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INVASIÓN DE CAMPO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A mis 16 años

El caso de Lamine es una bendición para el fútbol, seas del equipo que seas. Camina como un chaval de su edad y sonríe a las cámaras como si le diera vergüenza. Nada que ver con quién es sobre el campo, un jugador descarado y desequilibrante.

Lamine Yamal
Lamine Yamal durante el partido de La Liga frente al Sevilla.PAU BARRENA (AFP)

A los 16 años no tienes carnet de conducir, como mucho de moto. A esa edad o estás acabando o acabas de finalizar la enseñanza obligatoria, pero no tienes mucha idea de qué quieres hacer con tu vida. Tu mayor preocupación es salir con tus amigos. El plan da igual. Practicas algún deporte, o puede que toques algún instrumento, sueles hacer algo después de clase que te permita evadirte mentalmente de tus obligaciones como estudiante adolescente. A los 16, ni eres lo suficientemente joven para según qué cosas, ni eres tan mayor para otras. Pero tienes que empezar a elegir, y elegir por ti mismo cuesta, tengas la edad que tengas. El miedo a equivocarte asoma.

A mis 16 años me preocupaba qué iba a ser de mayor. Tenía más o menos una idea aproximada de que iba a estar relacionado con el deporte. Me daba igual de qué forma, pero deporte, seguro. A esa edad aún me daban paga, jugaba a baloncesto, y cuando no estaba entrenando estaba viendo partidos por televisión. A los 16 años te toca hacer muchas cosas en la vida que seguramente pensamos que nos vienen grandes, pero dudo que esté en nuestros planes disputar un partido de Champions.

Con 16 años y 83 días, Lamine Yamal acaba de renovar con el Barça hasta 2026, cuando tendrá 19, y con un clausalazo de 1.000 millones. Y puede celebrarlo hoy en O Dragao donde, si ve puerta, se convertirá en el futbolista más joven en marcar en la historia de la competición, desbancando a Ansu Fati.

El caso de Lamine es una bendición para el fútbol, seas del equipo que seas. Tiene un DNI sobre el campo y otro fuera de él. Sonrisa de hierro por los aparatos, le tienen que llevar al entrenamiento en coche, también a los partidos. Camina como un chaval de su edad, algo desgarbado, sonríe a las cámaras como si le diera vergüenza.

Nada que ver con quién es sobre el campo, descarado y uno de los jugadores más desequilibrantes de la liga. En plena adolescencia, Lamine no tiene miedo a equivocarse, siempre suele tomar la mejor decisión que consiste en dejar a los rivales atrás y el balón delante de él. Le pone electricidad al juego y una visión privilegiada a esto del balompié. En pretemporada pocos podían imaginar su progresión y su irrupción en el equipo de Xavi. Ahora es necesario, diferencial. Desprende madurez en su juego tanto en el primer equipo del Barça como en la selección absoluta.

Hay quien dice que va a marcar un antes y un después en el club azulgrana. Son los mismos que ansían algo a lo que aferrarse desde la salida de Messi. Esa presión y esa losa no le corresponde a él, a Lamine, sino al fútbol que es quien maneja todo esto. De Ansu también se decía lo mismo y las lesiones nos están privando, de momento, de disfrutar de lo que pudo ser y no está siendo.

El blindaje estratosférico que le ha hecho el Barça responde a lo que ya es pero, sobre todo, a lo que puede llegar a ser, si el físico le respeta. Es por eso que Xavi avisa de que “es un futbolista diferencial, pero hay que cuidarle, tiene muy corta edad para quemarle”. Qué difícil se hace privarse de ver a un futbolista que ofrece tanto espectáculo. ¿Eso es el fútbol no? Disfrutemos. Nos hemos acostumbrado a tanta precocidad que lo hemos adoptado como normalidad cuando no lo es. Los 16 son los nuevos 25.

Y vosotros, ¿qué estabais haciendo con 16 años?

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