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Ricky Rubio: “Era egoísta ir con la selección sin estar al cien por cien”

El base explica su renuncia a España para el preolímpico y los Juegos y se toma el verano para decidir si seguirá en el baloncesto y el Barcelona

Ricky Rubio
Ricky Rubio, durante un partido de esta temporada con el Barcelona.Alejandro García (EFE)
Jordi Quixano

Después de que el Madrid descarrilara al Barcelona por la vía rápida en las semifinales de la Liga Endesa, con un sonoro y expresivo 3-0, las caras de los jugadores azulgrana eran largas, gestos torcidos por la bofetada. Lo era la del técnico, que aceptó el fiasco de una temporada en blanco y que ya fue despedido, y lo eran las del vestuario, incapaces de mantenerse de pie en un año de sinsabores. Pero también lo era la de Ricky Rubio, que atendió a los medios con la cabeza gacha, bien apesadumbrado. “No tengo ni idea si seguiré el año que viene. No quiero tomar la decisión en caliente, sino estar unas semanas con la cabeza fría para poder valorarlo todo. No ha sido fácil. Ahora en caliente es difícil decidir”, aseguró. Días más tarde, se supo de su renuncia a la selección española, a los preolímpicos en Valencia y a los Juegos en caso de lograr el pase. “Lo tenía muy decidido durante la temporada. Me hubiese gustado ir, pero mi carrera deportiva depende de este verano en el sentido de seguir o no. Era egoísta prestarme a la selección sin estar al cien por cien. Debía pensar en mí en ese momento”, resolvió este viernes durante una comparecencia bajo el marco de CECOB 2024, un congreso de ensayos clínicos oncológicos que se celebra en Barcelona.

Rubio dejó el baloncesto durante seis meses porque su cabeza dijo basta, porque “se fue a un lugar muy oscuro”, porque no entendía lo que le sucedía, hastiado de una pelota naranja de la que ya no quería saber nada. No le puso nombre a su enfermedad, si depresión u otra cosa. Simplemente, dijo adiós. Refugiado con una psicóloga deportiva y trabajando en sí mismo, en conocerse y en, como anunció, aprender a dibujar en gris porque no todo es blanco o negro, a Ricky le volvieron las ganas de encestar, de compartir un vestuario. No lo haría más en la NBA y le llegó la ocasión con el Barcelona, que aceptó que estuviera unas semanas de probatura, que después le hizo ficha a expensas de la decisión, y que le extendió un contrato hasta el final del curso cuando se decidió a regresar. Han sido unos meses en los que su participación en el equipo ha ido de menos a más, al punto de que en ocasiones acabó por arrebatarle la titularidad a Satoransky. Pero Ricky no ha sido el que era y no ha exhibido una versión demasiado afinada, por más que sí dejara destellos de esa clase que se le cae por los bolsillos. “Entrar a mitad de temporada y no sentirme al cien por cien no es fácil. No he sido todo lo que esperaba, pero tampoco iba con ninguna expectativa. El balance no es bueno”, aceptó el jugador al acabar la temporada.

Ahora, con 33 años y con el Barcelona abierto a que regrese al equipo, Ricky debe decidir qué paso tomar. “Estoy bien. Es verdad que ha habido complicaciones y sabía que no iba a ser fácil. Me he querido alejar de las sensaciones que he tenido durante temporada para poder tener la mente libre y para saber exactamente dónde ir”, sentenció este viernes. No lo hará con España en los Juegos y no se sabe si regresará al Barça o al baloncesto. Él tiene la palabra; él se lo ha ganado.

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