Insólito fin del Mundial Relámpago de ajedrez: la FIDE acepta que Carlsen y Niepómniashi compartan el título

Los Mundiales de Ajedrez Rápido y Relámpago en Nueva York han sido insólitos de principio a fin. El presidente de la Federación Internacional (FIDE), el ruso Arkady Dvorkóvich, aceptó que el número uno, el noruego Magnus Carlsen, y el ruso (con la bandera de la FIDE) Ian Niepómniashi compartieran el título relámpago porque ya no querían jugar más con el marcador igualado a 3,5 puntos (2-2 más tras tablas en muerte súbita). Carlsen se había retirado el viernes del Mundial Rápido tras ser sancionado por jugar con pantalones tejanos. Una negociación con Dvorkóvich derivó en su participación, con esa prenda, en el Relámpago. Entre ambos torneos, firmó un contrato de publicidad con la multinacional de ropa vaquera G-Star.

“Y si no aceptan, haremos tablas rápidas hasta que se cansen”, le dijo Carlsen a Niepómniashi mientras ambos paseaban por el escenario a la espera de que la FIDE aceptase o no su propuesta de compartir el título. En ese momento hacía casi cinco horas que había empezado la jornada de cuartos, semifinales y final. En ajedrez, es frecuente que un jugador profesional compita durante ese tiempo, tanto en torneos presenciales como por internet; no es una situación muy excepcional.

Carlsen justificó así su actitud: “Hemos llegado a un punto en el que el día era ya muy largo. Hemos jugado muchas partidas, hemos hecho tres tablas seguidas, y yo me sentía capaz de seguir jugando. Pero ha sido una buena solución compartir la victoria como desenlace. Y yo la he propuesto cuando me tocaba jugar la siguiente con las piezas blancas”.

Sí fue excepcional la tensión que Carlsen tuvo que soportar este martes porque su adversario en cuartos fue el estadounidense Hans Niemann, a quién él acusó de hacer trampas sin prueba alguna en 2022. Niemann presentó después una querella contra el escandinavo por varios millones de dólares, que fue resuelta con un acuerdo extrajudicial: Carlsen pagó al americano una cantidad no desvelada, y fue amonestado por la FIDE. Nadie ha encontrado después indicio alguno de que Niemann, de 21 años, haya hecho trampas, ni presencialmente ni por internet, desde los 18 (él sí admitió que había hecho algunas, sólo por internet, cuando era menor de edad).

El duelo Carlsen-Niemann de cuartos de final fue de una tensión extrema. El primer asalto terminó en tablas, y el estadounidense ganó el segundo. Pero el noruego se impuso en el duelo ganando las dos siguientes; en la segunda de ellas, larguísima (85 movimientos) remontando una posición claramente inferior tras la apertura. Cuando Niemann paró el reloj en señal de rendición y estrechó la mano de Carlsen, este hizo gestos muy vehementes, dio un golpe fuerte con su rey en el tablero y se marchó raudo.

La secuencia triunfal del número uno fueron siete victorias consecutivas: a continuación eliminó por 3-0 al polaco Jan Duda en la semifinal y ganó los dos primeros asaltos frente a Niepómniashi. Pero éste logró remontar venciendo en los dos siguientes, lo que obligaba a jugar partidas de muerte súbita (tres minutos por bando más dos segundos de incremento automático tras cada jugada) hasta que hubiera un ganador. Después de tres empates de altísimo nivel técnico, Carlsen propuso que compartieran el título, Niepómniashi se mostró de acuerdo y el árbitro dijo que debía consultarlo con la FIDE. El israelí Emil Sutovsky, director ejecutivo, anunció que la decisión final sería del presidente, Dvorkóvich.

Mientras avanzaba todo ese proceso y ambos jugadores paseaban por el escenario a la espera de la decisión fue cuando Carlsen hizo el mencionado comentario de las tablas rápidas hasta que la FIDE cediera. Ello hubiera supuesto claramente un comportamiento antideportivo por el que —por ejemplo— el propio Niepómniashi y su compatriota Daníil Dúbov ya fueron sancionados en el Mundial Rápido de 2023.

La decisión de Dvorkóvich ha creado gran polémica, a pesar de que la festividad del Año Nuevo no es propicia para mucho debate en las redes. Niemann y su compatriota Hikaru Nakamura, 3º del mundo en ajedrez clásico y relámpago, con millones de seguidores en su canal, se mostraron inmediatamente en contra. Y Niemann fue más lejos poco después: “Esto debe ser causa de investigación por el Comité de Ética de la FIDE. No puedo creer que dos jugadores, que me acusaron maliciosamente e intentaron arruinar mi carrera, rompan ahora las reglas abiertamente. La ironía no puede ser peor”.

El comportamiento de Carlsen a lo largo de los dos Mundiales ha eclipsado otros hechos llamativos o dramáticos. En especial, uno casi trágico: las lágrimas y los gritos de dolor, audibles en toda la sala, de una leyenda viva, el ucranio Vasili Ivanchuk, tras perder el lunes una partida del torneo relámpago ante el estadounidense Daniel Naroditsky. Ivanchuk, de 55 años, muy bien clasificado en ese momento, perdió las tres partidas restantes, y su llanto seguía escuchándose en el silencio sepulcral de la sala cuando empezó la siguiente.