Camavinga, del vértigo de las remontadas locas al control de la ilusión del Liverpool
El francés, revulsivo el año pasado, gobierna un encuentro que quería revolucionar Klopp y en el que Benzema se retiró con un golpe que no le impedirá jugar el clásico
Eduardo Camavinga probó el año pasado las eliminatorias de la Champions como agitador de situaciones desesperadas, y ha crecido hasta poder ejercer contra el Liverpool de aplacador de las desesperaciones ajenas. Como lo fue Fede Valverde, se ha convertido en una especie de comodín imprescindible para Carlo Ancelotti. Lo quiere en el campo aunque sea fuera de posición, aunque su desempeño sea imperfecto en ocasiones, e incluso peligroso. Para el italiano, todo lo que hace bien borra los sobresaltos, los desarreglos de verse fuera de posición, como cuando lo ha situado en el lateral izquierdo. Por ejemplo el sábado contra el Espanyol, cuando le ganan la espalda y llega el 0-1. “El hecho de que juega tan bien hace olvidar los errores”, dijo el técnico en la víspera.
Ha sido titular en 15 de los últimos 16 partidos, a veces en la defensa, a veces como pivote, a veces un rato en cada tarea. Siempre muy cerca del núcleo esencial. “Está pasando un momento de muy buen nivel, y lo está aprovechando”, lo elogió el italiano.
Ancelotti ha encontrado en el francés el fuelle que antes fue Valverde. Una unidad de potencia suplementaria que ha superado en el orden de juego incluso a su compatriota Aurélien Tchouameni, que llegó en verano por 80 millones de euros y enseguida se encontró con que parecía que, sin oposición, había heredado el puesto del emigrado Casemiro.
Pero contra el Liverpool Tchouameni vio desde el banquillo cómo Camavinga oficiaba de pivote. Igual que en el reciente clásico de Copa. A ojos de Ancelotti ha superado ya las dificultades tácticas que le suponía la posición. También tiene ya bajo control la impulsividad que le llevó a encadenar tarjetas amarillas en varios primeros tiempos. Tchouameni ha encontrado la competencia que no sospechaba en un joven que contra el Liverpool empezó siendo fundamental en el plan de fuga ideado por el Madrid para esquivar el previsible apretón inicial del equipo de Klopp.
El francés flotaba entre Kroos y Modric en una coreografía con apariencia de improvisación que en cierto modo recordaba al baile del mítico centro del campo de la selección de Croacia, donde Kovacic y Brozovic acompañan al 10 madridista enlazando maniobras de distracción y control. Camavinga encontraba siempre un pequeño claro en el centro del bosque del Liverpool, o lo despejaba para que detrás apareciera Modric.
Sin la pelota ha calibrado la intuición para el robo sin incurrir en la falta. También olfato para transformar la recuperación en peligro instantáneo. Varios de sus cortes en la zona central, que barrió con diligencia, acabaron en el área en dos parpadeos. Ha dado el pase del control orientado que funciona como regate al robo dirigido que supera rivales.
El francés vibraba acompasado como nunca al conjunto. En la primera media hora, cuando pareció que el Madrid era el que necesitaba remontar, ataque a ataque, disparo a disparo, el segundo tiro más peligroso fue de Camavinga. Al larguero.
Solo estuvo más cerca del gol Vinicius que remató un pase de cabeza de Rüdiger a escasos palmos de Alisson. El portero levantó el brazo derecho impulsado por algo así como una iluminación y echó la pelota fuera.
Pero el movimiento que termina de saltar el cerrojo del Liverpool comienza de nuevo en Camavinga, que filtra un pase tenso por el centro a Benzema, que le había explico antes el secreto. “Como los centrales están más abiertos, hay siempre oportunidad en el centro”, dijo. Van Dijk se la birla en el control, pero Vinicius no perdona ni las sobras. Se lanza a por la pelota, y desde el suelo se la deja a Benzema para que la empuje y marque. Lo que siguió encendió otra alarma con el clásico del Camp Nou a cuatro días. Echó a correr para celebrarlo, y después de un par de pasos tuvo que detenerse, cojeando del pie derecho. “Un golpe fuerte en la tibia”, explicó. “El domingo estoy seguro”.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.