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Sergio García, 100 veces grande en el Masters de Augusta

El golfista castellonense reflexiona en EL PAÍS sobre un registro histórico: alcanza el centenar de ‘majors’, una marca que solo lucen otros 18 jugadores, hasta ahora ningún español

Sergio Garcia Masters Augusta Golf
Juan Morenilla

Tenía 16 años cuando jugó su primer grande y ha estirado su pasión hasta los 45. Sergio García pisará esta próxima semana el Augusta National en una edición del Masters muy especial para él. El castellonense se alistará en el major número 100 de su carrera, un registro inédito para cualquier golfista español y que únicamente lucen 18 jugadores en la historia. Jack Nicklaus encabeza el listado con 164, y 18 triunfos, también más que nadie, entre el US Open de 1957 y el Open Británico de 2005, una autopista que incluye 590 rondas y 45 Masters. Al Oso Dorado le siguen Gary Player con 150, Tom Watson con 145 y Arnold Palmer con 142. El club de los centenarios lo completan Raymond Floyd, Phil Mickelson, Sam Snead, Ben Crenshaw, Gene Sarazen, Bernhard Langer, Mark O’Meara, Tom Kite, Ernie Els, Fred Couples, Vijay Singh, Sandy Lyle, Davis Love III y Nick Faldo. A este último lo igualará Sergio García el próximo jueves con la 100ª vela de la tarta. En la sala de espera aguardan mitos como Tiger Woods (95 desde su debut en 1995) y Chema Olazabal (también 95, desde 1984, y presente en este Masters), mientras que Seve Ballesteros paró la cuenta en 87 entre 1975 y 2007, Miguel Ángel Jiménez en 72 (1991-2019) y Jon Rahm suma 32 desde su estreno en 2016.

La marca de Sergio García habla de una vida en la cima del golf. Solo el alemán Langer, el escocés Lyle y el inglés Faldo son miembros de este salón de la fama entre los golfistas europeos. El español ha jugado 25 Masters, 25 US Open, 24 PGA y 25 Open Británicos. Entre el British de 1999 y el Masters de 2020, de baja por covid, no faltó a una sola cita del Grand Slam, 21 años seguidos en primera fila. La dimensión de estos 100 grandes se agiganta si se compara, por ejemplo, con los 68 majors de tenis jugados por Rafa Nadal, los 77 de Djokovic y los 81 de Federer.

“Siento mucho orgullo por llegar a esta cifra tan difícil, por ser el primer español y por la poca gente que lo ha logrado”, cuenta Sergio García a EL PAÍS. “Orgullo por mantenerme en la élite tanto tiempo y por esa consistencia no solo en el juego, sino también por no tener lesiones y por conservar el amor y la pasión por el golf, las ganas de competir y de querer seguir mejorando”.

Sergio García, este viernes en el LIV de Miami con la gorra de su equipo los Fireballs.

Un Open Británico con 16 años y con Seve. Fue el 18 de julio de 1996, en Royal Lytham. Sergio García revive así su primer grande: “Lo primero que recuerdo son las dos vueltas de entrenamiento con Seve. Yo era un chaval de 16 añitos y Seve lo era todo en las islas. Fue inolvidable vivir esos momentos a su lado en un Open Británico. Empecé muy bien, dos bajo par en siete hoyos, y luego se complicó. Mis padres habían venido conmigo y estaba un poquito nervioso, es normal”. Con vueltas de 76 y 73, no pasó el corte (ganó Tom Lehman). Como amateur jugó también el Open de 1998 y el Masters de 1999 antes de saltar a profesional. Su debut en Augusta coincidió con la segunda chaqueta verde de Olazabal.

