Judith Rodríguez, una esgrimista sin adjetivos: “Podría haber perdido la vida, pero perdí una pierna”
La tiradora viguesa, que participa en sus primeros Juegos Paralímpicos, conquistó el bronce en florete y compite nuevamente este viernes en la modalidad de espada
“En guardia, ¿listos? ¡Adelante!”. A Judith Rodríguez (Vigo, 29 años) le bastó volver a escuchar esta frase para tenerlo claro: ya no volvería a dejar la esgrima. La tiradora gallega era una de las jóvenes promesas de ese deporte. Lo practicaba desde los ocho años y había conquistado éxitos nacionales e internacionales. Pero al perder la pierna derecha en un accidente de tráfico, decidió que ya no era para ella. Aunque existía la modalidad en silla de ruedas. “Yo de eso no quería saber nada”, recuerda en París. Le costó. Le tomó tiempo. Hasta que volvió a oír las tres palabras que dan inicio al duelo, durante la Copa del Mundo de São Paulo. Su debut en los Paralímpicos empezó a lo grande, con un bronce en florete. Este viernes buscaba una nueva medalla en esgrima, pero ha caído en cuartos de final.
La esgrima tiene tres modalidades: florete, espada y sable. En las dos primeras, la puntuación se consigue al tocar al rival con la punta del arma. El primer tirador que alcance los 15 puntos o que consiga la mayor cantidad de puntos después de tres asaltos de tres minutos cada uno, gana el combate. La fuerza, la táctica y la velocidad son claves. Al igual que la concentración. “En cuanto te despistas un momento ya tienes un tocado”, explica Rodríguez. A diferencia de la esgrima a pie, los tiradores paralímpicos compiten sujetos a una silla de ruedas anclada al suelo. No pueden ni avanzar ni retroceder. La distancia la determina el deportista al extender el brazo.
“Aquí usamos todo el tronco. Abdominales, espalda y brazo”, añade la tiradora gallega. En su caso, usa el brazo izquierdo para impulsarse hacia adelante y hacia atrás. El derecho para cargar el arma. “Me ha encantado clasificarme para los Juegos. Creo que es también una manera y una oportunidad de dar a conocer la esgrima en silla en España y que podamos ir creciendo mucho más”, señala. España llevaba doce años sin tener representante de esgrima en unos Juegos Paralímpicos. Tampoco había ganado medallas en esa disciplina desde Sídney 2000. Pero Rodríguez ha vuelto a colocarla en el mapa, aunque cree que aún queda mucho.
“Siempre oyes: es campeón de España, pero paralímpico. ¿Por qué esa cosa de paralímpico? Como que siempre hay que poner un adjetivo. Al final somos deportistas profesionales al igual que los olímpicos. Entrenamos lo mismo y hacemos lo mismo”, reflexiona. Ella empezó con la esgrima a pie desde niña. Fue su madre la que le preguntó si quería probarlo. “Es como lo de Peter Pan”, le dijo.
No dudó ni un minuto. “Yo digo que a un niño le das una espada y le dices que tiene que tocar a otro niño e intentar que no te toque, pues le parece superdivertido”. Para ella lo fue y lo sigue siendo. Además de verlo como un juego, Rodríguez considera que es un deporte que combina muchas cosas. Y es precisamente eso lo que le gusta. “Es como un ajedrez mental”, explica. “Un ajedrez que tienes en la mente, pero también en tu cuerpo. En plan tengo que hacer este movimiento al máximo nivel físico, pero contando con que el contrincante no te va a hacer otro movimiento que tú tengas que solucionar”, detalla.
Cuando Rodríguez habla de la esgrima lo hace con pasión. Pero también rememora el momento en que ni quería oír hablar del tema. Fue después del accidente, cuando su vida cambió de golpe, en junio de 2018. Lo recuerda todo. Estaba regresando a Galicia de una competición. Iba de copiloto. “De camino me quedé dormida y cuando abrí los ojos vi que estábamos dando vueltas con el coche”. En ese momento, continúa Rodríguez, “me dije que si sobrevivía iba a ser sin pierna y no iba a poder hacer esgrima”. Fue las primeras cosas que pensó, asegura. “En cambio, siempre digo que podría haber perdido la vida, pero perdí una pierna”.
Tras el accidente vinieron las operaciones, la rehabilitación y un largo proceso de reconstrucción. Y el deporte se convirtió en cosa del pasado. “No quería saber nada de esgrima”, recuerda. Ni a pie ni en silla de ruedas. “Yo creo que cuando te pasa algo así, el choque de que la vida se te viene abajo de repente, pues al final estás como perdido y no sabes por dónde reconstruir una nueva”. Empezó a cambiar poco a poco. “Hubo un momento en que dije ‘llevas mucho tiempo pensando en las cosas que no puedes hacer. Si tanto te duele el hecho de que no puedes vivir sin esgrima, ¿por qué no pruebas la otra modalidad que sí puedes hacer?”, rememora.
También le ayudó una visita al hospital de Désirée Villa, la atleta que perdió una pierna por negligencia médica. Le impactó. “Una chica tan joven con un caso tan parecido a mí y ha hecho su vida, tiene sus entrenamientos, sus competiciones, es deportista de alto nivel. En ese momento pensé que por qué yo no”. Tardó un tiempo en regresar al club donde solía entrenarse, en Vigo. Pero cuando volvió, su maestro –la acompañó a los Juegos y la conoce desde los ocho años– le puso dos sillas. Empezaron una nueva clase. Rodríguez tuvo que aprender una nueva modalidad de esgrima. Pero él también.
“Yo creo que todo ser humano necesita objetivos y metas para el día a día y para poder construirse en el futuro”, reflexiona. Ella los volvió a tener gracias al deporte. “Me hizo construir mi nueva vida”. En 2022, Rodríguez logra un oro en espada en la Copa del Mundo de São Paulo. Frente a los asistentes, se alza de la silla con un grito. Llora de emoción. Le sigue un bronce en florete en la de Varsovia y lo cierra con el tercer puesto europeo en espada. En 2024 repite el bronce continental de 2022 y se hace con otro en florete durante el Campeonato de Europa en París. Este mes de septiembre ha redondeado el palmarés con nuevo bronce en florete. Pero este es olímpico.
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