Lola Gallardo, portera del Atlético y una de las 15 que renunció a la selección: “Tenían un poder muy grande y se les acabó”
La sevillana conversa con EL PAÍS y dice sentirse aliviada: “Se ha demostrado que no somos unas niñatas ni unas caprichosas”
Lola Gallardo (Sevilla, 30 años) es una de las referentes del fútbol español. Lo es dentro del campo —ganó tres Ligas con el Atlético de Madrid y la Champions League con el Olympique de Lyon—, y también fuera. Desprejuiciada y atrevida, franca y peleona; sobre todo valiente, la portera del Atlético fue una de las 15 que plantó cara a Jorge Vilda y Luis Rubiales. Nunca rectificó. Antepuso sus creencias a la fama, el feminismo al oro. Con Luis Rubiales suspendido por la FIFA, descuelga el teléfono y lo primero que suelta es que se siente aliviada.
Pregunta. ¿Por qué se siente aliviada?
Respuesta. Lo estaba antes, ahora mucho más. Se ha demostrado que no somos unas niñatas ni unas caprichosas. No sé qué más tiene que pasar para que quede claro.
P. ¿Qué pensó el viernes durante la intervención de Rubiales?
R. No la pude terminar de ver. Me estaba cabreando. Después sí miré redes sociales… No sé cómo describirlo, ¿lamentable?
P. ¿Después de todo lo que ha pasado, las que pidieron (y no rectificaron) no ser convocadas a la selección también se sienten ganadoras del Mundial?
R. Es muy duro. Las que nos quedamos sin jugar hemos sido nosotras. Se nos ha juzgado por muchas cosas, pero las ideas están por delante de una medalla.
P. ¿Le sorprendió lo que pasó con Rubiales?
R. ¿El beso a Jenni? No, pero lo que no sé es si se le hubiese pasado por la cabeza hacerlo con Irene, Alexia o cualquier otra jugadora. No sé si lo tenía pensado o no. Fue un gesto horrible. En el fútbol masculino jamás hubiese pasado. En su discurso dijo que era como darle un beso a su hija. Jenni no es su hija. Es una deportista profesional. Nada más.
P. ¿Cómo era el trato de Rubiales con las jugadoras?
R. Nunca fue cercano a nosotras. No viajaba con nosotras. La primera vez, en este Mundial. Pero como se había armado el revuelo de las 15, por eso estuvo presente en todo momento en Australia y Nueva Zelanda. Creo que nunca nos han tratado como a futbolistas profesionales. Y no me refiero solo al trato. El hecho de que en cada concentración tuviéramos que estar peleando por mejorar las cosas... No era demasiado lo que pedíamos. Solo queríamos que nos dieran las comodidades necesarias para no tener que pensar en otra cosa. Eso en el fútbol masculino no pasa. Igual que con los resultados. Había una selección potente y no se ganaba. En el masculino se hubiesen tomado medidas, aquí nunca.
P. ¿Si el femenino no le importa, por qué tenía esa alegría exuberante en las celebraciones?
R. España había ganado un Mundial después de haber jugado solo tres. Rubiales, con esa actitud, parecía que le quería quitar el protagonismo a las jugadoras. Todo es parte de lo mismo: los detalles.
P. ¿Como cuáles?
R. Como hablar, por ejemplo, de campeones y no de campeonas. ¿Quiénes estaban en el campo? 23 futbolistas.
P. ¿Pero eso también lo ha dicho Jorge Vilda?
R. La gente que aplaudió el discurso de Rubiales no debe quedar en el olvido. El que lo celebra tiene la misma culpa que el que lo dice.
P. ¿Y el rol de los futbolistas?
R. No lo sé. Solo sé que tuvimos que llegar a este límite para que la gente nos crea. No me parece justo. Nos hemos perdido el sueño de jugar el Mundial. No pedíamos mejoras porque nos apetecía. Lo hicimos porque somos ambiciosas y queríamos ganar.
R. Sí, claro. Por suerte, a pesar de lo que está pasando, pudimos tener una conversación divertida. Le mandé la foto que iba a subir a las redes para apoyarla y nos reímos al recordar el momento.
P. ¿Cómo estaba?
R. Me dijo que se sentía fuerte, pero que necesitaba estar tranquila. Todos estamos con ella. Quedó demostrado.
P. ¿Por qué durante el Mundial se vendía la imagen de que estaba todo bien?
R. Nunca compré eso de que todo estaba bien. Cuando ganas, se tapa todo. Pasa en la selección y también en los clubes. Pero cuando pierdes todo sale de nuevo. Los que estaban bien ahí eran Rubiales y Vilda. Y por eso actuaron como actuaron cuando las jugadoras ganaron: “Olé nuestros huevos, con la que habían liado estas niñatas chantajistas”. Estoy segura de que no se alegraron por el femenino, sino por lo que consideraban una victoria personal.
P. ¿No habían sido claras con las peticiones y por eso las trataban de niñatas chantajistas?
R. Para mí habíamos sido claras, lo que pasa es que a la gente le gusta el salseo. No pedimos otro seleccionador, eso no era nuestra competencia. Nosotras pedíamos que, teniendo la selección que teníamos, tanto en la Eurocopa de Inglaterra como en el Mundial de Francia, hubiera más calidad en los entrenamientos. Un plan de acción, en definitiva. Ahora el tiempo nos ha dado la razón. Es lo que más rabia me da.
P. ¿Qué opina de la subida de sueldo de Jorge Vilda?
R. Que parece el patio del colegio: “Tú quieres medio millón, pues aquí lo tienes”. Cuando las cosas se hacen sin analizarlas, no pueden salir bien nunca. Durante todos estos meses, desde la federación se había hecho callar a mucha gente. Ahora lo ha visto todo el mundo. Ya no pueden decidir qué se publica y qué no. Tenían un poder muy grande. Y ese poder se acabó.
P. ¿Y el poder de Jorge Vilda, que no quiere renunciar?
R. Eso lo decidirán los que vengan. El Mundial fue fruto de las jugadoras.
P. ¿Ganaron a pesar de Vilda?
R. Sin duda. Teníamos una selección poderosa, con jugadoras supertalentosas y ambiciosas.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.