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El español Izan Guevara, campeón de Moto3 a lo grande

El piloto de 18 años, oriundo de Palma de Mallorca, sigue los pasos de su paisano Joan Mir y canta victoria en la categoría pequeña tras vencer en el GP de Australia

El español Izan Guevara celebra el podio del Moto3 este domingo en Phillip Island, en Australia.
El español Izan Guevara celebra el podio del Moto3 este domingo en Phillip Island, en Australia.PAUL CROCK (AFP)

Hace apenas unos meses que Izan Guevara Bonnín (Palma, 2004) puede brindar con prosecco en el podio, pero hoy le sobran motivos para hacerlo. Acaba de proclamarse campeón del mundo de Moto3 en Phillip Island a lo grande, ganando una carrera trepidante en el mismo escenario que coronó a otros ilustres mallorquines del motociclismo en el pasado. Joan Mir levantó aquí, en 2017, su título en la categoría pequeña; Jorge Lorenzo, en 2012, celebró su segundo alirón en Moto GP. Ambos presenciaron en directo la gesta del nuevo talento de las islas. “¡No todos los días gana un mallorquín!”, celebraba el campeón de la categoría reina en 2020 desde el parque cerrado. “No es fácil ganar en la primera bola de partido. Hablamos un poco anoche por los nervios, pero ha estado magnífico”, añadía a los micrófonos de DAZN. Después de un fin de semana donde fue al baño más de lo habitual, el talento del GasGas Aspar pudo liberar la tensión y se desgañitó de alegría tras cruzar la línea de meta algo antes de las tres de la madrugada en España.

“Lo de ganar la carrera lo he ido improvisando sobre la marcha. Poder ser campeones ganando es brutal” declaraba Jordan, convenientemente el vigesimotercer campeón español de la historia. En el paddock, su afición por la ropa y el calzado del 23 de los Chicago Bulls le ha ganado ese mote. “Tengo que dar las gracias a mucha gente, sobre todo a mi familia, también a mis amigos que me han apoyado mucho y al equipo, que ha trabajado muy bien y han estado ahí a las duras y a las maduras”. Aunque su talento quedó claro desde sus inicios, para él y su familia no fue fácil asegurar su trayectoria, meteórica, desde su título en la European Talent Cup en 2019 con Cuna de Campeones. Al año siguiente, ya bajo la estructura de Aspar, ganó el campeonato júnior de Moto3, lo que le permitió dar el salto al campeonato del mundo en 2021. Una victoria en Austin fue su carta de presentación, y desde el inicio de este curso se le consideró como uno de los aspirantes más serios al título. Después de sufrir en las primeras pruebas y perder un motor en Argentina, una victoria en Jerez descorchó su mejor forma: 6 triunfos, 11 podios, 4 poles y 6 vueltas rápidas conforman su impresionante balance esta temporada.

“Todos te ven algo cuando llegas al Mundial, pero durante el camino también hemos estado solos”, recuerda Marga Bonnín, su madre, en conversación con EL PAÍS. Como a tantos otros, la insularidad le complicó los viajes y la búsqueda de patrocinios al chaval, siempre consciente de la importancia de conseguir resultados para seguir subido a la moto: “Él nunca nos dejó tirar la toalla, porque siempre cumplía. Sabía que dependía de sus resultados”. Marc Márquez, su ídolo de toda la vida, se le acercó también a felicitarle en Australia después de darle consejos, como Mir, en la previa. Piensa el de Cervera que no tardará en subirse a una Moto GP, aunque de por medio toca probarse en Moto2 y confirmar los buenos presagios con los ojeadores ya muy atentos. Lo que más le gusta de él es que va por libre.

