La Superliga es la Premier
Los jugadores solían moverse siempre hacia el horizonte de la Champions, pero ya no, ahora el horizonte es Inglaterra y no importa aterrizar allí en un equipo menor que el que se deja atrás
La Superliga es la Premier”, dijo Dino de Laurentiis, el singular presidente del Nápoles, cuando el Chelsea se le llevó a Koulibaly por 40 millones. Ahora el United quiere llevarse a Osimhen, y ofrece 100 millones más Cristiano. Y en toda Italia ha dolido que un joven valor, Scamacca, del Sassuolo, haya acabado en el West Ham porque no ha habido un club capaz de competir con su oferta, 36+6.
La Premier arrastra. Lo hemos visto con Isak y Casemiro, antes con Guedes, Diego Carlos, Estupiñán… Estábamos acostumbrados a que, como es la obsesión de Cristiano, los jugadores se movieran siempre hacia la Champions. Ya no. Ahora el horizonte es la Premier y no importa aterrizar allí en un equipo menor que el que se deja atrás.
La Premier es más rica, nos duplica en ingresos televisivos tanto en el mercado local como en el exterior. Se trata de un país con 65 millones de habitantes, mayor nivel de vida y una extensión colosal de la televisión de pago. Aquí somos 45 millones, menos ricos y la penetración de la televisión de pago no tuvo un desarrollo natural por las obstrucciones de Aznar a Canal +, fruto de su fobia a PRISA: llegó a crear una competencia artificial, Vía Digital, con la que terminó cargando PRISA, y creó una ley de interés general a fin de preservar un partido en abierto.
El resultado es que, grosso modo, la Premier ingresa 2.000+2.000, entre mercado interior y exterior, y LaLiga 1.100+850. La buena noticia es que LaLiga está muy por encima de sus otras competidoras: Alemania (1.170+entre 100 y 120), Italia (1.000+150) y Francia (675+80); la mala es que, tras años de acercarnos, se vuelve a agrandar la brecha. La Premier siempre tuvo ventaja por su Commonwealth, por la vieja celebridad de sus mejores equipos, por la extensión de su lengua y por su implantación en los ricos países norteuropeos, de los que tradicionalmente importó jugadores y entrenadores.
De ahí los esfuerzos paralelos, aunque no concertados, de Tebas y Florentino para predicar nuestro fútbol fuera. Tebas, con la extensión de horarios y alguna iniciativa polémica como el nonato partido de Miami; el Madrid con sus giras de verano, al modo de Bernabéu tanto tiempo atrás en busca de nombradía internacional. A todo ello se sumaron unos años gloriosos con la presencia en nuestro fútbol de Messi y Cristiano. El Clásico se convirtió en el partido universal. Los derechos internacionales de LaLiga, casi insignificantes a principio de siglo, se multiplicaron.
Pero aquella primavera pasó. Ya no están aquí Cristiano y Messi, sino Benzema y Lewandowski, que no es lo mismo. Tampoco la Selección asombra al mundo con su tiqui-taca. Una vez desaparecidos estos estímulos, la Premier, con su ritmo estable, ha vuelto a tomar ventaja. En EEUU estamos 400-150 a favor de ellos. En América del Sur y en el Norte de África, a la par, pero en el África Subsahariana estamos 200 a 35. En Asia nos duplican…
Y reparten de otra forma. Allí los que más cobran están en el mismo techo que el Madrid y el Barça, en torno a 160, pero nadie queda debajo de los 100; aquí los últimos rondan los 50. Ese reparto crea un campeonato más apretado y competitivo, lo que a su vez alimenta más la rueda. Y permite que equipos menores compitan en ventaja económica por los fichajes con los de la franja alta de aquí.
La Premier, desde su creación, fue la primera en cultivar una imagen más pulcra, sin localidades de pie, con campos nuevos, terrenos impolutos. Y ha sido gancho para grandes inversores. ¿Tiene esto solución?
En su alegato, De Laurentiis lanzó al aire una propuesta que ya escuché a gente del Madrid: agrupar ligas: una liga latina, con los mejores de España, Italia, Francia y Portugal. Y una francoalemana con el Benelux. Y una báltica. Y una del Danubio… No lo permite la normativa de la UEFA, que limita a una liga por país federado. De ahí el pleito contra su monopolio, más allá del conflicto Superliga-Champions. No lo veo, pero la inquietud existe. Y vivimos días de adanismo desbocado. La sentencia del caso UEFA puede abrir cualquier caja de sorpresas.
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