El aval es Laporta
La asamblea de socios aprueba la arriesgada e histórica propuesta del presidente de vender activos para intentar reflotar al Barcelona
El barcelonismo ha pasado de vivir de los goles de Leo Messi a depender de las cuentas de Joan Laporta. La suerte del club queda en manos de un presidente ejecutivo facultado por la asamblea para vender los activos que deben garantizar la viabilidad del Barcelona: hasta el 25% de los derechos de televisión y el 49% de la mercadotecnia gestionada por la empresa BLM (Barça Licensing & Merchandising).
No hay más alternativa para intentar salir de la ruina que confiar en la visión de negocio de Laporta. El socio asiente porque a cambio del “sí” no tendrá que poner dinero —ni derramas ni adelanto de cuotas— y se mantendrá como dueño del Barcelona.
“No estamos vendiendo el club”, sintetizó el vicepresidente económico, Eduard Romeu, después de que interviniera el presidente: “Aspiramos a ingresar unos 600 millones”, la cantidad que figura precisamente como fondos negativos del Barça. “Nuestros problemas los solucionamos entre nosotros”, prosiguió Laporta. “El plan es sanear económicamente el club en el mínimo de tiempo posible y sin poner en riesgo su modelo de propiedad”, aseveró el presidente, que fue elegido en marzo pasado con el 54% de los votos y cuyo mandato quedó ampliamente refrendado en la asamblea del Auditorio 1899.
Laporta intentó ser muy gráfico para definir la situación: “El Barcelona es un fórmula 1 que estaba sin gasolina y con el motor gripado llegamos. Con trabajo, conseguimos arrancarlo”. “Y, si ahora, si aprueban las palancas [financiación a través de la venta de los activos], podremos pasar por boxes y ponerlo de nuevo en la parrilla de salida para competir”, afirmó el máximo directivo del Barça.
El Barcelona gana tiempo para cerrar el actual ejercicio económico el próximo día 30 sin pérdidas —de momento ascienden a 120 millones— y negociar el límite salarial antes del 31 de julio con la Liga Profesional. La meta es “alcanzar la normalidad institucional y deportiva” con vistas a la próxima temporada, 2022-2023. No hay que olvidar que al curso anterior se le imputaron unas pérdidas de 481 millones; que la deuda asciende a unos 1.350 millones; que se aspira a rebajar la masa salarial de 560 a 400 millones; y que se solicitó un crédito a Goldman Sachs por 595 millones.
Sin CEO
Ya desaparecida la figura de los avalistas y suspendido el artículo 67 por el que la directiva tenía que presentar su dimisión en caso de dos balances negativos, aumenta el margen de maniobra para Laporta, quien se ha asegurado un gobierno a su medida y sin oposición después de la salida del CEO Ferran Reverter y de la renuncia de Jaume Giró, consejero de Economía de la Generalitat.
“El Barcelona tiene una capacidad enorme para atraer capital”, argumentó el presidente en unos términos parecidos a los que utilizó Florentino Pérez, presidente del Madrid, cuando se refirió al club azulgrana en su intervención en el programa El Chiringuito. Laporta y Florentino forman un frente común en favor de la Superliga y están abiertamente enfrentados al presidente de la Liga, Javier Tebas.
Laporta actuó con tal convicción que los compromisarios no preguntaron por sus alianzas ni tampoco por los acreedores: no se sabe con qué inversores negociarán los activos ni por cuántos años, hasta un máximo de 25. El presidente obtuvo un cheque en blanco en una asamblea tan histórica por lo que estaba en juego como poco participativa —los convocados eran 4.478 y votaron menos de 700—. Hay una pérdida de interés creciente en el barcelonismo si se tiene en cuenta también que hasta 26.238 abonados se acogieron a una temporada de excedencia y 35.000 alemanes ocuparon el Camp Nou ante el Eintracht. “Vivimos un barcelonismo low cost y el Barça no deja de ser en el fondo un reflejo del país”, confesó un exdirectivo del Barça.
Laporta asume el mando, y también el riesgo de conseguir el remonte social, deportivo y económico, solo ante el peligro, más atrevido que nadie y convencido de su ingenio, tal que fuera Messi.
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