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El Deportivo, otro año fuera del fútbol profesional y el Castilla remonta al Barcelona Atlètic

Los coruñeses caen eliminados ante el Castellón en un final dramático (4-3) y el filial blanco cierra en el descuento el volteo (3-0) ante los azulgrana en la promoción de ascenso a Segunda

Lorenzo Calonge
Sergio Arribas celebra el 3-0 ante el Barcelona Atlètic.
Sergio Arribas celebra el 3-0 ante el Barcelona Atlètic.

Alcorcón-Castellón y Castilla-Eldense son las eliminatorias finales en la promoción de ascenso a Segunda. La resolución, los dos próximos fines de semana. Drama para el Deportivo, que cayó en la prórroga en Castalia (4-3), y alegrón en Valdebebas con la remontada del filial blanco en el descuento ante el Barcelona Atlètic gracias a un gol de penalti de Sergio Arribas (3-0; 4-2 en el Johan Cruyff).

El tragedia fue para el Deportivo, que seguirá otro año más (y serán tres) fuera del fútbol profesional tras ceder en Castellón. Ganó 1-0 en A Coruña y, en la vuelta, perdió 4-3 en un desenlace muy cruel. Litros de ácido en una herida que no cicatriza en Riazor. A partir del minuto 90, el caos condujo al conjunto gallego al sumidero. Los locales marcaron el 3-2 que forzaba el tiempo extra y, en el 97, dispusieron de un penalti por un reacción muy difícil de calificar del portero visitante, Ian Mackay. Después de atrapar un balón dentro del área, de repente golpeó a un rival, lo que causó su expulsión y el penalti. No obstante, el disparate recibió el indulto de Pablo Hernández, que falló la pena máxima, y alargó la agonía de todos.

En la prórroga, con 10 jugadores, el Deportivo todavía se las arregló para anotar el 3-3 (Zalazar) en el 98; sin embargo, 10 minutos más tarde Cubillas arruinó definitivamente a los coruñeses. La norma de este curso suprime la tanda de penaltis y, con el cruce igualado, concede el pase a quien haya quedado por delante en la Liga regular: el Castellón. Más tierra encima del Dépor.

En Valdebebas, el Madrid se cargó al Barcelona Atlètic a su manera, a la manera de la casa: a empujones, con litros de sudor y goles agónicos. En el Bernabéu o en la Ciudad Deportiva, el ADN es el mismo. No es el equipo de Raúl González un grupo que ofrece un fútbol de rompe y rasga, ni mucho menos, pero la acometida final le valió un volteo que supo a gloria en un Di Stéfano con 5.017 espectadores. El filial azulgrana tuvo serios problemas durante muchos tramos de la primera parte para hilar dos pases y, cuando pareció haber apaciguado el fuego blanco, se le fue la vida .

El vendaval final lo desató Iker Bravo (18 años), un ex de La Masia, incorporación estrella a principios de campaña procedente del Leverkusen (vía cesión), y que hacía muchos meses se había desplomado. No es titular desde enero y no marcaba con el Castilla desde octubre. Solo llevaba dos tantos con el filial merengue. Pero a él recurrió Raúl cuando los suyos se desfondaban y abrió la grieta por la que se coló el resto. Cabeceó poderoso un centro y marcó el 2-0 a falta de 10 minutos. Del resto se encargó una mano inoportuna de Dionkou en el descuento que Arribas castigó desde los 11 metros.

El arranque de Álvaro Martín

Todos los ojos apuntaron de inicio a las zurdas del azulgrana Luismi Cruz (por sus dos goles fantásticos de la ida) y el merengue Nico Paz (valor emergente de La Fábrica). Aunque, cuando el balón se puso a trotar, el que agitó la tarde fue Álvaro Martín. Sin tantos focos, su primera media hora fue fantástica. El filo de un Castilla que subía líneas y empujaba ante un Barcelona Atlètic agarrado sin éxito al librillo del toque de La Masia. Esa era, precisamente, su vía de fuga. Las pérdidas culés eran constantes.

Los blancos apretaban, pero la luz y el toque fueron de Álvaro Martín, el auténtico muñidor local durante una hora. Todos corrían y él afilaba. En el arranque, se apuntó varios pases y centros de nivel. Y en uno de esos, en el minuto 21, que curiosamente no fue el mejor, la puso en la frontal y Dotor agarró un cabezazo de mérito. Por la distancia a la portería (unos 12 metros), porque el balón no iba con gran fuerza y lo tuvo que enganchar abajo, y por la curva que le dio: 1-0.

A la vuelta de la pausa, Raúl dio carrete al eterno principito de Valdebebas, Sergio Arribas, que salía de una lesión. En la otra orilla, Rafa Márquez replicó con Lamile Yamal, el más joven de la historia del Barcelona en debutar en la Liga (15 años y 290 días, frente al Betis). Para entonces, el encuentro era otra cosa: al Castilla le costaba atornillar y el Barcelona ya sí era capaz de coser.

La noche perdía gas para el Madrid y Raúl movió el árbol con Aranda e Iker Bravo. Fuera un Álvaro Martín más deshinchado. Y entre las dos incorporaciones, más Gonzalo (otro refresco), gestionaron el segundo. Arrancó Aranda, abrió a Gonzalo y Bravo se marcó un testarazo autoritario. El tanto suponía un vuelco en la eliminatoria. Si los blancos eran capaces de mantener una ventaja de dos dianas al final de una hipotética prórroga, pasaban; pero no les hizo falta. Arribas penalizó la mano de Dionkou y cerró el litigio de los filiales. Avanzó el Castilla y, sobre todo, se hundió el Deportivo.

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