España brilla en Canfranc en la maratón de montaña más dura en un Mundial
Las platas de Manuel Merillas y Sara Alonso y el bronce de Andreu Blanes aúpan al trail nacional en un día que coronó al francés Frédéric Tranchand y a la sueca Tove Alexandersson


El proyecto de España para organizar los Mundiales de trail en Canfranc tenía un comodín: la maratón más montañosa –45 kilómetros con más de 3.500 metros de desnivel positivo– para un formato que tiende hacia menús más correderos. De tanto conocer al enemigo pirenaico, sus corredores, con trayectorias construidas para una carrera así, conquistaron este viernes un medallero con dos platas (Manuel Merillas y Sara Alonso), un bronce (Andreu Blanes) y un cuarto puesto, el de Alain Santamaría, que valió el oro masculino por equipos. Solo dos hazañas impidieron la perfección. La de Frédéric Tranchand, el francés que firmó su carrera perfecta al otro lado de la frontera. Y la de la sueca Tove Alexandersson, que hizo valer cada una de sus 30 horas de entrenamiento semanal para ganar por media hora, un tiempo que solo mejoraron 16 hombres. La vista y los tobillos de dos orientadores que aprovecharon el terreno más escarpado para proclamarse campeones del mundo.
La lucha masculina entre corredores técnicos que llevan una década compartiendo podios pudo ser para cualquiera, pero fue el día de Tranchand, que se marchó tras la primera subida, la más larga, hasta La Moleta, por encima de los 2.500 metros de altitud, y no miró atrás. En la última subida, estiró su ventaja con Merillas hasta los tres minutos y sobrevivió a su alargada sombra y a los calambres de una bajada final con más de cien zetas. “He tenido que apretar los dientes hasta el final porque venía el mejor bajador del mundo”. Cruzó la meta en un crono sideral de 4h42m10s, producto de un día óptimo –sin calor, con un suelo seco, pero acolchado tras el agua de los días previos– y el leonés llegó a 3m23s tras hacer, según su propia valoración, la mejor carrera de su vida. “Frédéric me ha sorprendido la de Dios. Le conozco desde igual una década y va madurando hasta que acaba de caer. Pero hoy no, el cabrito. Ha sido una batalla espectacular, íbamos separados como en la subida al Angliru en la Vuelta”.
Merillas superó hace apenas tres meses el peor momento físico de su vida. Solo entonces entendió que cuando ganó Zegama, la maratón más prestigiosa del mundo, en 2023, empezó su declive. Abandonó su método a la vieja usanza y confió en su médico Jesús Álvarez, al que da media medalla. “Estaba hecho mierda. No estaba sano, mi cuerpo no respondía, no estaba ni al 50%”. El resultado es otra persona, con unos ocho kilos menos, algo que resume así: “Los cambios son tan grandes que hasta la gente de tu círculo cercano te tiene que volver a conocer”. Desde su rutina a su personalidad. “Yo estaba metiendo la pata, entrenaba muchísimo, a mi manera. Me funcionó durante los años que me funcionó, pero llega un momento en que el vaso se ‘arrama’. Entre mi mujer, mis padres y Álvarez, he abrazado la ciencia y estoy mejor que nunca”. Y expresa emocionado sus sentimientos: “Felicidad, tranquilidad, alivio. He salido del hoyo. Y eso es difícil de conseguir para cualquier persona”.
Andreu Blanes, tercero a 9m42s, tiene otro método para expresar su felicidad: la euforia. El corredor de 3.000 obstáculos que no pudo ser olímpico es un año después bronce mundial en trail. “Nos habíamos arriesgado mucho subiendo de distancia en un circuito que era como el anti yo. Las subidas y las bajadas largas son lo que peor se me da. Y la verdad es que hemos volado”. Para alguien que vive más las emociones que los resultados, fue “uno de esos días que se recuerdan”. Como para Alain Santamaría, cuarto a 13m38s tras ser 14º en el kilómetro vertical. “Es todo un éxito, creo que nunca se ha juntado tanta calidad en una salida. No creo que las apuestas estuvieran a mi favor, no tengo tanto nombre. Cuando iba a pillando a gente más conocida, era todo ganar”. Precisamente la fatiga del esfuerzo de la víspera le ayudó a guardan fuerzas hasta Candanchú, en el kilómetro 28. “Lo he pasado mal, me he enfadado conmigo mismo porque no estaba asegurado que por guardar fuera a tener un cambio. Cuando lo he tenido, ha sido un subidón brutal, me ha envenenado por dentro”.
La mentalidad de Alexandersson, la sueca que se plantó tres semanas atrás en la Canfranc anual –con el mismo recorrido– y no ganó la general absoluta porque estuvo casi media hora en la ambulancia cosiéndose la ceja izquierda por una caída. Con esa cicatriz venció a campeones nacionales de muchos países y no dio opción a ninguna fémina. “Sinceramente, no creo que nadie entrene tanto ni tan duro como lo hago yo, tampoco los hombres”. Unas 30 horas semanales con 12.000 metros de desnivel positivo y cerca de 200 kilómetros en terreno “bastante técnico”, su receta durante años para un palmarés en orientación que podría trasladar al trail. Acabó en 5h04m20s, a un 7,8% del ganador masculino, casi la mitad del promedio del atletismo en pista. “No soy solo yo. Algunas estamos entrenando más duro que ellos, creo que nos estamos acercando”.

Así las cosas, Alonso, que llegó a 33m55s, fue la primera de las mortales. Resolvió un precioso duelo con Naomi Lang: la vasca adelantaba en las subidas, la británica aprovechaba las bajadas, su especialidad. “Me siento una ganadora, subcampeona del mundo, una locura”, resumió la vasca, con la herida de guerra habitual en su pierna derecha. Chapa y pintura, a diferencia de otras dos favoritas: Judith Wyder sufrió varias picaduras de abeja y una caída que le llevó a retirarse y Malen Osa se quedó paralizada por calambres y necesitó rescate en helicóptero. Alonso lo dejó todo en la última cima y aprovechó el descenso menos técnico del menú para mantener una ventaja de 39s en meta con Lang. En Canfranc, donde empezó en 2020. “Cuando nadie me conocía”. La guinda a un mes de preparación tras sobreponerse a la fractura de costilla en julio en un accidente con una vaca. “Soy una luchadora, me gusta sacar adelante el trabajo. Y hoy es un sueño hecho realidad”. No solo individual, sino de la selección. “Sabíamos que la mejor baza la teníamos en la maratón, pero ninguno se esperaba esto”.
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