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Los Williams cierran el círculo

“Iñaki sabe mejor que nadie lo mal que lo he pasado”, decía Nico, junto a su hermano, el goleador del Athletic el pasado sábado

Nico Williams
Nico Williams durante el partido de la Liga entre el Athletic y el Espanyol, el sábado.Alex Caparros (Getty Images)
Jon Rivas

Ernesto Valverde decidió sentar en el banquillo a Nico Williams el sábado, tras el revuelo que se montó después de que se anunciara que el jugador se había dado de baja en las redes sociales por los insultos que recibió por fallar dos goles cantados ante Osasuna, el pasado martes. “Quise darle un poco de aire”, explicó el técnico. Un respiro para dejar de exponer su figura, la de un chico de solo 20 años con muchas cosas por aprender. No fue un castigo, ni un toque de atención, sino todo lo contrario. Valverde había sido muy duro en la víspera con los acosadores de Nico. “Esos comentarios responden más a la bajeza moral de la gente que a otra cosa”, subrayó el preparador del Athletic.

Antes del partido, el pequeño de los Williams había recuperado sus redes después de la decisión inicial. Colgó una foto sonriente, junto a varios aficionados en Barcelona. Luego, las circunstancias del partido no pudieron ser más favorables. Marcó su hermano Iñaki, a su estilo, después de una larga carrera, en el minuto 22, y después de hacerle un gesto significativo a la grada desde la que le llegaron insultos racistas en 2020, y que acabaron en juicio, se fue a la banda a abrazar a su hermano pequeño. “Ha sido muy emotivo. Iñaki sabe más que nadie lo mal que lo he pasado”, apuntaba Nico. “Ese abrazo me ha servido para ayudarme a creer en mí mismo”. El círculo se cerró cuando Nico salió al campo, recibió el balón en la banda, regateó a su par y colocó el balón donde Pacheco no podía llegar. Cualquier duda sobre el pequeño de la familia se disipó en ese instante.

Pero no los consejos que le ha dado el mayor al pequeño a lo largo de su carrera. Con ocho años más que Nico, Iñaki tuvo que vivir en su casa situaciones más difíciles que las de su hermano. “Él no las ha conocido”, apuntaba en una entrevista a EL PAÍS. “Lo ha tenido todo más masticado”, apuntaba Iñaki, que durante años, ante la ausencia de la figura paterna, tuvo que activar ese papel. “Muchas veces le tengo que tirar de las orejas”, confesaba. “Me ha tocado actuar con el rol de padre con él. Le intento hacer ver que aquí nadie regala nada, que todo se lo tendrá que ganar por sí mismo”.

Nico lo va descubriendo desde que está en el fútbol profesional. La ferocidad con la que actuaron las redes contra él, por errores en el terreno de juego, es parte de ese aprendizaje. Tuvo la fortuna de que desde sus compañeros hasta el club, reaccionaron al unísono. También la afición del Athletic, rechazando a quienes se ampararon en el anonimato para insultar. Entre los comentarios desagradables no figuraba ninguno con tintes racistas. Tal vez la petición de dos años de cárcel para el agresor verbal de Iñaki haya disuadido por esta vez a los abusadores.

Posiblemente Iñaki, por su edad, está más pegado a la realidad que Nico. Hace un año se empeñó en llevar a toda su familia a Ghana, la tierra de sus ancestros y colabora en asociaciones de ayuda a los niños ghaneses. Y se quedó en el Athletic pese a las ofertas foráneas. “Mi madre es del Athletic y no contempla que me vaya”, decía al renovar. Tal vez el injustificable comportamiento contra Nico se deba en parte a que no ha mostrado esa fidelidad que los más radicales exigen a los jugadores rojiblancos.

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