La investigación que llevó a la suspensión por dopaje del ciclista Oier Lazkano
Los investigadores requisaron en abril el móvil y el ordenador del corredor, cuyo pasaporte biológico registró valores anómalos en cuatro ocasiones


A mediados de abril la policía antidopaje llamó a la puerta de Oier Lazkano en Andorra. Agentes de la International Testing Agency (ITA), la oficina independiente de control y gestión de los asuntos de dopaje de varias federaciones internacionales, acompañados de miembros de la UCO de la Guardia Civil especializados en la lucha contra el dopaje, informaron al ciclista vitoriano que le abrían un expediente de investigación después de haber observado que a lo largo de los tres años anteriores su pasaporte biológico había mostrado valores anómalos en cuatro ocasiones. Al corredor del Red Bull le dijeron, según fuentes cercanas a la investigación, que necesitaban que les proporcionara su teléfono móvil y su ordenador personal para volcarlos e indagar sus supuestas amistades con el hampa del dopaje, proveedores, médicos, colegas, entrenadores, y, más allá de su relación con Leo Piepoli, su entrenador oficial en el Movistar, sus posibles conexiones con entrenadores extremeños en sus años en el Caja Rural, equipo en el que pasó sus años como amateur, uno de los mejores que había conocido el ciclismo español. Un crack desde cadete que a los 25 años entregaba móvil y ordenador con su intimidad.
Aunque después de abril no volvió a disputar ninguna carrera (la última que corrió fue la París-Roubaix el domingo 13, Lazkano aún seguía siendo parte del Red Bull y en mayo participó en el campo de entrenamiento en Andorra del equipo con vistas a la Dauphiné Libéré, la prueba montañosa en la que, dando pruebas de una capacidad excepcional para un rodador grandote y pesado, Lazkano se había clasificado noveno en 2024. Un mes después, en el Tour, Lazkano pasó primero por la cima del Tourmalet. El Red Bull decidió ficharlo entonces pese al empeño que mostró el Movistar en mantenerlo como punta de lanza del equipo. Ganó el mayor poder económico del equipo alemán. Fue en la concentración andorrana de mayo cuando Lazkano se sometió al último control antidopaje y cuando el equipo decidió pararlo. No hizo ni Dauphiné ni Tour ni ninguna carrera más. Sin explicación alguna, Lazkano desapareció del radar del ciclismo.
Hasta finales de octubre. El jueves pasado, el cliente de la ITA en el caso, la Unión Ciclista Internacional (UCI), anunció que el expediente de investigación a Lazkano, de 25 años, se había convertido en expediente disciplinario acompañado de una suspensión provisional por presunto dopaje que se resolverá en una semana. El panel de tres expertos hematólogos que habían estudiado su perfil hematológico y los datos de reticulocitos y hemoglobina que se salían del patrón fijado, habían concluido por unanimidad que era más probable que Lazkano hubiera recurrido a un método prohibido (EPO, transfusiones…) para aumentar su rendimiento. El ciclista, que no ofreció explicaciones creíbles a esos valores, se enfrenta a una posible sanción de cuatro años de suspensión. Las anomalías en el pasaporte son un método indirecto: no hay sustancia encontrada en la orina o la sangre.
La visita, y su contenido, punto y seguido de un camino indagatorio de tres años, sintetizan en cierta forma la nueva forma de actuar de las agencias antidopaje y su uso de una artillería cada vez más pesada en un ambiente cada vez más complicado. Aunque las estadísticas que manejan les indican una prevalencia del dopaje en el deporte mundial superior al 20%, los análisis tradicionales en los laboratorios no detectan sustancias prohibidas en más allá de un 2% de muestras analizadas. El uso de la persistencia y la inteligencia como solución se acompaña en la lucha contra el dopaje de un reglamento tan estricto que considera que es un deber decir la verdad y que quien miente, conducta necesaria a veces para quien se defiende, merece una sanción aparte la propia del dopaje. Este castigo lo sufrió el atleta Mo Katir por modificar la fecha burdamente en una tarjeta de embarque que habría probado un viaje inopinado un día que no abrió la puerta a un controlador (una sanción de dos años se convirtió en cuatro), y le podría haber sido impuesto también, a mayores, a Lazkano si no hubiera entregado lo requerido: no colaborar equivale a obstruir.
Y el ciclista siempre había colaborado a lo largo de tres años de innumerables controles por sorpresa en su casa en los años (de 2022 a 2024) en que estuvo en el Movistar, la época en la que dieron con parámetros extraños o en los pocos meses en los que corrió en el Red Bull. Fue un proceso metódico y minucioso, similar al que usó el antidopaje del atletismo con la plusmarquista mundial de maratón, la keniana Ruth Chepngetich, en cuyo móvil hallaron pruebas de una supuesta red de dopaje. Y la ITA solo dio el paso definitivo cuando saltó el cuarto valor anómalo y sintió al fin que tenía bien atados todos los cabos.
La suspensión a Lazkano ha despertado a los aficionados de buena fe de un cierto sopor, una nube en la que todos los protagonistas del ciclismo repiten que los tiempos negros han pasado a las preguntas repetidas, ¿el ciclismo ha cambiado? También preocupa en Telefónica, el patrocinador principal del equipo Movistar, y en Abarca, la empresa dueña del equipo propiedad de Eusebio Unzue y el naviero israelí Idan Ofer (43% de las acciones). En un comunicado hecho público el viernes, el Movistar recalca que era desconocedor, evidentemente de los datos del pasaporte biológico del ciclista sin necesidad de recordar que ni sus médicos ni sus dirigentes tienen acceso los datos recogidos en el programa Adams, protegidos por la contraseña personal del corredor. Los resultados de los análisis que exige cuatrimestralmente la UCI también eran normales, explican en el equipo. Ninguna sospecha tampoco tenía el Red Bull cuando lo contrató, y esto también sorprende a los expertos, que recuerdan que cuando un equipo va a fichar a un corredor lo primero que le pide es su contraseña del TrainingPeaks (el programa de entrenamiento) y la del Adams.
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