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SIEMPRE ROBANDO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Muhammad Ali en su jardín, Messi en Miami

En la naturaleza de los más grandes de todos los tiempos el instinto lo gobierna todo, hasta un cuerpo viejo o enfermo

Muhammad Ali pelea con Richard Dunnen en Múnich (Alemania), el 24 de mayo de 1976.
Muhammad Ali pelea con Richard Dunnen en Múnich (Alemania), el 24 de mayo de 1976.Reuters
Manuel Jabois

Ocurrió el 31 de marzo de 1988. Muhammad Ali, desde el jardín de su casa, le gritó a unos curiosos: “Este no se ha enterado de que soy el mejor boxeador de todos los tiempos”. Este era Davis Miller, excampeón de kickboxing mucho reconvertido en dependiente de videoclub, diez años más joven que él (35 por 46, una eternidad en el ring) y sano, definitivamente sano; Ali, en cambio, llevaba varios años conviviendo con el parkinson. Miller entró en su casa porque vio su autocaravana aparcada dentro, y él sabía que Ali se desplazaba por el país en autocaravanas y autobuses para viajar sin prisas. Miller es el mayor experto mundial en Ali, lleva más de medio siglo estudiándolo con obsesión, desde que, en sus palabras, su figura le salvó la vida y se la recondujo al deporte cuando era un niño. Ese día, después de hablar con él y de que le firmase unas revistas, Ali le gastó una broma y luego se pusieron en guardia.

Es una escena brillante que Miller, que gracias a sus reportajes, perfiles y entrevistas con Ali se convirtió en cotizado escritor, escribe con talento en En busca de Muhammad Ali, historia de un amistad (Errata Naturae, 2016). Ali, cuyo parkinson era cada vez más visible, había bajado las escalones de la autocaravana con torpeza, a punto de caerse. Y entonces levantó la guardia, queriendo boxear. Miller siguió el juego (los golpes no llegaban a menos de 15 centímetros del otro), Ali se quitó el reloj y gritó a los curiosos que se empezaban a amontonar en la valla del jardín. El más grande había vuelto diez años después de su retirada. Se colocó en posición y empezó a bailar, soltando las piernas. Quien haya visto en vídeo boxear a Ali, o en directo si tiene edad y tuvo fortuna, sabrá que ese baile es algo hipnotizante (“vuela como una mariposa y pica como una abeja”). “Me lanzó otro jab, luego un segundo, y un tercero. No era ni la mitad de la mitad de rápido que en 1975, cuando entrené con él, pero tenía los ojos alerta, brillantes como dos trozos de mármol negro electrificado; lo veía todo, estaba completamente relajado”, escribe Miller, que recuerda que ese es uno de los motivos por los que los viejos boxeadores regresan al ring una y otra vez: apenas hay momentos en los que se sientan más vivos que cuando boxean.

Miller paró los golpes de Ali sintiéndose culpable: peleaba contra el campeón, pero también contra un hombre con parkinson. “Voy a dejar que se canse, se cansará rápido”, dijo Ali. Y Miller fingió que se cansaba. “¡Se ha asustado!”, gritó el campeón. Ahí estaba uno de los últimos combates ganados por Ali, y también una certeza luminosa que tiene que ver con la naturaleza de un deportista de élite, uno de los más grandes de todos los tiempos: el instinto lo gobierna todo, hasta un cuerpo viejo o enfermo. Pienso en el retiro de Messi, el futbolista más grande, en Miami, y en los años que cumplirá allí y en la forma que tendrán los rivales de encararlo o sujetarlo. Si llegará una temporada en la que el delantero esté tan lento que un defensa que se dedique al fútbol por él, al que la vida le haya cambiado gracias a él, le tiemblen las piernas no porque el argentino le pase por encima como un avión, sino porque le va a quitar la pelota con facilidad y se sienta mal, como uno de esos muchachos que dudan entre matar al padre o levantarlo a hombros y llevarlo él mismo hasta la portería.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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