McLaren pone las cosas en su sitio: doblete de Piastri y Norris en Shanghái

McLaren se puso serio este domingo en China, donde el viernes se complicó la vida en la cronometrada que ordenó la parrilla con vistas a la prueba al sprint, en la que Lewis Hamilton logró su primer triunfo, aunque fuera parcial, enfundado en el mono de Ferrari. La pifia de McLaren fue entonces por arrogancia, al plantear con un enfoque demasiado agresivo esa mini Q3. El sábado, en la cronometrada convencional, la escudería británica dejó de hacer inventos y se aseguró la pole position con Oscar Piastri, la primera en la trayectoria del australiano. El joven piloto de Melbourne, de solo 23 años, ya había demostrado antes que la frialdad es uno de sus mayores atributos.

En Shanghái, Piastri simplemente tuvo que sacar un poco los codos a final de recta para mantener a raya a George Russell, y de allí se fue directo hacia la tercera victoria de su vida. La magnífica arrancada del segundo McLaren, el conducido por Lando Norris, le permitió al británico deshacerse de su compatriota de Mercedes entre la segunda y la tercera curva, y recolocar a los dos bólidos papaya al frente del pelotón, el lugar que les corresponde por potencial, al menos en estos primeros compases de campeonato. Ni siquiera los problemas en el pedal de freno que sufrió el corredor de Somerset durante los últimos diez giros, que le obligaron a conducir como quien se va de vacaciones, pudieron evitar el primer doblete de la estructura de Woking, y el medio centenar de su historia.

El podio lo completó Russell, completamente en fuera de juego, mientras que Max Verstappen encontró una grieta en los Ferrari, otra vez con ganas de inventar y de hacerse la zancadilla a sí mismos. Hamilton (sexto) fue el único de los que optaba al podio que visitó dos veces el taller, mientras que un roce entre los dos monoplazas de Il Cavallino Rampante a las primeras de cambio dejó muy tocado el alerón delantero del coche de Charles Leclerc (quinto). Precisamente, ese besito entre los dos SF-25 derivó en su descalificación final. En el caso del monegasco, la pérdida de ese bigote del morro provocó que su coche pesara 799 kilos al acabar, un kilo menos del mínimo estipulado por reglamento (800 kilos). Hamilton, por su parte, fue eliminado porque el grosor de la tabla del suelo del suyo no llegó a los 9 milímetros normativos (oscilaba entre los 8,5mm y los 8,6mm, en función de la zona), como consecuencia del desgaste al rozar con el suelo. Fernando Alonso se vio forzado a abandonar en la cuarta vuelta de la carrera al quedarse sin frenos traseros en su Aston Martin, mientras que Carlos Sainz finalizó su primer gran premio con Williams el 10º, bastante más lejos de lo que vaticinaba la pretemporada, gracias a las descalificaciones de los dos Ferrari y del Alpine de Pierre Gasly.

McLaren sigue de fiesta, la que se pegó el año pasado al celebrar el título de constructores más de un cuarto de siglo después. Y allí sigue, con un prototipo incluso más superior que el de entonces y con una inercia que, al menos por el momento, lleva al equipo a contar las paradas del calendario por victorias. A pesar de la llegada de Hamilton, Ferrari sigue tumbada en el diván, nada nuevo en la casa de Maranello, y Red Bull no ha acertado con el diseño del RB21, “el cuarto coche de la parrilla”, según reconoció desde Shanghái el propio Verstappen, el animal competitivo más sediento de la Fórmula 1.

Hará bien McLaren en no desaprovechar en lo más mínimo esa posición de fuerza de la que goza gracias al MCL39, la auténtica referencia, si no quiere exponerse a una más que probable revitalización de la marca del búfalo rojo, que no parará hasta dar con la tecla que le permita comenzar a mirar hacia arriba. Ni en lo técnico ni tampoco en lo humano: las voces que apuntan a que el pobre estreno de Liam Lawson —en Australia sufrió un accidente y en China finalizó el 15º, tras clasificarse el último en la cronometrada— motivarán que el neozelandés sea sustituido por Yuki Tsunoda (Racing Bulls) en las próximas citas comienzan a ser recurrentes en el paddock, en una de esas maniobras prácticamente impensables en cualquier otro garaje que no fuera el de la compañía energética.