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Girona como punto de cita de madridistas

La repetida presencia del conjunto blanco en Montilivi en los años Setenta y Ochenta sentó las bases para la creación de numerosas peñas en Cataluña

Los capitanes del Girona y el Madrid, Abete y Benito, se saludan antes del partido de 1977.
Los capitanes del Girona y el Madrid, Abete y Benito, se saludan antes del partido de 1977.

En 1976 accedió a la presidencia del Girona un hombre singular, Maurici Duran García. De familia de payeses, era demasiado inquieto y comunicativo como para quedarse atado al terreno y eligió otros caminos. Se hizo locutor y guionista en diversos medios gerundenses, La Voz de Girona, Radio Popular de Figueres, Radio Girona, Radio Olot, Radio Costa Brava, Radio Banyoles… Sus temas favoritos eran las fiestas populares y el deporte. Por ese camino llegó a ser presidente del Banyoles antes de llegar al Girona.

En Banyoles ya hizo tándem con Xavier Agustí. Había sido jugador del Plus Ultra cuando estuvo en Madrid estudiando la carrera y estaba en el Banyoles cuando llegó Duran. En el fútbol fue de todo: entrenador, organizador, directivo… Un tipo de esos que cortan un fideo en el aire. Leí de él que en la época en que no había cambios utilizó 20 en un partido del Banyoles. Los rivales se fueron dando cuenta, denunciaron el hecho al árbitro, se revisaron las fichas y resultó que todas correspondían a los que habían salido tras el descanso; eran los de la primera parte los que habían jugado de matute.

En la 76-77, el equipo ascendió a Segunda B tras casi 20 años en Tercera División. El dúo dirigente pensó que era la hora de presentar al club a lo grande y entre los contactos de Agustí en Madrid y la audacia de Duran consiguieron que el Madrid participara en el lanzamiento de su gran idea, el Trofeo Ciudad Inmortal de Girona. Para entonces ya existía el campo de Montilivi, aunque con una capacidad menor que ahora, y la única forma de cubrir el caché del Madrid fue poner unos precios literalmente inauditos para un campo de Segunda B.

Pero resultó. La noche del 20 de agosto de 1977, las playas se vaciaron. El Madrid llegó con su mejor equipo, en el que brillaban nombres como García Remón, Uría, San José, Benito, Sol, Stielike, Santillana, Guerini… El Girona, que presentaba sus novedades de la temporada, jugó un partido espléndido, tanto que la cosa acabó 0-0, y eso que el equipo local estrelló tres tiros en los palos. El trofeo se lo llevó el Real Madrid, que ganó 3-1 en los penaltis, donde se notó la inseguridad de los lanzadores de casa.

El año siguiente no se pudo repetir la experiencia porque el Girona había fichado a un jugador del Murcia, Vidaña, y en las condiciones del contrato figuraba que el Murcia participaría en el Inmortal de Girona, que finalmente ganaría 1-3.

Pero para 1979 volvió el Madrid, ya con Boskov de entrenador. De nuevo con el equipo titular, en el que esta vez estuvieron Juanito y Del Bosque. Resultó que la fecha escogida coincidió con la final del Gamper, para la que se clasificó el Barça, y el presidente madridista, Luis de Carlos, aceptó el ruego del Girona de aplazar un día el partido, para no coincidir (el Barça invitaría a los madridistas a su final). Aquel detalle de admitir el cambio de fecha fue muy valorado por la gente del Girona, que así aseguraba más el llenazo. Luego, la acumulación de público en las puertas hizo que el inicio se retrasara 15 minutos. Más avisado, el Madrid manejó esta vez bien el partido y ganó 0-4.

Volvió en 1980, aunque con reticencias, porque costó cobrar lo del año anterior y fue como agua de mayo para el Girona, porque estaba celebrando su cincuentenario y, echando la casa por la ventana, había invitado a la Real al Trofeo Costa Brava, que se jugaba allí también cada año, aunque en general con menos pretensiones. La Real no arrastró público (a pesar de que estaba en sus mejores años) y dejó un déficit que vino a agravar el que ya produjo el incendio del bingo del club. Los bingos estaban entonces muy de moda y eran fuente de financiación de los equipos de fútbol. Aquel fue el mejor de los partidos, muy equilibrado. Estaba 1-1 en el munuto 70 cuando el Girona se derrumbó y acabó perdiendo 1-4. Manuel Gutiérrez Mellado, de veraneo allí, entregó el trofeo.

Y aún regresaría el Madrid en 1981, pero esta vez quedó claro que la fórmula se agotaba. No hubo lleno, pese a que, una vez más, fue con los mejores. El partido fue soso, acabó 0-3 y de nuevo Gutiérrez Mellado entregó la copa tras el duelo.

El Real Madrid no regresó a Montilivi hasta el ascenso del Girona a Primera hace pocos años, felizmente revivido anoche, pero aquella presencia tan repetida sentó las bases para la creación de numerosas peñas en Cataluña.

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