Verstappen no se conforma con títulos
El neerlandés, que arranca desde la pole en México, aspira a fijar el récord anual de triunfos subido a uno de los coches más dominantes de siempre
Habitualmente, aquellos deportistas que son capaces de trascender en su especialidad hasta el extremo de pasar a ser vistos como fenómenos mantienen la tensión y el sacrificio alimentados por el ego; por esa sensación que les provoca el poder manifestar su superioridad. En la Fórmula 1, la mayoría de campeones del mundo comparten ese rasgo. Lewis Hamilton ya no compite para ganar, sino para hacer historia, y Max Verstappen quiere ser recordado como el encargado de romper la hegemonía del británico y Mercedes, en la misma medida que antes ocurrió con Fernando Alonso, cuando (2005) puso fin al rodillo de Michael Schumacher y Ferrari, cinco títulos consecutivos entre 2000 y 2004.
Los nombres anteriores también comparten otro rasgo: la mala leche que proyectan cuando consideran que el monoplaza que conducen no ofrece las prestaciones necesarias para que ellos puedan desplegar todo su potencial. Si tenemos en cuenta la volcánica personalidad de Verstappen, Red Bull tiene suerte de contar con Adrian Newey, uno de los ingenieros más influyentes del Mundial, y la pieza más determinante en el diseño del coche con el que el holandés se proclamó bicampeón en Suzuka, y la escudería energética celebró el título de constructores en Austin, la semana pasada.
Allí, en el Circuito de las Américas, Mad Max acumuló su 13ª victoria del año y se puso al mismo nivel que Michael Schumacher (2004) y Sebastian Vettel (2013). Este domingo, en el circuito Hermanos Rodríguez (21:00 horas, Dazn), en México, el neerlandés buscará su 14º triunfo del curso para desmarcarse de los dos alemanes, y así convertirse como el piloto más fructífero en un mismo ejercicio. Lo hará con la ventaja que supone arrancar el primero –sexta pole para él–, después de una cronometrada en la que Carlos Sainz terminó el quinto y Fernando Alonso, el noveno. Para lograr su objetivo, Verstappen cuenta con el mejor bólido de la parrilla en términos globales, por más que el Ferrari sume más pole position (12 por siete de Red Bull). Fiel a esa frialdad que le caracteriza, el chico de Hasselt afirma no estar condicionado por la posibilidad de sumar otro récord a su colección. “Evidentemente que me enorgullece el haber ganado tantas carreras. Pero no presto atención a este tipo de estadísticas. Además, no es del todo justo si tenemos en cuenta que el campeonato cada vez es más largo”, declara el gran dominador de este 2022.
Newey lo ha vuelto a hacer. Aprovechando la ventana de oportunidades que ofreció el meneo que se le dio a la normativa técnica, sobre todo en el área de la aerodinámica, que es la que él domina, el técnico ha proyectado el coche más afilado de todos; capaz de imponerse en 15 de las 19 paradas del calendario disputadas hasta la fecha, y con margen para lograr un 18 de 22. Si entre Verstappen y Checo Pérez, su vecino de taller, logran un pleno en las tres citas que quedan antes de que el Gran Circo baje el telón en Abu Dabi (20 de noviembre), el porcentaje de eficiencia del prototipo del búfalo rojo quedará fijado en un 81,2%; esto es, que ganaría ocho de cada 10 eventos. La ratio del RB18 le coloca como el octavo monoplaza más efectivo de siempre, aunque en este punto vale la pena destacar que nunca se había organizado un ejercicio con 22 pruebas. Justo por delante, en la séptima plaza (83,3%), está el Ferrari con el que Schumacher se encasquetó su última corona, en 2004, ganador de 15 de 18 grandes premios.
El primero de esa lista es el McLaren MP4/4 con el que Ayrton Senna se llevó el primero de sus tres títulos, en aquel explosivo 1988 en el que su relación con Alain Prost saltó por los aires. El cerebro que se inventó aquella maravilla con la que el brasileño y el francés se repartieron 15 de las 16 victorias que se pusieron en juego (93,7% de efectividad) no es otro que Newey.
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