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FÚTBOL
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Las futbolistas lo saben, es ahora o nunca

Putellas o Bonmatí, como las 39 que se han plantado ante la federación, asumieron pronto que el triunfo deportivo les dio voz y poder. Y hoy exhiben sin vergüenza una postura de fuerza ante una oportunidad de oro

Jennifer Hermoso, Alexia Putellas e Irene Paredes
Jennifer Hermoso, Alexia Putellas e Irene Paredes, tres de las más veteranas de la selección española, tras ganar el Mundial en Sídney.DAN HIMBRECHTS (EFE)
Nadia Tronchoni

Habló alto y claro Alexia Putellas. Una deportista a la que siempre le gustó expresarse mejor con la pelota que desde la poltrona. Pero brillan y exigen esos dos balones de oro. Y la futbolista, jugadora de equipo, aprovechó un escenario ilustre, el Parlament de Catalunya, para lanzar un mensaje. Ganarse a la opinión pública. Enfocar el discurso. “No nos pararemos aquí”. La renuncia de las 15 hace un año se quedó a medio camino. Fue un sí, pero no. Explícito en aquel “olé tus huevos” del presidente Rubiales al seleccionador Vilda. Para quienes perpetuan el status quo en el seno de una federación de cimientos obsoletos y valores inexistentes el Mundial femenino que ganó España en Sídney lo ganaron ellos, los responsables que no cedieron a un pulso que consideraban antideportivo. Para los que saltaron y gritaron con el triunfo de 23 jugadoras a las que se ninguneó hasta el insulto y el desprecio, hasta el acoso y la coacción, las campeonas fueron solo ellas. Por eso hablaba Putellas de “consenso, valor y liderazgo”.

La selección femenina ha perseguido el consenso esta vez, mucho más que en la crisis de las 15, de la que aprendieron el cómo y el cuándo. Las que firman hoy un comunicado en el que se plantan ante las estructuras viciadas y masculinizadas del fútbol español son 39 jugadoras, las que jugaron y ganaron el Mundial y las que se quedaron mordiéndose las uñas en casa y viéndolo por la tele. Eso es unidad, incluso con las contadas excepciones de aquellas que, en un ejercicio respetable de su independencia, han avisado a la federación de que, llegado el caso, no tendrán reparos en volver a ponerse la camiseta.

Las jugadoras han tenido valor para denunciar qué cosas no van a tolerar y señalar unos cuantos nombres propios y, así, que esta vez nadie les acuse de exigir vaguedades. Valor para enfrentarse a una sanción que podría dejarlas no solo sin volver a jugar con España, también sin poder jugar al fútbol, desprovistas de unas licencias que otorga esa federación a la que se enfrentan. Se sienten fuertes porque han movilizado a un país, que se alegró como nunca de un triunfo del equipo femenino. Fue un éxito colectivo. Y un logro del que pronto se adueñó el feminismo. Por eso apuntan en su nota a “actitudes que van contra la dignidad de las mujeres”.

España tiene hoy unas cuantas líderes entre sus filas, comandantes en el vestuario y sobre el césped, adalides del feminismo de nuevo cuño, el del solo sí es sí, el del consentimiento en el centro. Futbolistas mujeres que usan su voz para las causas sociales y contraponen su figura a la de esos futbolistas hombres que siempre defendieron la idoneidad de no mezclar deporte y política. “No debemos permitir que haya abuso de poder en una relación laboral ni faltas de respeto”, denunció Aitana Bonmatí, MVP del Mundial.

Putellas y Bonmatí, como Hermoso, valiente al denunciar un beso que nunca pidió pero que difícilmente antes se habría judicializado, asumieron pronto que el triunfo deportivo les dio voz y poder. Y hoy exhiben sin vergüenza una postura de fuerza. Tienen una oportunidad de oro. Porque nunca antes dispusieron de un altavoz tan grande como hoy. El beso no consentido de Rubiales les dio los argumentos que les faltaban para convencer a la sociedad de que aquellos cambios que reclamaron tras la Eurocopa 2022 eran necesarios. Y lo siguen siendo.

Se están jugando su futuro. Y el de las que vendrán. Es ahora o nunca.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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