Sergio García: “El golf necesitaba la revolución de la Liga saudí”

La guerra en el golf situó a Sergio García en la trinchera. El castellonense, de 43 años, fue una de las grandes figuras que el curso pasado se enroló en la Liga saudí, LIV Golf, y dejó plantado al circuito americano. El campeón del Masters de 2017 aprovechaba una suculenta oferta económica y un nuevo proyecto deportivo para cambiar de camiseta. Por el camino llegarían muchos incendios, como su expulsión del PGA Tour y su salida del circuito europeo. El anuncio el pasado 6 de junio de la firma de la paz entre las diversas organizaciones ha alterado el tablero, aunque también ha llenado el futuro de interrogantes sobre cómo se repartirá el pastel. A una semana de que la Liga saudí celebre en Valderrama su primera cita en España, García reflexiona en una charla con EL PAÍS, el diario Marca y la agencia Efe sobre el terremoto que ha sacudido en los últimos meses a su deporte.

“LIV Golf ha traído cosas modernas al juego, cosas que el golf necesitaba y los aficionados lo pedían. Es un ambiente más relajado, jugar con la música ayuda, los jugadores están más tranquilos, hay un torneo por equipos muy bonito... Ha traído más agilidad y rapidez al juego. Como jugamos a tiro [salidas al mismo tiempo por diferentes hoyos], es más justo para todos porque jugamos a la vez y con las mismas condiciones. En cuatro horas y media la vuelta se ha acabado y luego hay un concierto. Eso es algo muy bueno que han traído al golf, y luego también conseguir que muchos de los grandes nombres del golf estén jugando más mundialmente, no solo en Estados Unidos”, explica García.

El castellonense se enteró del sorprendente acuerdo entre los circuitos americano y europeo y la Liga saudí mientras se entrenaba en Austin. Como le sucedió a muchos otros jugadores, de repente el teléfono se llenó de mensajes y llamadas. Poco después fue él quien llamó “a los jefes” para conocer los detalles de una paz que aún está lejos de materializarse. “Todavía no sabemos muchas cosas, estamos esperando. Quedan muchos flecos para alcanzar un acuerdo final. Lo que sí sabemos es que esto es bueno para todos, es bueno para el deporte”, afirma.

Con una temporada de experiencia en la mochila, la Liga saudí continúa afianzando su modelo de competición por equipos, torneos de tres días y 54 hoyos, sin corte, jugadores en pantalón corto y un ambiente mucho más festivo alrededor del juego que el sistema tradicional. García defiende este cambio como algo que debía producirse para seguir adelante. “El golf necesitaba esta revolución. No solo los jugadores profesionalmente. Solo hay que ver dónde estaba el PGA Tour hace un año y dónde ahora. Y cuando miras la edad media de la gente que sigue LIV Golf y la que sigue el PGA Tour o el European Tour, la nuestra es mucho más baja. Hemos conseguido que gente más joven se interese por nuestro deporte. Eso es importantísimo”, razona el castellonense; “lo moderno y lo nuevo a veces echa atrás a alguna gente. Al final se ha visto que a la gente le gusta LIV. Lo importante es que el deporte llegue hacia un mejor sitio”, añade el español, que apunta hacia esa transformación que ha protagonizado el circuito americano.

Ante la marcha de un buen puñado de estrellas a la Liga saudí, el PGA Tour multiplicó la bolsa de premios de muchos de sus torneos, creó unas competiciones “designadas” para que las disputaran siempre las estrellas y al final ha aceptado la mano de los petrodólares para crear una organización que siente en la misma mesa a todos los actores. El circuito americano mantendrá el poder en los despachos y la Liga saudí será el gran inversor y logrará por fin meter la cabeza en el gran escenario del golf mundial, una inmejorable plataforma de patrocinio en todo el planeta.

La guerra, sin embargo, ha dejado muchas víctimas. Y pocos como Sergio García han pagado tanto las consecuencias. El jugador de Borriol fue multado económicamente por su marcha y renunció a su membresía del circuito europeo, una salida que le deja fuera de la Ryder Cup, cita en la que es un mito, el máximo anotador histórico, y que celebra la próxima edición en Roma del 29 de septiembre al 1 de octubre; ha descendido hasta el puesto 197 de la clasificación mundial, debido a que la Liga saudí no puntúa; en mayo se perdió el Campeonato de la PGA, primer grande para el que no se clasificaba desde que llegó a profesional en 1999; y ha estado en el centro de las tiranteces entre los dos bandos. Como ejemplo, esa relación rota con Rory McIlroy, aunque durante el pasado US Open hubo algunos acercamientos.

Por todo ese desierto ha caminado Sergio García hasta este punto en el que es uno de los grandes reclamos de LIV y del próximo torneo en Valderrama. “Yo ahora me encuentro anímicamente bien. Obviamente, nunca te gusta que te estén criticando o que te digan cosas gente a la que tienes cariño y les consideras amigos. Las cosas se van asentando y todo va siendo mejor. Poco a poco se va arreglando todo”, comenta el español.

En defensa de García ha acudido siempre Jon Rahm, bandera del circuito americano y pacificador entre las dos partes, especialmente dolido el vasco por la ausencia de su colega en la Ryder, donde han formado una sólida y pasional pareja que soñaba con emular los éxitos de Seve y Olazabal. Ese será todavía uno de los muchos interrogantes que deberá despejar la firma de la paz.

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