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Imanol Erviti: “Soy la ilusión de un niño que quería ser ciclista y se acerca a su final”

Entrevista con el ciclista del Movistar, de 39 años, que disputa su última Vuelta después de 19 años en el pelotón profesional

Carlos Arribas
Tour de Francia
Imanol Erviti, en el Tour de 2020.BENOIT TESSIER (Reuters)

Dentro de dos meses, el 15 de noviembre, cumple 40 años y para entonces, probablemente, Imanol Erviti ya habrá dejado de ser ciclista, la profesión a la que ha dedicado casi la mitad de su vida, 19 años, desde que a finales de 2004 fichó por el equipo de José Miguel Echávarri y Eusebio Unzue, entonces llamado Illes Balears, el equipo en el que el chaval de Pamplona ha estado toda su carrera. Una hoja laboral tan excepcional, que se mide en número de participaciones en las grandes carreras, siempre cerca de récords absolutos –17 París-Roubaix y Flandes, 15 Vueltas, 13 Tours—más que en victorias –dos etapas en la Vuelta, cuando era más joven, top ten en los dos monumentos del norte, en la primavera mágica de 2016— como excepcional y grande es su personalidad, tan comedida, tan sensata, el culmen del equilibrio, en la forma de vivir de estos tiempos.

Pregunta. ¿La última Vuelta?

Respuesta. Posiblemente, pues sí, y miro para atrás y es para estar satisfecho. Me he esforzado al máximo, he tenido momentos buenos, momentos malos, momentos duros, pero miro para atrás y me sale una sonrisilla. He tenido la suerte de cumplir el sueño de un chaval que lo veía por la tele.

P. Y es un caso único en los tiempos que corren, 19 años en el mismo equipo, aguantando a los mismos jefes y compañeros, y batiendo récords de participación en las grandes…

R. Eso significa que soy muy canso… Esto pasa volando y no te das cuenta, pero, bueno, cambiaba todas las participaciones por una victoria, en la que tú elijas… Hemos estado en un montón de ellas y acumulas experiencia, pero al final la experiencia no vale para nada, lo que sirve es tener los ojos abiertos y la mente despierta. Todo ha cambiado. El ciclismo moderno ahora funciona más con exhibiciones que con calculadora. La economía de esfuerzo ahora no es tan importante como lo era cuando yo empecé o cuando yo lo veía por la tele. Esas reglas no rigen ya de la misma manera…

P. ¿Cómo ha sobrevivido, entonces?

R. Lo que es importante es ser flexible y tener capacidad de adaptación. Cada vez te sorprenden más. Vienen cracks como Van der Poel o Van Aert o Pogacar y saltan las teorías en mil pedazos. Ya no se juegan las etapas en el último puerto tras dos de desgaste, ahora se van desde el primero los mejores y llega un momento que los demás tenemos que buscar eficiencia. Pensamos solo en guardar esa chispilla para gastarla en el momento necesario.

P. Usted llegó al pelotón en 2005 como un eslabón en la escuela navarra del trabajo, de la paciencia, del équipier fuerte y duro…

R. No quiere decir que eso no siga siendo necesario, pero veo que viene una época muy dura para los jóvenes, pero que muy dura, porque ahora un corredor con 23 años que no gana, que no te hace puntos, que no tiene unos datos, unas métricas espectaculares de training peaks, va a ser difícil que le den la paciencia necesaria. Fenómenos hay, y cada vez más precoces, pero el 90 por ciento de los corredores necesita tres o cuatro años de trabajo, de conocer recorridos, de picar piedra, para poder verle la punta al lápiz, y en ese aspecto los jóvenes van a tener un ambiente muy duro. Se va a medir todo con números, con datos…

P. Cuando no todo se puede reducir a números…

R. Eso. Tú sales a una etapa a estar atento de salida, a estar bien colocado, a tener compañerismo, a tener tu visión de carrera… Eso no está en ningún número, pero hay ocasiones en las que eso marca la diferencia, y es difícil para los jóvenes contar con esa paciencia que quizás disfrutamos nosotros en otra época. Espero que se reconduzca porque hay chavales a los que dándoles tranquilidad para que crezcan pueden ser grandísimos corredores que aporten mucho.

