Alberto Rodríguez: “Aznar se picaba mucho más que el rey Juan Carlos”
Pionero del pádel en España, revela anécdotas con el expresidente y el padre de Felipe VI y se ofrece a Feijóo para entrar en política
Alberto Rodríguez Piñón (A Coruña, 55 años) se dedicaba al tenis profesional hasta que una lesión en la espalda lo apartó de la competición. En un viaje a Argentina, donde el pádel ya era entonces muy popular, descubrió que 4.000 personas podían asistir a un partido. A la vuelta, con otro amigo extenista, contrató a un entrenador argentino, y empezó a entrenar tres horas diarias. Fue dos veces subcampeón mundial e hipotecó todo lo que tenía para montar la primera pista de pádel de cristal en España. Se hizo conocido por entrenar con José María Aznar. Ahora maneja varios proyectos: de la política, al metaverso.
Pregunta. ¿Cómo terminó jugando con José María Aznar en La Moncloa?
Respuesta. Me lo presentó un amigo, Aldo Olcese, buen tenista, gran economista, en un evento de pádel. Yo le regalé a Aznar la raqueta con la que jugaba, por si quería probar, y me citó en La Moncloa. Fuimos compañeros de pista muchos años.
P. ¿Eso fue antes de los 2.000 abdominales?
R. Antes. Estuvo muchos años jugando al pádel, y luego se enganchó a correr, a las pesas, los abdominales y todo eso.
P. ¿Hablaban de política o solo de pádel?
R. El objetivo era precisamente que se evadiese un poco de la política, de los problemas… Jugábamos una vez por semana, a veces dos. Era un honor ir a jugar a La Moncloa con el presidente del Gobierno.
P. ¿Le motivaba pidiéndole que se imaginara que era Felipe González?
R. Había muchos piques, no eran partidos blanditos. No creo que haya mucha gente en este país que se haya atrevido a gritarle a Aznar y yo lo he hecho. Le decía: “¡Más rápido, coño!”; “¡muévete!…”
P. ¿Y Aznar encajaba deportivamente?
R. Sí, porque yo le echaba la bronca para mejorar su rendimiento.
P. Hubo otros presidentes y un rey…
R. He jugado al pádel con Aznar y con Macri [Mauricio, expresidente de Argentina] y al golf con Peña Nieto [Enrique, expresidente de México]. Macri jugaba bastante bien, Aznar tenía poca base de tenis, pero mucho concepto estratégico y a Peña Nieto se le daba bien el golf. También le di clases al rey Juan Carlos.
P. O sea, que se ha duchado en La Zarzuela.
R. (Ríe) Sí. Eso fue por 1998. Fue Aznar el que le metió el gusanillo al rey. Siempre fue muy deportista. Había jugado al squash y tenía muy buen nivel. Le tengo un cariño especial porque era muy cercano.
P. ¿Quién se picaba más en la pista: Aznar o el rey Juan Carlos?
R. Aznar mucho más. No le gustaba perder ni a las chapas. Con el rey hacíamos más entrenamiento. Puso una pista en La Zarzuela. Cuando viajábamos a Palma de Mallorca para ver la posibilidad de instalar una en el palacio de Marivent, fue el secuestro de Miguel Ángel Blanco. Le pregunté qué creía que iba a pasar y me dijo, muy serio: “Lo matan seguro”. Me impactó muchísimo aquello. Por supuesto, nos volvimos. El rey era un ser carismático y me entristece mucho la situación en la que está, creo que no se la merece. Espero que sea todo lo feliz que pueda ser y que pueda volver a España. Con su hijo también jugué, pero cuando era príncipe. Me gustaría repetir ahora que es Rey.
P. Jugó con Jaume Matas, con Eduardo Zaplana, con el rey Juan Carlos… que han terminado regular. ¿Tan peligroso es el pádel?
R. Habrá que definir al pádel como deporte de riesgo. Es verdad que ha habido un elenco al que se le ha complicado la vida en algunos aspectos.
P. Usted mismo también fue señalado por vínculos comerciales con una sociedad investigada por supuesta financiación irregular del PP de Baleares. ¿Qué pasó?