Guevara es cabezón y determinado, y en su equipo saben que él siempre hará lo que crea y sienta sobre la moto. Lo confirmó luchando a muerte por la victoria cuando le bastaba quedar justo por detrás de su compañero de equipo, un Sergio García Dols que presentó batalla hasta el último suspiro. Después de la carrera, el balear reconoció que ni se había percatado sobre la falta de necesidad de adelantar al valenciano. “Talento y naturalidad”, le destaca Jorge Martínez Aspar, su jefe de equipo. “Aunque todavía tiene que aprender mucho”, matiza. Nico Terol, último campeón de 125cc con la estructura del histórico expiloto español en 2011, sorprendió en la celebración al ejercer de doble de Guevara, que en mitad de la pista se topó consigo mismo vestido con el casco dorado y el número uno ondeando por todo lo alto. Toda una leyenda, Wayne Gardner, le entregó el trofeo del ganador y Toni, su padre, que le acompaña a todas las carreras, apenas podía hablar: “Estamos muy contentos, no puedo decir más”.

De niño, el palmesano tenía ya las ideas claras. Sus padres, que nunca fueron moteros, le regalaron su primera montura a los tres años. El pequeño se giraba al ver cualquier moto por la calle: “¡brrrum, brrrum!”, balbuceaba. Como Héctor, su hermano mayor, jugaba al fútbol, ellos intentaron animarle, pero no le interesaba y pataleaba para volver a casa durante los entrenamientos. Terminó asistiendo a los partidos de su hermano con una moto de plástico, recorriendo la banda de arriba abajo sin prestar atención a la pelota.

Después de un breve período en la academia de Chicho Lorenzo, padre de Jorge, se pasó a la escuela de Miguel Ángel Poyatos a los seis años bajo el paraguas de la Federación Balear de Motociclismo (FBM). De allí han salido los pilotos baleares, entre ellos Mir y Augusto Fernández, que están marcando una época dorada para las islas en el certamen. “Lleva 12 años con nosotros y todavía viene cuando puede”, comenta su formador, que a pesar de llevar entre 12 y 15 niños por temporada puede presumir de haber instruido a tres grandes campeones. Uno de ellos, su hijo Ángel, es un buen amigo y confidente de Guevara, además de dos veces campeón de Europa júnior. “Me encanta cuando viene Izan y saluda a todos los niños. Es muy agradable. Hay uno de siete años que lleva todo el verano con la gorra que le regaló, están embelesados”, agradece de su pupilo. Rafa Cañellas, presidente de la federación, apunta también algunas de las cualidades del piloto: “Está muy acostumbrado a competir. Todos son buenos, pero él destaca un poco más. Tiene algo de Mir, ese talento natural. Nada más empezar, a ambos ya se les daba bien. Hay otro a quienes les cuesta muchísimo más”. Joan se pasaba seis días de la semana en la pista, pero a Izan le bastaban dos y poco más, interviene Poyatos.

En los estudios, apunta su madre, también era de buenos resultados sin despeinarse. “Con una horita o dos se lo sacaba”. Otro que siempre ha estado junto al nuevo campeón ha sido Pedro Rivas, amigo de la familia. Su hija competía contra Izan en el Circuit de Llucmajor, pero cuando ella lo dejó, él siguió acompañando su trayectoria. Como Toni, el padre de la criatura, no dominaba la mecánica de la moto, empezó a echarles una mano y todavía hoy le lleva las monturas de entrenamiento en Mallorca. En los campeonatos infantiles, la logística era de traca: “Después de la carrera nos hacían desmontar la moto hasta el último tornillo. Mi marido compró una bandeja metálica, esas de mecánico, para dejar todas las piezas dentro y luego salir pitando en el barco hacia Mallorca para que Pedro la montara de nuevo”.

Todos quienes conocen a Izan de cerca coinciden en una cosa: es un animal competitivo. A Marga ya se lo advirtió su profesor de gimnasia. “No le gusta perder a nada”, le decía. Ella comparte otra anécdota para subrayarlo. “En la pandemia sacamos todos los juegos de mesa, y cuando perdía pedía la revancha hasta que ganaba”, comparte antes de soltar una carcajada. Después del madrugón, tocará celebrar de nuevo esta mañana de domingo en casa. Los abuelos se despertarán, verán la carrera en diferido y se enterarán de que su nieto es el nuevo campeón del mundo.

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