El orgullo bereber de Elhousine Elazzaoui, el atleta marroquí al que ensalza Kilian Jornet
El ganador de la Dolomyths Run, que corría 20 kilómetros al día para ir al colegio, llegó al trail por casualidad y alterna su puesto en la élite con su ayuda a un negocio familiar de camellos
Elhousine Elazzaoui, ganador el sábado pasado de la Dolomyths Run –su primer triunfo en las Golden Trail Series–, corría con diez años 20 kilómetros al día para ir al colegio. Un compañero le llevaba la mochila en bicicleta, todo un lujo en Zagora, uno de los desiertos que integran el Sáhara, a más de seis horas en coche de Marrakech. La infancia sin móvil ni televisión de un nómada orgulloso de ser bereber, de los camellos con los que se gana la vida su hermano. Y una vida luchando por visados, como el que peleó contra viento y marea para competir en Suiza en 2017 en su primera carrera de montaña. Fue segundo y empezó a viajar, una colección de culturas que le hace poner en valor la suya. “He descubierto mucho mundo y en ningún lugar he tenido la hospitalidad que damos en mi familia. Si vienes a mi casa, eres el rey. No te doy comodidades, pero te doy mi corazón”.
En la salida de la Dolomyths Run –una exigente carrera de 22 kilómetros y 1.800 metros de desnivel positivo de la Golden Trail Series– Manuel Merillas le dijo: “Hoy vas a ganar tú”. El marroquí respondió bromeando: “¡Merillas, eres un animal!” En mayo compartieron uno de los duelos más cerrados de la Zegama-Aizkorri, que el español decantó en una de las últimas zonas de barro antes de llegar al pueblo, donde la velocidad del marroquí, cuarto en 2022, tenía todas las papeletas de imponerse. “Era difícil seguir a ese animal, fue a Zegama con el corazón, tengo un gran respeto por él. Quizás algún día yo pueda ganarla”.
Uno de los primeros mensajes que recibió Elazzaoui, de 31 años, tras ganar la Dolomyths Run fue de Kilian Jornet, el padre de las zapatillas con las que bajó más rápido que nunca. “Ha hecho que el trail-running se desarrolle mucho. Hoy tenemos grandes eventos como los Mundiales, las Golden Series o la UTMB gracias a él y a otros atletas”. Habla de la ambición de competir contra los mejores, por eso rechaza la invitación para la Marathon Des Sables, una de las joyas del desierto. “Necesito correr contra campeones del mundo con Stian [Angermund]”.
El noruego fue su compañero en el abismo dolomita, un mano a mano que decantó en la bajada. “Si no atacaba, lo haría yo porque había muchos corredores fuertes en el descenso. Era ahora o nunca”. Habla de un triunfo mental. “Tenía mucha confianza, era mi última oportunidad”. Porque la Sierre-Zinal, en agosto, cuenta con especialistas en un terreno menos técnico –y la presencia de Kilian Jornet y el local Remi Bonet– y su lucha con los visados le impedirá ir a EE UU para las dos últimas pruebas antes de la gran final. El gobierno estadounidense no le autoriza a entrar al país hasta dos días antes de la Pikes Peak y ya ha tenido suficientes viajes precipitados.
Si Elazzaoui no gana la general de las Golden será por su abandono en el Marathon du Mont Blanc. “Me había preparado bien, tenía toda la confianza y llevaba el dorsal 2″. Pero el viaje fue un infierno de dos días a Chamonix. Avión de Marruecos a Suiza, autobús, tren, problemas mecánicos en el coche y noche en la carretera hasta que llegó el de sustitución. Ese estrés y la presión de que sus amigos bereberes viajasen a animarle. Pero se redimió en Italia. “Me dije a mí mismo, ‘Elhousine, así es la vida, no tienes ningún problema, tu salud está bien. No puedes rendirte nunca”. Tras ese cero, necesita una prueba más si quiere clasificarse para la final en el Golfo dell’Isola; con EEUU fuera de la ecuación, está buscando la forma de ir a la Sierre-Zinal.
Esos premios permiten ganarse la vida a alguien como él, que ayuda en noviembre y diciembre en el negocio familiar y enseña su tierra a los turistas. “No quiero dinero para una gran casa, solo para vivir”. Fue al colegio tres años, hasta que un día le quisieron poner una vacuna y salió corriendo –literalmente– para no volver. Su padre le invitó a quedarse en su tierra: “¿Dónde vas a ir a una gran ciudad sin tener estudios?”. Dedicarse a correr nunca estuvo en sus planes, ni siquiera cuando un turista europeo le regaló sus primeras zapatillas de running. Con unas de asfalto logró aquel segundo puesto en aquel trail de Suiza que cambió su vida. Pese a las trabas en las fronteras. “Estos problemas me dan mucha fuerza”.
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