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‘Kvaradona’, el joven extremo del Nápoles que recuerda a Maradona 32 años después

El georgiano Jvicha Kvaratskhelia, que este miércoles recibe al Eintracht, es el atacante revelación de Europa

Kvaratskhelia conduce el balón ante Marusic, de la Lazio.
Kvaratskhelia conduce el balón ante Marusic, de la Lazio.CIRO DE LUCA (REUTERS)
Diego Torres

Un segundo antes de hacer el gol más legendario de la historia del fútbol, Diego Maradona se topó con Terry Fenwick. Venía de eliminar a Reid, a Beardsley y a Butcher, cuando el último central inglés le salió al encuentro interponiéndose entre la pelota y el área de penalti. “Tendría que haberle derribado…”, confesó Fenwick, años después. Le lanzó un puñetazo. Fue como si golpeara el aire. “Yo venía a cien por hora”, explicó Maradona. “A mí no me tiraban ni con un camión”.

Pocas veces un futbolista describió mejor el estado de trance que impulsa a los más virtuosos en momentos señalados. Le sucedió a Zidane en la noche de Reyes de 2002, contra el Deportivo; le ocurrió a Ronaldo Nazario en Compostela, el 12 de octubre de 1996; y le pasó a Jvicha Kvaratskhelia el pasado 21 de febrero en Fráncfort.

El extremo georgiano recibió el balón en la banda izquierda y se apoyó en Zielinski para tirar la diagonal. Cuando Kamada fue a interceptar la devolución, en lugar de emplear su cuerpo para proteger la posesión, hizo un amague y dejó correr la pelota. Como si en su cabeza incorporase un sensor que mide las velocidades del oponente y el balón, Kvaratskhelia determinó que Kamada llegaría tarde. Acertó. El japonés pasó de largo, errando a un palmo de la pelota, desconcertado mientras el atacante marchaba a toda velocidad hacia la doble línea de defensores que bloqueban su paso. Sin frenar la carrera combinó con Anguissa y atravesó el bloque de rivales hacia el área del Eintracht para recibir la pared. Entonces ya iba poseído. Anguissa le devolvió un melón a contrapié. A su espalda. Imposible de dominar en condiciones normales. Si en 1986 Maradona hizo el gol del siglo, lo que perpetró Kvaratskhelia en Alemania fue el control del año. En un escorzo antinatural, se giró sobre su eje, se suspendió en el aire en medio del área, amortiguó la pelota en su pie derecho y burlando el cerco de Gotze, Max y Ndicka en el plazo de una décima, asistió a Di Lorenzo con un taconazo que le habilitó para el remate más plácido imaginable: el 0-2 fue definitivo.

Le llaman Kvaradona. Es dudoso que le ate las botas a Maradona. Pero hereda una parcela del imaginario que los aficionados del club más efervescente del Mediterráneo consagraron a su dios pagano, el jugador más fascinante que ha existido. Después de 32 años de espera, los hinchas del Nápoles asisten a la aparición de otro profeta. El entrenador del imparable líder de la Serie A, Luciano Spalletti, no se inhibe. “Desde un punto de vista de calidad individual en el uno contra uno”, explica, “de cualidad técnica en los espacios reducidos… el dios del fútbol era el dios del fútbol, pero Kvara va por el buen camino”.

El Manchester United encabeza el puñado de clubes que han presentado sus ofertas por el atacante de 22 años. Todas superan los 100 millones de euros. Aurelio de Laurentiis, el presidente del Nápoles, dice que si hay un futbolista que no está dispuesto a vender es este muchacho de barba rala, pálido y chepudo, que fichó en el verano de 2022 por 11 millones de euros procedente del Dinamo Batumi. La revalorización más vertiginosa que se recuerda.

Varios de los analistas que informan a los clubes de la Premier, consultados por este periódico, señalan que Kvaratskhelia no tiene un cambio de ritmo sideral. Añaden que debe mejorar su juego interior y su desmarque de ruptura. Si vale lo que dicta el mercado, dicen, fundamentalmente se deba a que reúne dos virtudes extraordinarias. Es capaz de manejar la pelota sin perder de vista los pies de sus marcadores a la espera de que den un mal paso; y su control en carrera en el último tercio del campo le sitúa entre los extremos puros más dotados de la historia para el toque y la continuación a través de paredes vertiginosas. “Entre los extremos con denominación de origen, solo Chris Waddle y Frank Ribéry le igualan en las últimas décadas”, observa un técnico al servicio de un grande de la Premier, que prefiere el anonimato.

El control en carrera en espacios reducidos es la proeza técnica que diferencia niños de adultos en el fútbol de ataque. Puestos en el escenario de los metros decisivos, la inmensa mayoría de los jugadores frenan su carrera para domar la pelota que les envían antes de volver a arrancar. Kvaratskhelia es capaz de recibir una pared en carrera lanzada y hacer controles a un toque, milimétricos, sin perder un ápice de aceleración. Su sentido de la coordinación se asocia con su otro poder, el don de mover a los defensas hasta meterlos en la trampa. Como dice Spalletti: “Es imprevisible porque puede salirte por la izquierda o a la derecha; si Jvicha te encara, sabe cómo hacer para que le vuelvas la espalda. Y ahí estás muerto. ¡Te marea!”.

Garrincha, Figo y Joaquín Sánchez

Es la habilidad que encumbró a Garrincha o a Figo. El mismo poder que ha permitido a Joaquín Sánchez estirar su carrera hasta los 41 años. No necesita desplegar una gran potencia. A Kvaratskhelia le basta con avanzar hacia los defensas alternando la conducción con el interior y el exterior de su pie, moviendo la cintura para fintar, y pisando fuerte para fingir arrancadas hasta provocar que sus oponentes giren el tronco en el sentido deseado. Cuando ve que los pies de sus marcadores pisan el cepo apoyándose hacia el ángulo equivocado, les ataca la espalda sin necesidad de grandes cambios de ritmo. La capacidad suprema de orientar a los defensas a su gusto le permite ganar tanto tiempo y salir tan bien parado del primer desborde que luego, si le sale otro marcador, le resulta más sencillo volver a desarbolarlo con el ritual de la lectura de los pies.

Los más grandes han tenido esta facultad. Diego Maradona, el primero. Algunos extremos elegidos también la han perfeccionado. Jvicha Kvaratskhelia es el nuevo exponente de un arte extraño. Si su carácter frío del Cáucaso acaba por templarse al calor de la pasión meridional podría transformarse en un fenómeno de época. Hoy vive poseído por el dios del fútbol.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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