Messi - Di María: la vieja guardia de la selección de Argentina ya es historia
Socios constructores de la Albiceleste más triunfal de todos los tiempos, ya no volverán a jugar juntos
Así como el fútbol necesita héroes, los grandes equipos de la historia se alimentan de sociedades esculpidas en mármol. La Argentina flamante bicampeona de América 2021-2024 y vigente ganadora de la Copa del Mundo 2022, un sandwich de títulos continentales y mundial que sólo España había conseguido entre 2008 y 2012, comenzó a despedir a un dúo convertido en leyenda tras el 1-0 a Colombia en la caótica final de Miami: los rosarinos Lionel Messi (37 años) y Ángel Di María (36), socios constructores de la Albiceleste más triunfal de todos los tiempos, ya no volverán a jugar juntos.
Mientras Messi, a pesar de que terminó la Copa América golpeado y en el banco de suplentes, seguirá jugando para Argentina en la reanudación de las Eliminatorias para el Mundial 2026, en septiembre ante Chile, Di María volvió a confirmar que llegó al final de su carrera en el equipo nacional: “Soñé que me retiraba de esta manera”, dijo.
En su última declaración con la camiseta albiceleste en un campo de juego, Fideo le dedicó el título al lesionado Leo: “Por fin hoy pudimos darle una alegría a él”. A la hora de la premiación, el 10 llamó a su viejo lugarteniente —y también a otro cacique, el defensor Nicolás Otamendi, de 36 años—, para que juntos levantaran la última Copa en común. El póster pronto estará colgado en las paredes de las habitaciones de miles de chicos que crecieron con Messi y Di María como sus padres futbolísticos del Club Atlético Selección Argentina.
Nacidos en el mismo hospital de Rosario con 235 días de diferencia, pero uno de Newell’s y otro de Rosario Central, la sociedad tuvo su preestreno con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, un torneo reservado para menores de 23 años: el pase de Messi para el gol de Di María en la final ante Nigeria sería solo el prólogo de la química en ebullición. Desde su primer partido en conjunto en la selección mayor, en septiembre de 2008, hace ya 16 años, la sociedad entre Messi y Di María totalizó 114 partidos juntos para Argentina, una cifra que se asocia más a compañeros de clubes que de selecciones (con Luis Suárez en el Barcelona, el argentino y el uruguayo sumaron 258).
El saldo positivo fue abrumador: la Albiceleste ganó 74 de esos partidos, empató 27 y sólo perdió 13. Sin embargo, las buenas de verdad se hicieron esperar demasiado, casi con crueldad. A la colección de frustraciones iniciales, que incluyeron tres finales perdidas de manera consecutiva entre el Mundial Brasil 2014 y las Copas América Chile 2015 y Estados Unidos 2016, le siguió la redención posterior cuando la revancha ya no parecía posible: juntos acumularon cuatro títulos entre las copas continentales de Brasil 2021 y Estados Unidos 2024, la Finalísima —el choque entre el campeón de la Conmebol contra el de la UEFA— 2022 y la Copa del Mundo Qatar 2022. De la consagración en Doha quedó la foto más emblemática entre los dos, cuando Di María, risueño, le explicó a Messi que la Copa que tenía entre sus manos era apócrifa. Ambos, uno en cada área del estadio Lusail, habían levantado un trofeo, pero sólo el de Fideo era original.
Aunque el fútbol sea incomparable en los tiempos, la dupla Messi-Di María quedará registrada en el libro de las grandes sociedades como, entre tantas otras, Alfredo Di Stéfano-Ferenc Puskas, Garrincha-Vavá, Pelé-Coutinho, Johan Cruyff-Johan Neeskens, Diego Maradona-Claudio Caniggia y, ya en el siglo XXI, Busquets-Xavi-Iniesta y, en los torneos femeninos, Alexia Putellas-Aitana Bonmatí.
En la concentración argentina de Miami hubo intentos para que Di María reconsiderase su renuncia. Incluso sus compañeros y el cuerpo técnico lo sondearon para que juegue simbólicamente los primeros 11 minutos, el número de su camiseta, en el partido ante Chile en Buenos Aires en septiembre, por la séptima fecha de unas Eliminatorias al Mundial 2026 que la Albiceleste también encabeza: sería una forma de recibir el calor del público argentino. Sin embargo, Fideo cerró todo tipo de posibilidad y ya se considera un ex futbolista de la selección.
Messi, en cambio, seguirá un tiempo más. Su última zanahoria es el Mundial 2026, al que llegaría con 39 años y en el que se convertiría en el único futbolista con seis Copas del Mundo. Ya tiene el récord de partidos jugados en ese torneo: 26. Sin embargo, el 10 aclaró más de una vez que tomará la decisión en el momento oportuno. En su entorno aseguran que, si bien quiere jugar el Mundial, no lo hará si no está en condiciones. Las presiones también tocarán la puerta: la FIFA y Estados Unidos lo necesitan. Messi es más importante que la suma de casi todas las selecciones.
La Copa América de Estados Unidos dejó una sensación ambigua: siempre mágico y otra vez campeón, la biología y sus 37 años empezaron a marcarle la cancha. Se lesionó por primera vez a los pocos minutos del Argentina-Chile de la segunda fecha —contractura en el aductor de la pierna derecha— y, si bien completó los 90 minutos, estuvo lejos de su versión ideal. Se quedó en el banco de suplentes del encuentro siguiente, ante Perú, y participó muy poco en los dramáticos cuartos de final, contra Ecuador, cuando incluso erró su remate en la definición por penales.
Tras su único gol en la competencia, en las semifinales frente a Canadá —un desvío a un remate de Enzo Fernández—, en la final ante Colombia se lesionó el tobillo derecho al pisar de mala forma el césped del estadio de Miami y debió pedir el cambio a los 20 minutos del segundo tiempo: en el banco de suplentes irrumpió en llanto, desconsolado. Siempre quedará la duda si, además de su edad y de una temporada en la MLS, una liga sin exigencia de alta competencia, el pésimo estado de los campos de juego de la Copa América también incidieron en sus lesiones, como les pasó a muchos otros jugadores de diferentes selecciones.
Aunque sea una verdad incómoda, Argentina ganó en velocidad y peligro con el ingreso de Nicolás González en lugar del 10 y comenzó a revertir un trámite que había favorecido a Colombia hasta entonces. No deja de ser un dato positivo para el campeón del mundo: esta vez no fue Messi dependiente. Según datos de Opta, el 10 disparó una vez al arco colombiano en la final. En el registro de todo el torneo, el 10 remató 13 veces en cinco partidos, aunque sólo seis de esos disparos fueron al arco. Di María, que terminó el torneo sin goles, remató 6 veces, 4 de ellos a puerta. Entre ambos, además, hubo 26 conexiones, 17 pases de Di María a Messi y 9 de Messi a Di María, las últimas reacciones químicas de dos socios eternos.
Argentina y Messi, insaciables, irán por más. Di María ya los mirará desde el retiro de los héroes.
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