras el entrenamiento.

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Tan unido estaba a Vallecas que ni siquiera una llamada de la cantera del Real Madrid le sacó del barrio. “Mis padres no eran muy futboleros y pensaron que estaría mejor estudiando. Nosotros no teníamos representante ni entorno ni nada de lo que ahora rodea a los jóvenes. No éramos niños con una mentalidad de ser profesionales de esto”, señala. Sin embargo, llegó. Con 17 empezó a entrenar con el primer equipo, a las órdenes entonces de Camacho, y a los 18 entró a formar parte de la primera plantilla.

“Al principio, tuve dos años bastante malos, era anárquico en el campo. Cuando jugaba bien, era muy bueno, pero cuando lo hacía mal, éramos uno menos en el campo. Eso para los entrenadores resultaba difícil de llevar. Uno de ellos, Paquito, me dijo que era el futbolista con más talento, pero el que menos iba a jugar. Yo tampoco me hubiera alineado”, admite. Por suerte para él, una cesión a tiempo al Almería terminó de centrarle. En 2015 se retiró del fútbol tras 15 campañas en Vallecas y como máximo goleador de la historia del club (53). En medio, dos breves experiencias en el Málaga y en el Murcia, donde se convirtió en el fichaje más caro hasta ese momento (2003/04) de la historia de la entidad, algo que terminó siendo una carga para él.

”Me siento en peligro”

Una victoria (en Huesca), dos empates y cinco derrotas es el balance del equipo en las nueve primeras jornadas. Después de no ganar desde hace dos meses, el partido aplazado (por las obras en el estadio) de este miércoles en casa contra el Athletic y el duelo en Girona del siguiente fin de semana empiezan a resultar más que importantes para el equipo y también para el futuro de Míchel. “Claro que me siento en peligro. La reacción de la afición [tras perder ante el Getafe] fue espectacular, ¿pero quién aguanta a un entrenador que pierde? Es imposible”, apunta sin dudar. “No me esperaba este inicio tan complicado. La categoría nos ha penalizado mucho, nos falta más determinación en las áreas. Siento que los jugadores están comprometidos. En eso sí me considero buen técnico porque soy capaz de transmitir mis ideas. Pero si no logras buenos resultados... Ahí tengo un come come conmigo y tengo que encontrar soluciones”, explica.

"La competición me ha puesto en mi sitio", afirma con naturalidad

En un año y medio de calendario, ha entrenado a los juveniles de Rayo, en Segunda y ahora en Primera. Fue la solución a un conjunto que coqueteaba con la Segunda B y, la temporada siguiente, lo ascendió a la elite. Como le cantaba este domingo la afición: “Nos sacó de Segunda, del Rayo hasta la tumba, Míchel contigo siempre”.

“La Primera le exige más a un técnico porque enfrente tienes más talento. Por ejemplo, he visto que debemos mejorar el segundo movimiento de presión. Error mío porque me ha llevado tiempo darme cuenta. La competición me ha puesto en mi sitio”, afirma con naturalidad. “Y, por lo general, a veces me olvido de estar cerca de los jugadores, que ellos también pueden tener un mal día, que no son robots”. Heredero de Paco Jémez, de quien fue su ayudante nada más dejar los terrenos de juego, argumenta que lo que más valora es la relación de “tú a tú” con los futbolistas. “Cuando te diriges a un grupo, si te lo preparas, hasta puedes llegar a calar. Pero frente a frente, ¿ahí qué te preparas?”, se pregunta. “Yo nunca he engañado a un jugador”, concluye.

"Yo no publico mis discusiones con el club"

El enfrentamiento entre gran parte de los aficionados del Rayo Vallecano y el presidente, Raúl Martín Presa, es público y diario. Los primeros adoran a Míchel, como se lo demostraron traer contra el Getafe. El segundo es su jefe y lo contrató. Y, en medio, está el técnico, que reconoce que, a veces, el choque lo coloca en una situación delicada. "Yo intento que solo se hable de lo deportivo. Que haya disparidad de criterios no quiere decir que estemos tan lejos. Mi principal labor es sacar todo el jugo a la plantilla", afirma el entrenador en un intento de templar ánimos. "Pero no por hacer mucho ruido haces bien a la entidad. Y no hablar no significa que no estés haciendo nada. Yo no voy por ahí publicando mis discusiones con gente del club", advierte.

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