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INVASIÓN DE CAMPO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Eindhoven cierra la herida de Turín

El Barça ganó al propio Barça, y homenajeando a la UEFA por programar el partido más importante del año a las cuatro de la tarde, sesteó lo suficiente como para darle a entender al Wolfsburgo que podría ser su día

Alexia Putellas, con el trofeo de la Champions League femenina conquistado este sábado en Eindhoven (Países Bajos).
Alexia Putellas, con el trofeo de la Champions League femenina conquistado este sábado en Eindhoven (Países Bajos).Martin Meissner (AP)

Todos los caminos llevan a Eindhoven. Incluso los que están sin asfaltar o los que tienen un desnivel tan duro como la temporada de Alexia Putellas. También las lágrimas de Turín han llevado al Barça a conquistar esta ciudad, poco conocida, situada al sur de los Países Bajos. Eindhoven ha sido testigo de la gloria culé y ya forma parte de la historia de un Barça que decidió que lo de hace un año no se iba a repetir. Se convenció de que lo que pasó en el Juventus Stadium había dolido demasiado como para volver a abrir esa herida. Porque los grandes equipos también están hechos a base de derrotas. Y quizás, por eso mismo, salió el equipo de Jonathan Giráldez al PSV Stadion con la sobreexcitación de saberse superiores.

El Barça ganó al propio Barça, y homenajeando a la UEFA por programar el partido más importante del año a las cuatro de la tarde, sesteó lo suficiente como para darle a entender al Wolfsburgo que podría ser su día. Pero no. No iba a ser un Turín 2.0, pero tenía que ser un día que pasase a la historia, que se recordase, no uno más. Tenía que ser a la heroica y demostrando por qué son un equipo de época, al que se le exige ganar esta competición. Un equipo que ha jugado tres finales europeas año sí y año también, y que en el último lustro sólo ha faltado una vez a la cita.

Este palmarés no impresionó al Wolfsburgo, que salió al partido enterado de sus limitaciones y consciente de la tarea que se le había encomendado. Presionar y contraatacar a la menor ocasión. Esa era su principal baza y es así cómo entró al partido.

Pese a la buena puesta en escena de las azulgrana, a los tres minutos ya se dieron cuenta de que el favoritismo no gana partidos. Y los fantasmas del Juventus Stadium volvieron a aflorar con el tanto de Ewa Pajor, previo regalo de Lucy Bronze. Pero tampoco varió demasiado el plan de partido de Giráldez, porque después del primer gol, el Wolfsburgo se dedicó a defender y a ceder el balón sin contemplaciones a su rival. Se confirmó ese mantra tan manido en el mundo del fútbol que dice que el que perdona lo acaba pagando.

Hay otro mantra que dice que el fútbol y la lógica siempre se acaban imponiendo tarde o temprano, y que los favoritismos no se regalan, sino que se ganan. Así es cómo salió el Barça tras el paso por los vestuarios, haciendo un ejercicio de fortaleza mental. Justo el día en el que carecía de una referente clara en el área, en el que Oberdorf fue la sombra de Aitana y en el que Alexia entró al campo en el minuto 88, la épica entró en escena para darle la vuelta a un resultado imposible para cualquiera menos para este equipo. Con todos estos alicientes, Patri Guijarro decidió que la segunda Champions azulgrana iba a llevar su nombre. Hansen fue la llave para que la de Palma anotase dos goles en dos minutos, para que la final volviese a empezar y empujase a los 8.000 culés desplazados al PSV Stadion en el camino a la remontada. La culminó Fridolina Rolfö, porque la lógica y el fútbol, en este caso, sí fueron de la mano.

La historia también se hace a base de batacazos. Y el que sufrió el Barça en Turín hace un año le ha servido de lección. Este equipo ha dejado su huella en Eindhoven, a la heroica, para llevar la segunda de camino a Barcelona.

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