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Una parada gloriosa: El Barcelona de balonmano gana la Champions en los penaltis

Una intervención de Gonzalo Pérez de Vargas a Álex Dujshebaev decide un partido claustrofóbico y da la undécima Copa de Europa a los azulgranas

Gonzalo Pérez de Vargas levanta junto a sus compañeros el trofeo de campeones de Europa.
Gonzalo Pérez de Vargas levanta junto a sus compañeros el trofeo de campeones de Europa.Martin Meissner (AP)
Lorenzo Calonge

Álex Dujshebaev contra Gonzalo Pérez de Vargas. Dos Hispanos por una Champions. La gloria fue para el portero y la eternidad para el Barcelona, que levantó su undécima Copa de Europa después de sobrevivir a una tarde claustrofóbica en Colonia. La tanda de penaltis resolvió la Final Four y un solo fallo, el del santanderino, el hombre que había metido a los azulgranas en una habitación a oscuras, obligándoles a comerse una caja de clavos por el ritmo lento, cansino y exasperante, inclinó el duelo en el Lanxess Arena.

Ya la había tenido Álex Dujshebaev en el último lanzamiento de la prórroga, pero su disparo se marchó fuera. Antes, el Kielce había cazado sobre la bocina el tiempo extra con un tanto de Karalek (MVP del fin de semana). No cabía más drama en el pabellón. Laporta no aguantaba sentado. Hasta que la final se abocó a la épica y tragedia de una tanda de penaltis que resultó inevitable para decidir un choque angustioso.

A ese momento de thriller, los dos metas, Pérez de Vargas y Wolff, dos gallos de primera en el balonmano mundial, llegaron empatados a todo: 12 paradas y un 27% de acierto. Números discretos. En sus extremidades quedó. Dos tiros tocó Wolff, pero acabaron dentro. Solo uno Gonzalo, con la pierna derecha, y valió una Champions. El acierto de Fabregas en el quinto turno cerró la intriga y explotó el Barcelona.

Los culés abrocharon a lo grande una temporada en la que pocos vaticinaban una cumbre de estas dimensiones. Por el traumático relevo en el banquillo (Carlos Ortega sustituyó a Xavi Pascual, destituido tras ganarlo todo el curso pasado), por las salidas de algunos jugadores clave (Raúl Entrerríos, Aron Palmarsson, Cedric Sorhaindo y Kevin Moller, entre otros) y por las dudas que fue dejando el equipo, derrotado en varios partidos del primer tramo europeo (los dos duelos ante el Kielce, por ejemplo). No fue durante todo el año ese Barcelona que desataba el pánico en los rivales, ni mucho menos. Sin embargo, el botín terminó siendo el mismo. Encontró la fiabilidad suficiente para regresar a la Final Four, y en el desfiladero de dos partidos en solo 24 horas, en el aquí y ahora de Colonia, salió triunfal de ambos envites. La cita en la que derrapó varias veces terminó siendo esta vez un lugar de éxtasis. Nadie había repetido título desde que el torneo se decide bajo el formato de final a cuatro. Lo consiguió el rey de Europa.

La sesión empezó con buena letra para el Barça. Robaba atrás, podía estirarse de vez en cuando y seguía encontrando a los extremos. Otra vez Aleix Gómez (seis goles en siete lanzamientos en el intermedio) con el ventilador encendido y con la escolta en la orilla izquierda de Ángel Fernández. Los azulgranas empezaron sólidos y dando también con soluciones en el ataque estático, un pozo del que no había sacado mucha agua durante el curso. No había pegas para el arranque de los muchachos de Carlos Ortega, a los que no les costó tomar ventajas de tres goles.

En la banda del Kielce, el volcánico Talant Dujshebaev se movía tranquilo, sin excesivas inquietudes en apariencia. Su calma sorprendía en alguien como él. Hasta el minuto 12, con 7-5 abajo, no dio carrete a sus vástagos (Álex y Dani). Y, poco a poco, como si el técnico tuviera claro qué, cómo y cuándo, el encuentro se fue nivelando porque el ataque estático de los culés dejó de fluir y Vujovic se desplegaba sin fallo (cuatro tantos al descanso).

Y ahí quedó todo encharcado. Cada ataque del conjunto polaco era un canto a la lentitud, como un niño masticando 30 veces un trozo de carne. Pero ese era su plan. El Barça no podía correr porque, si no, estaban muertos. Pasara lo que pasara, Álex Dujshebaev levantaba el brazo y pedía calma a los suyos. La tarde se puso pantanosa para el Barcelona, que perdió la iniciativa en el marcador con ventajas, eso sí, siempre cortas. Y esa, a la postre, fue una vía de fuga del Kielce, que desperdició hasta cinco ocasiones para irse por dos goles. Falló posesiones y también Pérez de Vargas se hizo presente. No tuvo muchas intervenciones, pero sí las suficientes para sostener a un Barça que sufría y, no obstante, resistía.

Ese fue el mérito de los culés: saber adaptarse a lo que había, también sin Luka Cindric, inédito tras el descanso por problemas físicos. Padecía, pero seguía muy vivo. Con la producción de Ariño y N’Guessan, la aparición muy importante de Melvyn Richardson en la dirección del equipo, y siempre con Aleix Gómez, 10 goles al final del extremo (12 se apuntó en las semifinales).

Incluso pudo resolver el Barça en un descuido del Kielce antes de llegar a la prórroga. Con uno más y posesión, a Dika Mem se le fue por un palmo y le dio una vida extra a los muchachos de Talant Dujshebaev, que encontraron a Karalek en el último segundo para atrapar la prolongación. Más drama, más madera. Así hasta que Pérez de Vargas amargó a Álex Dujshebaev y el Barcelona levantó una Champions que, más que nunca, le sabe a gloria después de un camino tan pedregoso.

Barcelona, 32 (5) - Kielce, 32 (3)

Barcelona: Pérez de Vargas (Maciel); Alex Gómez (10, 6p), Dika Mem (6,1p), Fàbregas (2, 1p), Cindric, N’Guessan (4) y Fernández (3); Petrus (1), Richardson (3,1p), Makuc (1), Janc (1), Ariño (3), Langaro (1), Ben Ali y Ali Zen (2,1p).

Kielce: Wolff (Kornecky), Moryto (6p), Vujoivic (4), Gebala, Karaci (4,1p) Nahi (2), Migallón -equipo inicial-; Kulesh (4), Sicko (2), Tournat (2), Álex Dujshebaev (4), Karakec (3), Dani Dujshebaev (4,1p), Paczkoski y Olejniczack.

Árbitros: Gubica y Molosevic.

Marcador: 4-2, 6-3, 8-6, 10-8, 12-12, 14-13 (descanso); 16-16, 19-18, 20-21, 23-24, 25-25, 28-28 (final); 32-32 (prórroga) y 5-3 penaltis (Aleix Gómez, gol; Moryto, gol; Mem, gol; Karacic, gol; Richardson gol; Álex Dujshebaev, falla; Ali Zein, gol; Dani Dujshebaev, gol; Fabregas, gol).

Laxess Arena Colonia. 19.250 espectadores.


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