R. A mí nunca llegaron a imputarme. Cuando me retiré del pádel, entré a trabajar en Over, una empresa de marketing, que era en lo que me había formado. Esa compañía supuestamente hizo una serie de irregularidades [por las que fue condenado la antigua mano derecha de Matas en Baleares]. Yo no tenía un duro, era un empleado más, pero como tenía relación con Aznar se produjo mucha confusión. La realidad es que nunca me llamó un juez.
P. En 2001 se pasó al fútbol. El Atleti lo contrató como director de relaciones externas.
R. El club tenía una crisis importante, había bajado a segunda, logramos que volviera a primera. Gil era un torbellino, muy problemático. Nos conocimos a través de un amigo que tenía un restaurante. Se trataba de mejorar las relaciones con las instituciones, los medios de comunicación… porque en aquella época a mucha gente relevante, políticos, empresarios… no le gustaba aparecer en el palco por Gil. Pero era muy complicado porque montabas reuniones, hacías contactos y luego Gil declaraba algo fuera de lugar y todo se iba al traste.
P. Gil también terminó en la cárcel.
R. Sí, bueno, pero no jugaba al pádel (ríe).
R. ¿Visitó en prisión a alguno de sus antiguos alumnos?
R. No. Con Zaplana sí que me he escrito. Es una persona que aprecio mucho. Él defiende su inocencia y hasta que no se demuestre lo contrario yo le creo al 100%.
P. ¿Quién es el dueño del pádel ahora? Qatar está invirtiendo mucho dinero.
R. En 2015 hubo un punto de inflexión en la evolución del pádel con el World Pádel tour de Estrella Damm, mejoraron las retransmisiones televisivas y ayudó mucho al despegue del deporte en Europa. Hace un año apareció en escena Qatar, que ha creado un circuito paralelo con premios mucho más altos para los jugadores: si antes eran 9.000 euros, ahora son 50.000. Hace 20 años nadie sabía nada de Qatar, pero el emir diseñó una estrategia para dar a conocer el país a través del deporte y les ha salido muy bien porque han cambiado hasta la fecha de un Mundial de fútbol. Arabia Saudí también está copiando ese modelo.
P. No todo es publicidad positiva. Muchos obreros murieron levantando las infraestructuras del Mundial.
R. Efectivamente. ¿Cómo consiguió Qatar el Mundial? Hay documentales que hablan sobre eso, ahora está el Qatargate en el Parlamento europeo… Es un debate muy interesante cómo puede enfrentarse el deporte a gente a la que le sobra el dinero.
P. ¿Qué proyectos tiene en marcha?
R. Un espacio para deportes de swing, pádel, tenis y golf, gimnasios sostenibles en los que el socio podrá tener las mismas herramientas que los deportistas profesionales: entrenador, nutricionista, médico… También he invertido en una compañía de pistas de pádel y tengo entre manos un proyecto en el metaverso del que todavía no puedo contar mucho. En un futuro tampoco descarto aportar mi granito de arena en la política, sobre todo con el actual liderazgo de Feijóo, que es un referente para los gallegos.
P. Aquí queda el ofrecimiento a Feijóo. Y forma parte de la Fundación Mundial de la Felicidad. ¿En qué consiste?
R. Es una organización sin ánimo de lucro que trata de ayudar a que la gente sea más feliz organizando actividades como el Festival de la Felicidad. Me llamó Raúl Varela, que es el CEO de la fundación, para contarme el proyecto y me entusiasmó. La sede está en A Coruña.
P. ¿La felicidad está en A Coruña?
R. ¡Sin duda! Es una ciudad maravillosa y voy todo lo que puedo. Tenía la ilusión de jugar al pádel en la plaza de María Pita y le escribí en su día al alcalde Paco Vázquez, pero no me hizo ni caso.
P. ¿Cuál es el sitio más raro en el que ha jugado al pádel?
R. En Acapulco, en una pista en un acantilado, en casa de Plácido Domingo.
P. ¿Plácido Domingo también?
R. El virus del pádel...
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