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PISTA LIBRE
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El mayor, el mejor, el olvidado

Karim Benzema es el más veterano de los premiados desde el inglés Stanley Matthews, Balón de Oro en 1956, primera edición del trofeo

Karim Benzema al recibir el Balón de Oro este lunes en París
Karim Benzema al recibir el Balón de Oro este lunes en ParísMohammed Badra (EFE)
Santiago Segurola

A la respetable edad de 34 años -cumplirá 35 en diciembre-, Karim Benzema ha ganado su primer Balón de Oro. Pocos o nadie criticará la decisión. Para un jugador tan sutil, cuya importancia en el juego trasciende las cifras, sus estadísticas durante la temporada 21-22 fueron abrumadoras: 44 goles en 46 partidos, un promedio de 0,96 por encuentro. Una cifra que se aproxima a la estratosfera de Cristiano Ronaldo y Messi, los dos jugadores que marcaron la divisoria entre lo terrenal y lo extraterrestre en la década anterior.

Declinaron los dos astros, o humanizaron su rendimiento, y no se abrió el esperado boquete generacional. Desde 2016, cada edición del Balón de Oro ha elegido un ganador por encima de los 30 años, secuencia que Benzema acaba de completar con todos los honores. Es el más veterano de los premiados desde el inglés Stanley Matthews, Balón de Oro en 1956, primera edición del trofeo concedido por la revista France Football.

En justicia, Benzema es el senior de todos los galardonados. Stanley Matthews, mago del dribling, es una leyenda por derecho propio y por longevidad. Se le adjudicó el Balón de Oro con 41 años. Se retiró cinco días después de cumplir 50. Ganó un título en toda su carrera -la Copa inglesa, en 1953- y nunca disputó la Copa de Europa. Su reconocimiento en la primera edición se debió más a su prestigio popular que a su trascendencia. Por si acaso, basta citar al segundo clasificado: Alfredo Di Stéfano.

Benzema es un caso de longevidad relevante en una época donde los jugadores doblan sin problemas la esquina de los 30 años. Modric, Lewandowski y Kroos son otros ejemplos palmarios. En el caso de Benzema, resulta más significativa la resistencia a concederle el crédito que sin duda ha merecido. En 2021 alcanzó el cuarto puesto en la votación, pero hasta entonces nunca figuró entre los 15 primeros, lo que hace más valiosa la distinción que ha conseguido esta temporada o constata el discutible olvido anterior.

Benzema es el capitán y máximo goleador del Real Madrid, actual campeón de la Liga y la Copa de Europa. Nadie duda de su extraordinaria aportación al equipo, pero su importancia no es repentina. Ah, sí, los goles. Ha marcado más que nunca y eso parece que justifica tanto el oropel de hoy como el olvido anterior.

Durante nueve años, a Benzema se le vio como el poético aguador de Cristiano Ronaldo en una curiosa inversión de papeles. El delantero centro nominal (Benzema) era el perfecto complemento al delantero centro de facto (Cristiano), goleador implacable que no dejaba ni el hueso. Junto a un delantero de estas características, de una proporción rara vez vista en la historia del fútbol, Benzema añadió una más que correcta cuenta de goles, por encima de 0,4 por partido, y un sentido estratégico igual de brillante que ahora.

A Benzema le ocultó el fulgor de Cristiano, pero su juego irradiaba una inteligencia apreciada por un sector del madridismo, no el más numeroso, y desestimada por la mayoría, no solo en las tribunas. Cuando Mourinho le tildó de gato que no cazaba ratones le construyó una etiqueta demoledora. Reponerse de esa cruz le ha costado casi 10 años. Lo más notable, pero no sorprendente, es que lo ha conseguido cuándo más se dudaba de su contribución.

Benzema ha salvado al Madrid de los rigores del postcristianismo, un periodo que se presumía tan infernal como el postmessianismo en el Barça. Al final ha resultado que al lado de Ronaldo no jugaba el discutido aguador de Zeus, sino un jugadorazo que se ha puesto las sospechas por montera y brilla en el fútbol como el faro de Alejandría.

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