Europa maltrata al Barça
Los azulgrana se quedaron a cero después de un partido mal jugado, mal arbitrado y resuelto a favor de un concentrado y fastidioso Inter
Ni siquiera vestido con el mallot de líder de la Liga consiguió el Barcelona evitar el castigo de Europa. Tanto da la indumentaria como el rival, el escenario, el año o la nómina de futbolistas presentes en cada salida azulgrana de la Champions. Las derrotas se suceden sin parar porque el Barça a veces no puede, en ocasiones no sabe y a menudo se vence por la superioridad del contrario o por la impotencia propia como pasó San Siro. La frustración fue mayúscula porque los barcelonistas se sintieron maltratados además por el árbitro —anuló un gol a Pedri después de consultar al Var y se hizo el longuis ante un penalti de Dumfries— y porque el Inter no es precisamente el líder de Italia. Los neroazzurri, en cualquier caso, tuvieron menos miedo y más recursos que el Barça.
No marcó Lewandowski y perdió el Barça. El Inter también sabe que los azulgrana viven de los goles del polaco y no dejó que el delantero centro se citara con Onana. Lewandowski fue sometido a una marca carcelaria permitida por el colegiado Vincic. Nadie acompañó al ariete, ni delanteros ni defensas ni medios, y se quedó a cero el Barcelona al igual que ya ocurrió en Múnich y ante el Rayo. Tampoco funcionó la mediación de Xavi.
Ambos entrenadores apostaron por dos formaciones flexibles y versátiles, la del Barça en defensa por la presencia de los polivalentes Sergi Roberto y Marcos Alonso y la del Inter en ataque por la nómina de medios —Barella, Mikitharian y Calhanoglu— y delanteros —el dinámico Correa jugaba por Dzeko junto a Lautaro. El plan de Inzaghi tenía truco y funcionó mucho mejor que el de Xavi. El técnico italiano había camuflado en el centro del campo a jugadores con alma de delanteros que desestabilizaron al Barcelona. Los azulgrana nunca supieron qué hacer con la pelota, atacaron mal y defendieron peor, muy bien controlados por el Inter.
Tocaban de lado a lado los azulgrana y se parapetaron en su cancha los neroazzurri para salir disparados nada más conquistar el balón, más selectivos y verticales y también dañinos por la movilidad de sus puntas y las llegadas de volantes de tiro fácil desde la media distancia como Calhanoglu. Las contras del Inter tenían más dinamita que las pesarosas posesiones del Barça. A los azulgrana les faltaba ritmo y precisión, poco agresivos en la presión, más pendientes de replegar que de desplegarse y los sustos se sucedían en el área de Ter Stegen mientras que nadie se acercaba a la del exbarcelonista Onana.
No desequilibraba ni acababa una sola jugada Dembélé, el futbolista que absorbía el juego del Barça, y nadie conectaba con Lewandowski. El Inter se alimentaba de las constantes pérdidas de balón del Barcelona. Los azulgrana se contagiaron rápidamente de las sorprendentes imprecisiones de Pedri. No se centraba el tinerfeño y los azulgrana pasaron enseguida a vivir al límite, afortunados en las jugadas de fuera de juego, asustados por la verticalidad del plantel de Inzaghi. El Inter era compacto y valiente ante un Barcelona que pasaba de puntillas por el partido, excesivamente prudente en el intimidador San Siro.
El equipo de Xavi se limitó a esperar que le marcaran un gol ante el clamor de San Siro. A falta de Dzeko y Lautaro, fue Calhanoglu el que marcó con un tiro desde fuera del área que ya había ensayado nada más comenzar el partido ante la complacencia del Barça. Acertado en el primero, Ter Stegen nada pudo hacer con el segundo remate de Calhanoglu. Aunque el partido demandaba la intervención de Xavi, los azulgrana fueron consumiendo los minutos con los mismos futbolistas y el mismo juego que le habían llevado al 1-0. El técnico cambió por obligación al lesionado Christensen por Piqué antes de dar entrada a Ansu y Balde.
Los azulgrana se activaron poco a poco y despertaron con un disparo al palo de Dembélé. El francés no paró de percutir y provocó un error de Onana que remachó Pedri. El gol, sin embargo, fue anulado después de la intervención del Var por mano previa de Ansu en el choque con el portero del Inter. Los azulgrana se remitieron a partir de entonces al árbitro más que a Onana. A falta de chutar a portería, reclamaron también una pena máxima por una manos de Dumfries tan evidentes como las de Ansu y, que sin embargo, merecieron un trato diferente —no hubo intervención del Var— ante la alegría de San Siro.
La mala actuación arbitral no exime a los azulgrana de una mala actuación ante un rival que no es mejor y que supo trampear la contienda para gana como es el Inter. A pesar de que los resultados de la Liga avalaban su trayectoria, el Barça se paralizó al regresar a Europa y ya no tiene margen de error: afronta tres finales que necesita ganar para seguir en la maldita Champions.
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