David Hume anda por Sevilla... y no es delantero
La disculpa de Víctor Orta con Sergio Ramos no debería pasar desapercibida en estos tiempos revueltos que rodean al fútbol
Ya sé que los tiempos de esto del futbol andan entre revueltos y asquerosos, como si una dana hubiera caído sobre el futbol español y lo hubiera puesto todo patas arriba. También sé que, hoy en día, todo lo que no sea mercado, intercambio, cifras y fair play no ocupa ningún titular. También constato que en medio de todos los comentarios subyacentes se cataloga al fútbol y a sus elementos como gentes fuera de la realidad, movidos por la avaricia y el dinero, tipos fuera de la sociedad y de las auténticas verdades de la vida.
Y, por hacerlo corto, también soy consciente de que en este inicio de curso político hay temas mucho más determinantes y decisivos para España que los asuntos del fútbol, salvo que este tema también sea prioritario, que lo dudo, en todas esas conversaciones, negociaciones y demás herramientas políticas en los que la actualidad nos tiene embebidos. Hasta hemos descubierto que Arabia Saudí no es solo un país vinculado al fútbol, sino que parece que también andan interesados en otros activos de nuestra economía española.
Todo eso lo sé, lo conozco y lo acepto, pero no acabo de entender por qué si en una sala de prensa de un club de fútbol se cita a David Hume y un director deportivo pide perdón no una sino dos veces, de forma sincera y directa al afectado, no entiendo que todo eso pase desapercibido en medio de una presentación multitudinaria, calurosa y llena de focos.
Antes que nada decirles que conozco a Víctor Orta de vernos en esos pasillos, ascensores, aeropuertos y congresos en los que se intercambian frases amables, teléfonos y buenos deseos pero no mucho más. Le he seguido la pista porque es uno de los discípulos de Monchi, siempre Monchi, que ha hecho una excelente carrera fuera de nuestras fronteras y que suele tener siempre cosas jugosas para diseccionar mas allá de que yo pueda o no estar de acuerdo, y su regreso al Sevilla me parecía uno de esos regalos que agradeces y al mismo tiempo sabes que lleva dentro una carga explosiva tremenda.
Por eso quise seguir la presentación de Sergio Ramos, una de esas llenas de luces y también de aristas que pueden pinchar el globo de la ilusión, una de esas que se puede afrontar con el latiguillo de “esto es el fútbol” o “todo es posible en fútbol”, o puedes elegir la opción de ponerte a puerta gayola, sacar el capote del relato y proteger de esa forma a tu club, a tu presidente y su junta directiva y al jugador que estás presentando, uno de esos, además, que no necesitan ninguna presentación.
A mí me parece de gran valor, valor añadido en un país donde nadie explica nada de sus procesos de decisión, abrir la puerta de su despacho y explicar todas las dudas, las certezas, los criterios con los que se han movido en este mercado convulso y liquido que es el del fútbol actual. Me parece de enorme valor el aceptar que no se tienen todas las respuestas y que aquello que ayer parecía un problema hoy puede ser una solución.
Si a eso le añadimos la cita a David Hume y recordar la capacidad del ser humano de rectificar, reflexionar e incluso cambiar de opinión, y su humildad para pedir perdón a Sergio, pues qué quieren que les diga. Llámenme filósofo, pero a mí me congracia con el fútbol y su capacidad de poder aportar ejemplos a la sociedad, esa capacidad que creía desaparecida y pensaba que ya era un recuerdo del pasado.
No sé cómo va a ir este fichaje, ni si va a ayudar a cambiar la complicada dinámica del Sevilla, no sé si en enero de 2024 Víctor Orta y su caso Sergio Ramos será estudiado en las escuelas de negocios, o si Orta llegará a comerse los turrones, pero en tiempos donde los principales dirigentes se esconden tras comunicados, jefes de prensa y citas en X, antes Twitter, a mí me gusta esta gente que explica, aclara, acepta y mira hacia delante.
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