P. Un discurso similar hizo Rui Costa tras ganar en Lekunberri…

R. Es un ejemplo. Cuando un tío es un killer tiene que encontrar su escenario, y allí no falla, el jodido, y seguro que los números serán los mismos que los del que hizo tercero o segundo… Vamos hacia una cultura de la inmediatez. Quiero esto, lo quiero ya; quiero ver esta película, me la pongo ya. Antes tenías que esperar a que llegase el sábado. Es la dinámica, pedir resultados a los jóvenes, y es que encima los están teniendo, y eso condiciona a todo el resto. Yo creo que en cierta manera tendrá que haber un poquito de las dos tendencias. Tendrás que apostar por la juventud rompedora y tan brillante que hay y para otras cualidades tendrás que labrarlas con tiempo y paciencia. Buscar el equilibrio siempre.

P. ¿Se ve como director de jóvenes?

R. Hice el curso de director con Zandio [exciclista navarro, amigo, director en el Ineos] porque estábamos siempre juntos y a él le daba pereza ir solo, pero tampoco lo he pensado mucho. Soy, ya dije, la ilusión de un niño que quería ser ciclista y ahora se acerca al final y empieza a pensar. No le había dado muchas vueltas pero quizás lo probaría sobre todo porque la experiencia o lo que has aprendido es una pena que se pierda, y también la serenidad y la calma que muchas veces puedes dar a otros compañeros la daría a los chavales, puede merecer la pena probarlo.

P. Usted coincidió en el equipo con José Luis Arrieta, y su hijo, Igor ya es profesional y fichó por el UAE…

R. Una de las cosas que me hubiera hecho ilusión y que todavía no lo había contado habría sido correr con Igor en el equipo y cerrar un poco el círculo. Así como José Luis me dio una buena mano, consejos, me ayudó a ser corredor y me dio serenidad en ciertos momentos para tener templanza y seguir haciendo las cosas lo mejor posible, pues hubiera sido una cosa que me hubiera dado satisfacción compartir con su hijo. Habría sido bonito al menos para mí.

P. Quedó entre los 10 primeros de París-Roubaix y Flandes en 2016. ¿Cómo habría cambiado su vida si hubiera ganado alguna de ellas?

R. No sé. Ha sido como ha sido. No vale la pena echar cuentas, seguro que hubiera sido bonito y un día espectacular y una satisfacción increíble, pero la verdad es que pocas veces me he puesto a pensar en ello.

P. Pasaba el mes de abril en la oscuridad y el frío de Bélgica, pero era la única vez en la que no pensaba en Valverde, Nairo, Landa, Mas, Pereiro u otros líderes, sino solo en usted…

R. Las he disfrutado más que nada, pero también me he llevado muchos disgustos, en el sentido de pensar que estoy bien, que llego bien, que he entrenado bien, pero eran recorridos que, como no había las herramientas de ahora, tenías que ir descubriendo año a año. Hacías Flandes y te ocurría que en Oude Kwaremont se cortaba aquello, y para atrás, y tenías que esperar un año entero para volver, y estás en primera fila para que no te pille, pero, zas, 15 kilómetros después otra emboscada. Y también me he llevado muchos disgustos por las alergias que me impedían rendir esa semana, y volvía frustrado de verdad. Pero en 2016 la lluvia limpió el ambiente la víspera y disfruté una barbaridad.

P. Y el resto del año, a aguantar los caprichos de los líderes…

R. Pero gracias a ellos, gracias a ser útil el 90% de los días para ellos, es por lo que he estado aquí y he hecho una buena carrera. Ellos, con sus victorias son los que dan brillo a tu trabajo. Tú puedes hacer un gran trabajo y después el líder llega, remata, pone los brazos en alto y hace que tu trabajo sea mejor o valga más o tenga más repercusión o tenga mejor consideración. Eso es una suerte muy grande que he podido disfrutar estando aquí, en este equipo. Se trata de acomodar las ilusiones, las pretensiones, las expectativas, a tus capacidades. Luchar contra tus limitaciones, potenciar tus cualidades, y ser consciente de dónde eres útil, de dónde se te puede sacar provecho.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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