Nace El Niño. El mundo descubrió a Sergio García en el Campeonato de la PGA de 1999. De repente un golfista valiente y descarado desafiaba a Tiger Woods en la cita de Medinah, Chicago. Ambos se jugaron el título en una última ronda en la que Sergio dejó una acción para la videoteca, un golpe desde detrás de un árbol en el hoyo 16 para posar la bola en green mientras él salía corriendo hacia su objetivo. Había nacido El Niño, como el fenómeno meteorológico. Ganó Tiger con -11, un golpe por delante de García, pero para el español todo había cambiado. “Era mi segundo grande como profesional y fue una semana única. Jugué muy bien. Esa batallita con Tiger en los últimos nueve hoyos fue apasionante. Recuerdo que en el 13 metí un putt cuesta debajo de cinco o seis metros. Él iba justo en el partido de atrás y cuando emboqué saqué un puño y le miré como diciéndole: ‘Aquí estoy’. Me di a conocer en Estados Unidos y en el mundo, y con solo cinco meses de profesional me clasifiqué para mi primera Ryder. En el 18 Tiger y yo nos abrazamos. Me dio la enhorabuena”.

Un putt para la gloria: “No soy capaz”. En 99 grandes, García suma un triunfo (Masters 2017), cuatro segundos puestos, dos terceros, 13 clasificaciones entre los cinco mejores y 23 top ten. Son 66 cortes pasados (dos terceras partes) y 328 rondas de golf. Muchas veces ha rozado la gloria sin tocarla, sobre todo en aquel British de 2007 en el que fue líder después de la primera ronda, de la segunda y de la tercera, abrió la cuarta con tres golpes de ventaja y tuvo un putt de tres metros en el 72 para alzar la Jarra de Clarete. Falló, bogey, y en el desempate cayó ante Padraig Harrington. “Aprendí”, recuerda hoy; “son momentos de doble filo. Sentí la satisfacción de tener un putt para ganar un grande, que no todos pueden decirlo, pero no entró y fue duro. Me vine abajo por estar tan cerca. Había hecho muchas cosas buenas para estar ahí”. Ese bajón le llevaría a tirar la toalla, o eso parecía, tras un mal día en el Masters de 2012. “Después de 13 años intentándolo, me he dado cuenta. No soy capaz de ganar un grande, no soy lo suficientemente bueno. Puede ser algo psicológico. Intentaré ser segundo, o tercero. Y no pasa nada, se puede vivir sin un major”, se rindió. Pero...

Odiar el Masters, amar el Masters. “Es curioso. He tenido una relación de amor y odio con el Masters, y lo he acabado amando. En Augusta he pasado momentos muy duros y otros muy buenos. Hoy significa mucho para mí y para mi familia”, cuenta García. El 9 de abril de 2017, el día en el que Seve hubiera cumplido 60 años, y en el curso del estreno de Rahm en el torneo, García sucedió al cántabro y a Olazabal en el club de la chaqueta verde tras vencer en un desempate a Justin Rose. Atrás quedaron sus críticas al campo (“no me gusta, no es justo, es una lotería; si no fuera un grande, no vendría”) y la etiqueta de ser el mejor golfista del mundo sin un grande. Ya era eterno, y llamó Azalea, como el hoyo 13, a la hija que nació meses después. “Otros años me había dejado llevar por los malos sentimientos, pero hice las paces. No podía luchar contra el campo. Lo entendí y gané”.

Y ahora, a disfrutar. Desde que ganó aquel Masters, Sergio García ha fallado el corte cinco veces en seis ediciones. Pero su gran momento de forma en LIV, la liga saudí, le permite acudir este año con nuevos aires. “Será una semana muy especial. Solo quiero divertirme pase lo que pase. Quiero disfrutar. Si juego bien, perfecto. Y si no, no pasa nada”, asegura. “El juego me encanta, me encanta competir, no me lesiono y estoy haciendo un gran trabajo mental. Intento quererme más en el campo, no machacarme cuando fallo”, receta. Este martes una silla llevará su nombre en la cena de los campeones. El jueves completará otro hito, su grande número 100.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.
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