En Polonia se habla español
El segundo técnico Víctor Sánchez y los preparadores físicos Antonio Gómez y Lluís Sala trabajan en el rival de la Roja
En la selección polaca, segundo rival de España en la Eurocopa, este sábado a las 21.00, se habla castellano hasta el punto de que es el idioma oficial de los componentes del cuerpo técnico que capitanea el portugués Paulo Sousa. La presencia de tres preparadores españoles tiene la culpa: un segundo, Víctor Sánchez Lladó (Argentona, Barcelona; 39 años), que comparte responsabilidad con el portugués Manuel Cordeiro, y dos preparadores físicos, Antonio Gómez Díaz (Murcia, 44 años) y Lluís Sala (La Jonquera, Girona; 42).
Víctor Sánchez, formado como técnico en el Espanyol y en el fútbol base del Barça (siete años), lleva como asistente de Paulo Sousa desde 2013. Maccabi, Basilea, Fiorentina, Quanjian (China) y Girondins de Burdeos antes de aterrizar en la selección polaca. Desde la concentración del equipo en Sopot, cerca de Gdansk, Víctor explica su total identificación con el técnico portugués. “Después de ocho años juntos puedo decir que es agradable trabajar con él porque nos da siempre nuestra parte de responsabilidad y esto es algo importante en cualquier trabajo. Es un entrenador con convicción, que disfruta muchísimo con lo que hace, a veces en exceso. Quiere que todo salga perfecto. Busca dónde se puede mejorar y está continuamente haciéndose preguntas. Cada vez escucha más al futbolista y tiene un alto nivel competitivo”.
La oferta de la federación polaca les llegó por sorpresa. “Nos ponía por delante la posibilidad de trabajar con jugadores de un nivel altísimo, de estar presentes en una Eurocopa, y tenemos contrato hasta que finalice la fase de clasificación para el Mundial 2022. El presidente de la federación, Boniek, llama directamente a Paulo y se llega rápidamente a un acuerdo”.
La derrota ante Eslovaquia no entraba en los planes de los componentes del cuadro técnico. “Después del luto de rigor, lo único que queremos es que llegue el sábado y jugar. Es la única forma de poder revertir situaciones. Fue un palo duro. No merecimos la derrota. La incertidumbre nos penalizó. El partido contra España se ha convertido en una final, los dos necesitamos la victoria. Sabemos perfectamente que nos enfrentamos a un equipo que es mejor que nosotros. Pero luego el partido dirá”.
Nadie mejor que él para presentar en sociedad al inminente rival de los de Luis Enrique. “Tácticamente tenemos una organización de juego dinámica, muy poco estática. Se diferencia mucho la estructura del equipo con balón y sin balón. Intentaremos que España no se encuentre un equipo que esté 89 minutos especulando con el resultado y tener nuestros minutos de protagonismo. Sabemos que, si salimos a aguantar un empate, acabaremos perdiendo. Sabemos que enfrente está España que, aunque no ganara el primer partido, a nivel colectivo es muy fuerte. Sabemos que habrá fases del juego en las que tendremos que apretar los dientes y acostumbrarnos a no tener el balón”.
Personalmente a Víctor no le gustaría que Polonia jugara encerrada como Suecia. “En el fútbol a veces se cree que el resultado es el fruto del trabajo y no siempre es así. Suecia consiguió un empate extraordinario con un gran trabajo, pero en circunstancias normales, de las seis acciones de gol que tiene España, entran dos, sobre todo las dos primeras, y entonces ahora el discurso sería absolutamente diferente. Meternos tan atrás no nos gusta como modelo ni como concepto. Entendemos que en un partido el único equipo que puede decidir cosas es el que tiene el balón. Sin él estás a expensas de lo que haga el contrario”.
Tanto Víctor, como Lluís y Antonio, antes de charlar con EL PAÍS, recibieron recomendaciones expresas del gabinete de comunicación de la federación polaca para que no individualizaran en las condiciones de los jugadores, principalmente Lewandowski. “Lo más que puedo decir es que es el mejor jugador del mundo en estos momentos y sin la pandemia hubiera ganado el Balón de Oro, que así lo hubiera atestiguado”, apunta Víctor.
Antonio Gómez Díaz abandonó la disciplina del Barcelona con la llegada de Koeman, después de ocho años. Cuatro en el filial y cuatro en el primer equipo, donde trabajó con Luis Enrique, Valverde y Quique Setién. Antes había estado cinco años en Inglaterra, dos de ellos en el Liverpool de Benítez (2006-08). En enero se incorporó al cuadro técnico de la selección polaca. Se estrena, como sus compañeros, en una selección y reconoce que es muy distinto a un club. “Implica otra responsabilidad y también cambia la misma forma de trabajar. Aquí todo va muy rápido y con mucha intensidad. Somos un equipo que mezcla bien el físico y la técnica. Se nota la mano del entrenador, que exige un nivel de alta intensidad, pero también le gusta que tengamos la iniciativa del juego. La mayoría de nuestros jugadores en el aspecto físico son de un nivel alto-muy alto. Algunos han llegado con 40 y hasta 50 partidos y estamos aplicando entrenamientos de recuperación y optimización. A los jugadores no les queda otra que añadir una energía extra después de 11 meses de competición. Independientemente de que podamos tener dos o tres jugadores de gran calidad nuestra virtud está en la fortaleza del grupo. No nos obsesiona especialmente el posible calor de Sevilla. Estamos aplicando una serie de protocolos para que nos adaptemos lo mejor posible”.
Lluís Sala se unió al cuerpo técnico de Paulo Sousa en 2019, en el Girondins de Burdeos. “Aunque desde fuera se pueda pensar que somos un equipo eminentemente físico, la realidad es que tenemos jugadores de mucha calidad. Vienen de jugar en campeonatos como el italiano o el inglés. Para el partido contra España vamos a estar bien recuperados, lo más importante ha sido lamernos las heridas de la derrota contra Eslovaquia y veo al equipo en plenitud”.
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