Un radiante Barça se desata ante el Valladolid
Un excelente Lewandowski culmina el juego de los extremos Raphinha y Dembélé en una vibrante actuación azulgrana ante un sufrido equipo pucelano
Han vuelto los extremos de toda la vida y además hay un delantero centro que sabe latín en el Camp Nou. Raphinha y Dembélé no pararon de regatear y de poner centros mientras Lewandowski gobernaba el área y apuntaba siempre que podía la portería de Masip. El Valladolid fue más sufridor que espectador del ataque y gol del Barcelona. El partido tuvo una sola dirección por el monólogo de los muchachos de Xavi. La hinchada entró y salió muy contenta del estadio por la actuación de un equipo optimista, voraz y tan deseoso por recuperar el ideario futbolístico como su entrenador y el presidente Laporta.
No jugaron Aubameyang, Memphis ni de salida Ferran, protagonistas la pasada temporada, ni dos de los capitanes de siempre como Piqué y Alba. Los delanteros han cambiado, se renuevan los liderazgos, la defensa se reforzó y el portero vuelve a ser portero en un equipo que busca una identidad que le reconcilie con el pasado y le dé garantías para afrontar el futuro. Todavía es un Barça tierno y para saber sobre su competitividad necesita partidos más exigentes que el del Valladolid. El gol del 3-0, en cualquier caso, fue un compendio del encuentro y de la sabiduría de Lewandowski.
Las alineaciones de Xavi y su plan de partido o dibujo son consecuentes con su declaración de intenciones en la previa de cada partido a la espera de que el miércoles se cierre el mercado de fichajes: faltan dos laterales, y mientras tanto, juegan por la derecha dos centrales como Araujo o Koundé antes que Sergi Roberto y por la izquierda Balde ha relegado a Alba a la suplencia en una decisión hasta cierto punto popular en el Camp Nou; hay dudas sobre el tercer delantero porque no se quiere forzar la titularidad de Ansu Fati; y Gavi se impone a Frenkie de Jong por si acaso hay todavía alguna opción de incorporar a Bernardo Silva.
Ni siquiera un equipo como el Valladolid, menos afilado que el Rayo, varió el plan del técnico del Barça. No hubo más novedad que la presencia de Koundé. La suplencia del francés hubiera sido sorprendente si se tiene en cuenta que su inscripción en la Liga fue avalada por el presidente Laporta. Koundé se desplegó como si fuera un 2, por detrás de Rafinha, el jugador más incisivo del partido del Camp Nou. Atacó el Barça con dos extremos abiertos y el juego iba de Raphinha a Dembélé, de lado a lado, con la pelota siempre en cancha del Valladolid.
Los reiterados ataques azulgrana, sin embargo, acababan en córner o en el palo derecho de Masip. La madera devolvió un cabezazo de Lewandowski y un disparo de Dembélé antes de que el perseverante Raphinha afinara en el centro y habilitara al polaco: la zurda del brasileño puso la pelota en el segundo palo para la llegada de la punta de la bota derecha de Lewadowski. Al Valladolid le resultaba imposible contener la ofensiva del Barcelona.
No había más equipo que el azulgrana, tan intenso en la presión como agresivo en la recuperación, falto en cambio de pausa hasta que Pedri enganchó un pase al espacio de Dembélé. La calma y la pericia del tinerfeño son una bendición para un equipo a menudo demasiado impaciente y necesitado, presa de la urgencia por demostrar en cada partido que está de vuelta y aspira a disputar la Liga. Jugó el Barça contra el Barça reducido el Valladolid a dos jugadas muy bien resueltas por un espléndido Ter Stegen.
Hasta el portero brilló en un partido bonito por el ritmo y la continuidad azulgrana y por el 3-0 de Lewandowski. El polaco se desmarcó para recibir de Dembélé, progresó y remató de tacón después de que el cuero rozara en Joaquín Fernández. Una exquisitez que resumió la goleada firmada por Sergi Roberto en una radiante tarde estival en el Camp Nou.
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