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‘Mother stronger’: Faith Kipyegon, la reina madre imbatible del atletismo

La atleta keniana se impone en los 5.000m, su segundo oro en el Mundial de Budapest después de los 1.500m la noche en la que Lyles y Sha’Carri Richardson lideran hacia la victoria los relevos de Estados Unidos

Carlos Arribas
Kipyegon, tras ganar los 5.000m.
Kipyegon, tras ganar los 5.000m.ROBERT GHEMENT (EFE)

El estadio, tan cerca del Danubio y sus efluvios húmedos, es un clamor. Una montaña rusa de gritos estridentes que puntúan la noche calurosa. Chillidos agudos, casi ayes, tres veces, cuando Mondo Duplantis, una vez sellado su segundo Mundial con un salto de 6,10 metros, a la primera, como toda su noche con rivales, sin derribos, se enfrenta tres veces a una altura de 6,23m, un centímetro por encima de su récord del mundo, las tres nulas, aunque dos de ellas rozando casi imperceptiblemente el listón.

La intensidad del griterío crece, y su tiempo en el aire, durante los dos relevos cortos, el jardín de los velocistas de Estados Unidos, en los que Noah Lyles, el anchor del cuarteto (Coleman, Kerley y Carnes corrieron antes que él) cruza el primero la línea final (37,38s) pese a las impurezas de sus pases por arriba y consigue, tras las de los 100m y los 200m, su tercera medalla de oro en un mismo Mundial, un logro solo conseguido en el siglo por su compatriota Tyson Gay, en 2007, entrenado también por Lance Bauman, y por Usain Bolt, tres veces (2009, 2013 y 2015). En el femenino, las norteamericanas, lideradas por Sha’Carri Richardson, la ganadora de los 100m, con 41,03s volvieron a derrotar, como en Eugene 2022, a la Jamaica de Shelly Ann Fraser Pryce y la campeona de 200m, Shericka Jackson y su moñito, tan poco aerodinámico que según algunos expertos le había costado la víspera las seis milésimas que separaron sus 21,41s del récord del mundo de Flo Griffith.

El clamor más sostenido se mantuvo algo más, 56s, el tiempo que duró la última vuelta de los 5.000m femeninos, el tiempo en el que Faith Kipyegon mantuvo un codo a codo tremendo y victorioso con la neerlandesa Sifan Hassan, también su rival derrotada en los 1.500m. Se impuso finalmente la keniana (14m 53,88s) por 23 centésimas, y recibió, como recompensa, una calidísimo abrazo de Hassan y de sus rivales, tanto la quieren todas.

Tranquila en su hotel, la víspera de su segunda final como única favorita, la de los 5.000m, la keniana Kipyegon, ya campeona del mundo de 1.500m, habla con la prensa, cuenta su vida, madre a los 24 de Alyn, una niña de cinco años, buena atleta antes (campeona olímpica en Río y campeona mundial de 1.500m) y mejor después (campeona olímpica again, en Tokio, y doble campeona mundial, y este verano único, triple plusmarquista mundial, 1.500m, la primera mujer que baja de 3m 50s, 5.000m y milla). “Creí que la maternidad supondría el fin de mi carrera atlética, pero ha sido el principio de todo”, dice la atleta más querida del circuito, y cuando bate un récord todas las que con ella han corrido la abrazan y se hacen una foto conjunta, felices. “Mi vida ha cambiado. Yo he cambiado, tengo un lema, mother stronger (madre, más fuerte). Nunca he estado más fuerte en mi vida”.

Las palabras previas de fortaleza, su promesa, las subraya en la pista el sábado por la tarde, el día que amaneció con el triunfo absoluto de la mujer africana empoderada en el maratón que invadió las grandes avenidas y el puente de las Cadenas sobre el Danubio, de Pest a Buda, de Buda a Pest, 42,195 kilómetros, en la pista: junto a la campeona, la etíope ya ganadora en Valencia en diciembre Amane Beriso Shankule (2h 24m 23s), siete mujeres más nacidas en África del Este ocuparon las ocho primeras posiciones. 12 horas después, en el estadio, es el turno de Kipyegon. Gana los 5.000m, doblega de nuevo a Hassan, como todo el mundo sabía que haría, y se convierte en la primera atleta que consigue en Mundial un doblete que solo ha logrado el keniano-estadounidense Bernard Lagat (2007), que a Jakob Ingebrigtsen y Mo Katir se les ha resistido y que en los Juegos Olímpicos solo consiguieron dos hombres, dos históricos, Paavo Nurmi en París 1924 e Hicham el Guerruj en Atenas 2004. Tras el 20-35 kilómetros de María Pérez y Álvaro Martín, y el 100m-200m de Noah Lyles, los de la madre imbatible del atletismo son los cuartos dobles oros de Budapest 2023.

La vida de Kipyegon, y así lo quiere, es un ejemplo para la mujer keniana, para su esperanza. “La violencia machista es un mal endémico, pero en Kenia la mujer está protagonizando una revolución cultural. Yo contribuyo con el ejemplo: ayudo a la mujer africana corriendo”, dice Kipyegon, que comenzó jugando descalza al fútbol y ganó sus primeras carreras en pistas polvorientas con zapatillas sin clavos y ahora se entrena en Kaptagat, en el valle del Rift, con Patrick Sang, el mismo entrenador del plusmarquista mundial, doble campeón olímpico de maratón y premio Princesa de Asturias, Eliud Kipchoge. Y vive recluida lejos de su niña, vida de monasterio en el campamento del altiplano, a las ocho en la cama, a las cinco, maitines, lejos de su Alyn, que se queda en casa. “Alyn lo entiende todo, sabe de mis récords, de mis éxitos. De mayor hará lo que ella desee. Mi sueño es ver a todas las niñas kenianas crecer como ella, rodeadas de amor y respeto”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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