Los activistas en favor de Palestina toman las calles de Madrid e impiden el fin de la Vuelta a España
Los incidentes provocados por algunos manifestantes obligaron a la organización a suspender la última etapa a 43 kilómetros para la meta. La policía cargó contra grupos que se emplearon con violencia

La Vuelta a España acabó antes de tiempo, sin podio y sin celebración. Un grito en defensa del pueblo palestino y puntuales brotes de violencia se impusieron sobre la carrera y la meta, el punto final, y previsible, después de tres semanas que han girado más alrededor de la política que del discurrir del evento deportivo. Todo comenzó con el rechazo a la participación en la prueba del equipo Israel-Premier Tech, que hasta el último día se ha mantenido en la carrera a pesar de las presiones a la organización, y al propio equipo, para que se retirara. Nunca ocurrió, y el remate fue esta caótica etapa en y por Madrid que finalizó con violencia, cargas policiales y sin ceremonia. Y que ha provocado una nueva tormenta política en el ya agitado ambiente nacional.
Una parte de los manifestantes consiguió impedir que la etapa final de la Vuelta a España terminara en la línea de meta en Cibeles. No era el propósito de otros miles de personas que, con banderas palestinas, pretendían mostrar su rechazo a la masacre que el Gobierno de Israel está perpetrando en Gaza. Pero fue suficiente la acción violenta en el centro de la ciudad, con el derribo de vallas y la invasión de la zona por donde debían pasar los ciclistas, para que la organización cancelara la última jornada tras solo 57 kilómetros recorridos. La imagen de los ciclistas, entre ellos la del líder y ganador de la carrera Jonas Vingegaard, con el pie al suelo por la zona de los Jardines del Moro, quedará para la historia, un suceso sin ningún precedente en una de las tres grandes pruebas por etapas, junto al Tour de Francia y el Giro de Italia. Mientras los ciclistas charlaban tranquilamente, rodeados de camiones de policías, de fondo se escuchaban, además de las sirenas, los cánticos de “Netanyahu, asesino” y “Palestina libre”. Muy pronto se vio que esta Vuelta no terminaría, como es tradición, al sprint en el centro de la capital, y que Jonas Vingegaard sería por primera vez un campeón sin fiesta.

































Aunque el día comenzó con el habitual posado de los ciclistas al frente del pelotón, momentos de reconocimiento y orgullo para los corredores tras 21 días de esfuerzo, la distensión en la carretera chocaba con lo que sucedía al mismo tiempo en el Paseo del Prado, donde la policía actuaba ante el crecimiento de las protestas de los activistas, que se preparaban para una tarde agitada. Durante las horas previas, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, había mostrado durante un mitin en Málaga su respeto y admiración por los manifestantes que protestaban contra la situación en Gaza. “España brilla como ejemplo y con orgullo. Da un paso al frente en la defensa de los derechos humanos. Nos ponemos de acuerdo en una causa justa, como son los derechos humanos. ¡Viva el pueblo español!”, afirmaba Sánchez. Desde la oposición, y tras los incidentes que culminaron en la cancelación de la prueba, tanto su líder, Alberto Núñez Feijóo, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el propio alcalde, José Luis Martínez Almeida, cargaron contra Sánchez y lo responsabilizaron de lo ocurrido en la capital.
Una vez cancelado el final de la etapa, cuando la situación ya era irreversible, las calles del centro de Madrid se llenaron de manifestantes propalestinos y se produjeron algunas cargas policiales y disparos con pelotas de goma. Desde primera hora estaba preparado un dispositivo de seguridad con alrededor de 1.500 agentes, con la intención de blindar la carrera de Alalpardo, lugar de salida de la prueba, hasta Madrid. Los planes de algunos manifestantes eran sin duda otros y el despliegue policial no fue suficiente para impedir un final tranquilo de la Vuelta a España. Aunque la organización modificó el recorrido a su paso por alguna población del norte de Madrid para evitar las protestas, tampoco esta medida tuvo impacto en la resolución final.
Ya en Madrid resultaba imposible sortear los puntos conflictivos. Como en Callao, Gran Vía, donde los activistas tomaron el asfalto; como cerca de la meta, ya en Cibeles, donde sucedía más de lo mismo; y como en los aledaños del Palacio Real, donde los manifestantes cortaron el paso de los corredores. Por entonces, la situación era incontrolable: lluvia de vallas y material urbano, también de las señalizaciones de carrera.
Los primeros incidentes en esta Vuelta a España comenzaron en la quinta etapa, en la contrarreloj por equipos en Figueres, cuando unos pocos cortaron el paso del equipo Israel-Premier Tech, exigidos a poner el pie a tierra. Fue un suspiro, pero también el barbecho, semilla y descorche de la escalada de las protestas que se multiplicaron hasta Madrid. Si bien pasaron unos días en formol, el asunto se desató en Bilbao, donde se elevaron los decibelios de las protestas y hasta la agresividad. Se acortó el trazado para evitar volver a pasar por la zona caliente, ya que los activistas tiraron banderas y trataron de entrar en el asfalto. Un caos que la Ertzaintza no pudo controlar —siempre recibieron órdenes de contener y no cargar— y que, irremediablemente, se replicó en las siguientes etapas.

Ya eran días de detenciones y hackeos —casi cada día se colaba un cántico de Viva Palestina en la frecuencia de Radio Vuelta—, también de una creciente agresividad sobre el conjunto israelí, que ha vivido la Vuelta entre un paréntesis policial, incapaz de parar los insultos y escupitajos, además del lanzamiento de tomates al autocar o de pintura en los coches del equipo, de chinchetas y cristales de botellas en la carretera. De nada sirvió que el equipo borrara el nombre de Israel de los maillots y los coches para disgusto de Sylvan Adams —propietario del equipo, amigo personal del primer ministro israelí Netanyahu y herramienta para blanquear la imagen del país a través del deporte y de ese equipo de ciclismo—, que sí mantuvo en sus propias prendas el logo del equipo con una coloreada Estrella de David.
Por todo ello fue irremediable que reverberaran los incidentes: un día los activistas paraban a los fugados antes de subir al Angliru y al otro se volvía a recortar la etapa en Castro de Herville. Razón por la que también se modificó el trazado de la crono en Valladolid. Para los ciclistas, un momento crítico fue la caída de Romo (Movistar) por culpa de un manifestante. Los corredores amenazaron con abandonar si no se garantizaba su seguridad. La respuesta del Gobierno fue multiplicar los cuerpos de seguridad. Hasta hoy.
pos ciclista | Equipo | Tiempo |
---|
pos ciclista | Equipo | Tiempo |
---|---|---|
1
|
TVL | 72h:53:57 |
2
|
UAD | +01:16 |
3
|
Q36 | +03:11 |
4
|
RBH | +03:41 |
5
|
IPT | +05:55 |
6
|
RBH | +07:23 |
7
|
TVL | +07:45 |
8
|
DAT | +07:50 |
9
|
TBV | +09:48 |
10
|
TVL | +12:16 |
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