El Cádiz frena el resurgir del Valencia
Los de Baraja no consiguen encadenar su tercera victoria consecutiva para alejarse del descenso
El Cádiz tiene dos especialistas capaces de decidir un partido. Uno es Ledesma, el portero argentino que da asistencias desde su área con pelotazos largos y precisos. El otro es Luis Hernández, conocido por su catapulta, el saque de banda que lleva la pelota directa al área pequeña. Esta habilidad está basada, según cuenta el jugador, más en una cuestión técnica que física, y esta temporada le ha dado ya cuatro goles a su equipo, un filón, el último ante un Valencia que venía crecido tras sus dos victorias -Elche y Valladolid- en cinco días.
Luis Hernández, un veterano que ya exhibió esta capacidad en Gijón, Leicester o Málaga, engorda su caché gracias a la catapulta, que fue el truco que encontró el Cádiz para imponer su superioridad en la primera parte, cuando jugó con la luz de Gonzalo Escalante, que regresó después de cinco jornadas de ausencia por una lesión. El argentino, que llegó en el mercado de invierno, había dejado desamparado al Cádiz, que se volvió más vulgar, que solo fue capaz de ganar un partido entre marzo y abril, y que encadenó tres derrotas seguidas en su feudo.
El encuentro era crucial para los dos contendientes. Se veía en las gradas del Nuevo Mirandilla, repleto de camisetas amarillas de los aficionados del Cádiz que saltaron de alegría cuando el Valencia volvió a salir dormido en la reanudación, un mal recurrente que le ha costado muchos puntos, demasiados, en esta temporada agónica.
El Pacha Espino se internó por la banda izquierda, llegó al área e hizo un recorte que taló las piernas de Cömert, que cayó como un tronco, luego levantó la cabeza y le dio un pase a Guardiola para que simplemente tuviera que empujar el balón.
El Cádiz sentía que había sentenciado al Valencia con ese 2-0. Pero la paz duró cuatro minutos. Ledesma cometió un grave error en su área que Lino, con sangre fría, aprovechó para reducir la diferencia en el marcador. Rubén Baraja hizo lo mismo que el jueves, retiró a uno de sus tres centrales para recuperar el 4-4-2. A la leyenda del Valencia terminó de convencerle la seguridad de Diakhaby, que tenía el día bueno. El Valencia trataba de estar a la altura en un tramo de ocho días en el que ha tenido tres finales ante tres de sus oponentes en los bajos fondos de la Liga: Elche, Valladolid y Cádiz. Baraja, además, tenía menos frescura en su plantilla, con dos días menos de descanso que su oponente.
Pero fue al revés. El Cádiz se fue marchitando hasta tal punto que Sergio González lo fio todo a su defensa. El técnico introdujo a un tercer central porque sabía que el recurso más manido del Valencia son los centros al área. Es el único camino hacia la meta que encuentra el equipo del Pipo Baraja, quizá también su principal problema. No tiene creatividad en los metros finales y eso le convierte en un atacante muy previsible.
Así que Sergio González introdujo a un tercer central en el corazón del área y eso le bastó para anular el plan de ataque del Valencia, que se marchó a la ducha pendiente del Espanyol-Getafe.
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