La ‘madriditis’, un complejo sin cura
Joan Laporta, un hombre que se mueve con optimismo en las tormentas, necesita darle caña a la oposición, que la representa el Real Madrid
Sociológicos y distraídos.
“Madridismo sociológico” dijo Laporta y excitó al mundo del fútbol, que será algo cutre, pero tiene corazón y se sensibiliza con estas cosas. Ahora llega el Clásico con su energía histórica, un atractivo futbolístico debilitado y esta polémica de corte intelectual algo difusa y, por lo tanto, interpretable. Pero los Clásicos necesitan sabor y este lo tendrá desde el lado más tedioso y moderno: el de la polémica. Lo del “madridismo sociológico” fue una ocurrencia brillante, pero sin más pretensión que la de tirar tinta de calamar sobre el insistente caso Negreira. Insistente porque, para atrás, hablamos de 18 años de indecencia y, hacia adelante, el tema se empeña en reaparecer, en forma de sospecha, cada vez que un árbitro toca el silbato. Secuelas de un deplorable desliz moral que le pasó desapercibido a cuatro presidentes, lo que nos autoriza a hablar, para no ofender, de “barcelonismo distraído”.
El brillante y optimista político.
La sociología es una ciencia que estudia el comportamiento de la sociedad. Joan Laporta, ese hombre que se mueve con optimismo en medio de las tormentas que atraviesa el Barça, en el último ciclo electoral se presentó en sociedad, entre provocador y juguetón, con aquella pancarta plantada en las inmediaciones del Santiago Bernabéu que decía: “Ganas de volver a veros”. Llegó, vio y, de momento, triunfó solo un poco. Pero, palancas mediante que aplazan pero no disimulan la catastrófica situación económica, tuvo la virtud de renovar la ilusión del barcelonismo más peleón, con su estilo de político siempre en campaña. Y como buen político, necesita darle caña a la oposición que, desde muchos antes de aquella pancarta, sabemos que la representa el Real Madrid. Club centralista y poderoso que carece de fuerza espiritual porque solo piensa (qué horror) en ganar. Puestos a hacer oposición, al Madrid se lo acusa de ser beneficiado por los árbitros, cosa extrañísima porque, según sabemos, el que les paga es el Barça.
El madridismo psicológico.
De modo que lo de “madridismo sociológico” sigue dando vueltas. Coherente con estos tiempos, la frase hizo fortuna sin que sepamos bien lo que significa. Para agregar complejidad, la interpretación varía (puede ser una cosa o la contraria) según la camiseta que tengamos puesta. Un barcelonista seguramente verá implícita en la frase el abuso de poder que sufren y del que algunos medios (“central lechera” para respetar el relato culé) son cómplices. Un madridista ingenuo seguramente lo interpretará como un reconocimiento a la fuerza popular y universal de su club. Pero como la cosa no parece ir de elogios, quizás tengamos que apelar al “madridismo psicológico” para ponerle luz al asunto. Y lo cierto es que la voz del hincha, no siempre descabellada, desde siempre diagnosticó estos ataques como “madriditis”, término que define complejos que el tiempo no acaba de curar.
Y a todo esto, hay un partido.
El Clásico siempre ayuda a definir la salud de nuestro fútbol y aquí sigue el desconcierto. El Real Madrid y el Barça defienden intereses parecidos ante la Liga, seguramente porque los dos creen que ese barco empieza a resultar pequeño para dos pasajeros tan grandes. Pero, incapaces de remar en la misma dirección, Florentino Pérez no acudirá al partido para teatralizar su malestar por las declaraciones que hizo sobre Vinícius un directivo del Barça que no tiene ni idea de lo que representa. De paso, Florentino intentará encontrar tiempo para pensar en lo de “madridismo sociológico”, ese enigma que tan feliz hace al Barça y tanto desconcierta al madridismo. A todo esto, hay un partido lleno de lesionados en el que no estarán Messi ni Cristiano, Pep ni Mou. Pero que nadie se preocupe, habrá conversaciones entretenidas sobre cuestiones tan interesantes como las que les acabo de contar.
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